Capítulo 2

66 15 3
                                    

2-Pesadilla


Como primer lugar, me siento asustado. Aterrado. Confundido.

Como segundo lugar, tengo el impulso de correr y ayudar a ese hombre.

Y como tercer lugar, mi cuerpo me dice que no y mi mente me recuerda que no puedo tocar a nadie, así que retrocedo y me siento inútil.

Solo veo como de a poco va recobrando la consciencia entre el charco de agua y los cristales esparcidos. Temo que se lastime.

Me muevo con nerviosismo. No sé que hacer y sigo sin saberlo cuando él se reincorpora sobre sus rodillas y su mirada se clava en el suelo. Su cuerpo está empapado y yo siento esa incomodidad como si fuera mía, aunque en realidad estoy incómodo pero por todo lo que pasa.

—Eh... y-yo...

Balbuceo y fija su mirada en mí. Siento que un afilado cuchillo me atraviesa la cabeza y abre mi cuerpo. Jamás había visto una mirada tan afilada como la suya, y es decir mucho insinuando que mi entorno social se reduce a soldados.

Me paralizo al instante y me veo incapaz de remover mi mirada de él, aunque quiero hacerlo. Me doy cuenta que tiene otra característica peculiar: sus ojos son de dos colores. Uno es gris y el otro es azul, y ambos poseen la misma intensidad y brillo que traspasa mis barreras. Pero la amenaza en ellos no cesa, y comienzo a cuestionarme si es una buena persona cuando se levanta sin despegar sus ojos de mí y se reincorpora por momentos.

Bajo mi mirada a sus pies, y da un paso.

Después otro.

Y otro.

Y me doy cuenta que está caminando en mi dirección y me quedo paralizado como un tonto. Cuando extiende una de sus manos hacia mí, reacciono.

—¡No me toques! —exclamo, con más fuerza de la que pretendí.

Su cuerpo que parece un muerto viviente, muestra la primera reacción humana al detenerse por pocos segundos y abrir un poquito sus ojos. Pero después vuelve a la misma reacción de antes e intenta acercarse de nuevo a mí. Da un paso más, y yo retrocedo ese paso. Pretendo apartarme uno más, pero él acelera su ritmo y antes de darme cuenta ha sujetado mi muñeca descubierta.

Me mira desafiante y quiero comprender de dónde proviene esa mirada que proyecta tanto odio. De hecho, quiero comprenderlo todo. Qué hacía ahí. Por qué mi mamá tenía un laboratorio subterráneo del cual nadie sabe, y por qué en su laboratorio tiene a un ser humano en él.

El chico muestra la reacción más humana que he visto en todo nuestro encuentro al hacer una mueca de dolor y apartarse enseguida, viendo su mano consternado. Sé que le he hecho daño.

—Por eso dije que no me tocaras.

Me acerco a él, escandalizado por el daño que le hice e ignorando completamente el hecho de que está desnudo. Noto eso y vuelvo a retroceder. Era un hecho que ignoré por completo por toda la conmoción de lo que estaba pasando, y que no iba a ignorar más, por su comodidad y por la mía.

—E-espera aquí.

Me giro sobre mis pies y me voy. Busco en cualquier lado algo que me pueda servir, pero no veo nada de utilidad. Entro a nuevas habitaciones que no conozco y cada vez me convenzo más de que mi madre me ocultó algo de gran importancia.

Pero ignoro ese hecho. No puedo permitirme ser sentimental. No cuando hay un bombardeo en marcha encima de mí y en el mismo lugar que yo hay un hombre desconocido que casi no parece humano y que quiero descubrir de qué se trata su existencia.

Sigo pensando que no encontraré nada hasta que entro en una habitación pequeña que resulta ser una zona de vestidores y veo todo tipo de ropa de la milicia. Me siento aliviado al ver que algo podría servir. No podrá ser la ropa más convencional, pero un traje de soldado siempre es más seguro en medio de una guerra. Sigo buscando con la mirada, y encuentro un conjunto militar bastante apropiado para la situación y, a su lado, veo unos guantes que hacen conjunto con el traje pero yo los tomo. Los necesito más.

Suplicio | TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora