Capítulo 6

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6-Revelación.

Intentando ver a través de la cegante luz, noto a las siluetas que se bajan de los tanques.

Logro reconocer a algunos de los soldados, sobre todo a la que da un paso al frente.

Es la teniente Mirko, una buena amiga de mi madre y una teniente de primera clase. Entiendo que si el Presidente Yagi la envió a ella, es porque nuestra situación es de la suficiente gravedad para que él la considere importante.

No sé cómo sentirme con respecto a todo.

—Veo que son unos jóvenes muy fuertes —dice, con una amplia sonrisa en los labios.

Todos los soldados dan un paso al frente y hacen una reverencia. Mirko es la última en hacerla pero igual la hace.

—Nos alegra que esté vivo, señor Midoriya —dicen todos los soldados en sincronía.

Algún pánico extraño me inunda y me remuevo incómodo. Muevo mis manos con agitación frente a los soldados como un intento de que retomen la compostura, pero al no lograrlo hago una reverencia con el mismo nivel que ellos. Shoto a mi lado mira todo confundido.

—¡No, no! No es necesaria tanta formalidad, ni siquiera soy parte del ejército.

—¿Pero qué dices? Eres como una leyenda entre todos nosotros.

—Pero...

La teniente se acerca a mí y pasa uno de sus brazos sobre mis hombros, con el cuidado necesario para no tocar mi cuello. Por su fuerza casi caigo al suelo e intento mantener mis pies firmes para evitar eso.

Un escalofrío desagradable me recorre toda la espina dorsal y mi estómago se revuelve. Lucha contra la necesidad de apartarme de ella. El contacto físico me resulta más desagradable de lo habitual.

—Nada de peros, jovencito. Estamos aquí para rescatarte a ti y a... —voltea a ver a Shoto, notando su presencia—. ¿Quién es él?

—Su nombre es Shoto, y es... —dudo—. Un amigo. Escapamos del bombardeo juntos.

La teniente lo analiza con la mirada, Shoto no se inmuta pero yo sí. Alguien como ella podría notar lo diferente en él.

—¿Es un mestizo?

—¡S-sí! ¡Pero su nacionalidad es japonesa!

Me apresuro en decir y temo verme demasiado obvio. Mirko lo sigue analizando con una expresión dura y comienzo a sentir que el sudor frío se desliza por mi frente.

—De acuerdo, que venga con nosotros.

Lo que dice suena más como una orden, pero lo dejo pasar porque es mejor que nada.

Ella se aparte de mí y vuelvo a respirar. Todos los soldados vuelven a sus respectivos tanques. Mirko nos abre paso en el suyo mismo que además está dirigido por otra persona.

El otro conductor toca un botón y un muro de metal que dividía el interior del tanque, baja, dejando expuesta la parte trasera cuyas paredes siguen siendo del mismo sólido material que el muro y, además, están cargadas de armamento. Aún así el espacio es suficiente para que cuatro personas puedan estar ahí sin dificultades.

Sé sus intenciones, y giro a ver a las cuatro personas que antes logré que se desmayaran.

—¿Qué pasará con ellos?

—Nuestro trabajo es llevarte a salvo con el Presidente.

—¿Pero, qué harán con ellos?

—Me temo que al no pertenecer al ejército, no puedo decirte esa información confidencial, Midoriya.

Suplicio | TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora