Capítulo 13

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Después de cuatro días vagando en el bosque sin encontrar nada que pueda reconfortarnos, comienzo a sentirme desesperado.

Sé bien que el bosque en el que nos encontramos es el más grande del país, pero jamás logré imaginar hasta qué punto. El que tampoco tengamos algo que nos ayude a saber dónde estamos, no hace las cosas más fáciles y, la comida se nos agotó por la mañana. Estamos en problemas.

Mientras seguimos caminando mi mente divaga en soluciones sobre lo que deberíamos hacer si no encontramos ninguna salida. El bosque posee muchos recursos, pero muchos de ellos pueden ser peligrosos y me avergüenza decir que no sé identificarlos. Jamás necesité aprender.

Mis ojos se mantienen clavados en el suelo, admirando como el verde del pasto rodea mis pasos. No sé por cuántos minutos me mantengo así, pero me detengo en el instante que choco con una silueta un poco más grande que la mía y me doy cuenta que Shoto ha detenido su andar.

—¿Escuchas eso?

—¿El qué? —respondo, confundido.

Él guarda silencio y yo hago lo mismo, entonces, en el silencio absoluto del bosque donde solo se perciben los sonidos de la naturaleza, escucho el sonido del agua corriendo.

Me toma cuatro segundos procesar y al quinto me giro a ver a Shoto, entusiasmado.

—Hay un río cerca —confirmo, alegre y él asiente con la cabeza.

Ambos nos apresuramos en caminar en dirección del sonido y, después de pasar por algunos árboles y arbustos que cohibían la vista, nos encontramos con un precioso rio que fluye con fuerza gracias a una pequeña cascada que se encuentra a varios metros de distancia.

Como si estuviéramos coordinados ambos nos colocamos sobre las rodillas y tomamos el agua del río con las manos. El sabor dulce y refrescante me hace sentir vivo de nuevo.

Debido a que mi mochila solo está equipada con lo necesario para una persona, el agua al ser distribuida en dos tuvo una duración menor. El día anterior se terminó y aunque los dos intentamos mantenernos serenos era un hecho que nos preocupaba. El agua era mucho más esencial que la comida, por eso encontrar un río con agua dulce era magnífico.

También me refresco el rostro. Es increíble lo bien que puede sentirse el agua en su hábitat natural.

Me aparto del rio primero que Shoto y retiro la mochila de mi espalda, para dejarla recargada sobre un árbol. De ella saco la misma botella de agua que antes contenía agua y la vuelvo a llenar para guardarla.

Como consecuencia del agua y los árboles, la zona es fresca. Me ayuda a sentirme mejor y tener más claridad mental, así como paz, algo que en los cuatro días transcurridos no tuve. Logramos cruzar la montaña pero antes de poder hacerlo estuvimos en peligro de ser encontrados en más de una ocasión. Al cruzar la montaña ese peligro disminuyó, ya que el área se volvió mucho más complicada para ser explorada en tierra y aire, aunque no es imposible, seguimos estando en riesgo.

Flexiono mis rodillas con el único propósito de descansar sobre el pasto fresco, pero al instante que mi espalda reposa en un tronco, observo que a un lado Shoto tiene su chaqueta en el suelo y se pasa la camiseta por los brazos.

—¿Qué haces? —pregunto, confundido.

—No hemos tomado un baño en cuatro días. Apestamos.

Cierro los ojos ante la vergüenza de sus palabras, aunque los dos estamos en la misma situación.

Pasamos cuatro días entre el bosque y sus elementos, como la tierra y el lodo y más cosas que nos llevó a tener un mal estado. Él tiene razón y, una vez observo que se mete al agua, decido hacer lo mismo. La hora es buena por lo que el sol debe mantener el agua a buena temperatura.

Suplicio | TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora