Capítulo 8

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8-Cambios.

Siento el cuerpo pesado, a pesar de estar reposando sobre una suave superficie.

Después de que nuestra convocatoria con el presidente Yagi terminó, nos guiaron hasta nuestra nueva habitación.
Sorprendentemente, no nos separaron. Supongo que el presidente aún le toma importancia a mi desconfianza.

Realmente no puedo entender por qué acepté algo como... eso. Hay una razón por la cual, tras tres años de guerra, jamás tomé un puesto oficial en la milicia, pese a tener la oportunidad de hacerlo.

No sé qué sentir. Tampoco sé qué sentido se supone que debe de tener mi vida, porque la que solía ser, ya no está. La destrozaron pedazo por pedazo. Me arrebataron lo único que tenía.

Sigo diciéndome que acepté ser un soldado por una buena razón. Para tener algo a lo que poder sostenerme, pero sé que eso no justifica nada.

Me arrepiento de mi elección, y ya no puedo retroceder.

Nada lo vale. Nada vale ser un soldado. Nada.

Froto mi rostro con ambas manos. Me siento desesperado. Mis extremidades hormiguean y mi corazón late con velocidad. Tomé una terrible desición, pero ya no puedo apartarme.

Quizás, solo quizás, entre tantas cosas malas, pueda encontrar algo bueno. Tal vez, pueda guiarlo a él. Sé que su corazón está lleno de odio y resentimiento y no puedo culparlo porque lo entiendo, pero sé que podría guiarlo y aliviar un poco de su dolor.

Suena irónico, insinuando que él me odia, pero yo no lo hago, y en este momento su vida vale mucho para mí.

Mis pensamientos se quedan en silencio por un tiempo, y no escucho nada. Absolutamente nada, eso debería ser bueno, pero no lo es. En un silencio tan profundo como en el que me encuentro, debería ser posible escuchar la respiración de Shoto quien duerme en la pieza debajo de mí en la litera.

Dudo por varios segundos, pero mi cuerpo me obliga a ver un poco hacia abajo. Dejo que mi cabeza baje un poquito y, me llevo otra sorpresa al ver que Shoto no está dormido, como creí. Está despierto, con la mirada fija en el techo. Por una brevedad de segundo él voltea los ojos a mi dirección y reacciono tan rápido como mi cuerpo me permite, intentando evitar que me vea.

—Te vi.

Cierro los ojos, avergonzado. Todo el día he cuidado de él de sobremanera, no quiero que piense que lo acoso o algo similar. Yo mismo me siento de esa forma.

—No estoy muerto, tampoco voy a morir. Gracias a ti estoy seguro aquí.

—Lo sé... pero yo aún no me siento seguro —me atrevo a decir.

—¿Por qué? Todos aquí te conocen. Sé que estamos en la raíz del armamento de una guerra, pero también sé que incluso un lugar como este debe tener códigos morales. Si quisieran matarnos, ya lo habrían hecho hace mucho tiempo.

Quiero decirle que tiene razón.

Quiero poder confesarle que incluso con varias armas apuntando a mí, yo nunca estuve en peligro real. El presidente hizo con pacto con mi madre para protegerme siempre, por alguna razón que aún desconozco —aunque intuyo, está influenciada por el motivo de que soy un arma—. Protección que yo nunca pedí pero que poseo. Por supuesto, el presidente jamás va a demostrar de forma amplia y abierta la seguridad que me brinda. Si alguien de su poder muestra que tiene tal aparente favoritismo, sería muy perjudicial para él.

Pero realmente no es mi vida la que me preocupa, y tampoco la de Shoto, porque conozco al presidente, y sé que cuando él hace una propuesta así, no va a apuñalarnos por la espalda.

Suplicio | TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora