Una mañana sin igual, tan hermosa como la llegada de la primavera. La joven Alexandra Darcy salió un momento al pueblo para conocerlo un poco, pues originalmente ella vive en una gran mansión, alejada del pueblo. Su familia es parte de la nobleza inglesa.
— Alex. — le habló su hermana. — ya es tarde, debemos volver a casa, padre nos va a castigar si no llegamos antes del anochecer.
— al anochecer es cuando más bello se ve el pueblo, tú misma lo has visto.
— no lo niego, pero me preocupa más lo que padre nos puede llegar a decir o hacer. — soltó preocupada.
— anda, Alice... — la hermana menor suspiró, aún insegura. — bien, ve a casa, veré cómo me las arreglo con él.
— no te dejaré sola, la última vez te fue demasiado mal.
— no importa, es mejor a que te lastime a ti, anda, no tardo. — besó su frente y en cuanto su hermana estaba a punto de irse, los gritos alrededor del pueblo comenzaron a retumbar.
— ¿qué pasa?
— vámonos, corre. — se tomaron de la mano y salieron corriendo, pero aún así los hombres las atraparon. — ¡Alice!
— ¡Alex! — segundos después sintió un fuerte dolor en la cabeza, provocando que se desmayara.
[...]
Al despertar, sintió como el lugar en el que estaba se movía y a lo lejos, se escuchaba el mar.
— ¿dónde estoy? — preguntó, miró a su alrededor, encontrándose con más jóvenes, tanto mejores como mayores que ella. — ¿dónde estoy? — les gritó a los hombres. — exijo que me respondan, ¿que no saben quién soy? Soy Lady Alexandra Darcy, la duquesa de York, sobrina del rey Henry VIII.
— no nos importa quién eres, ahora eres propiedad del Sultán Süleyman "El Magnífico".
— si compra a las mujeres, entonces no es magnífico. — dijo enfurecida, ganándose una cachetada.
— ¡Alex! — escuchó.
— ¿Alice? — volteó a todos lados, encontrándose a su hermanita en la esquina. — ¡Alice! — intentó acercarse a ella, pero uno de los piratas se lo impidió. — estaremos bien, no te preocupes. — la joven de 14 años sólo asintió.
Pasaron las horas y finalmente llegaron a Estambul, al palacio Topkapi, donde se encuentra el Sultán del mundo, Sultán Süleyman, junto a su familia: su esposa, Haseki Hürrem Sultán; su adorada hija, Sultana Mihrimah; y sus cinco príncipes: el príncipe Mustafá –el mayor–, príncipe Mehmet, príncipe Selim, príncipe Bayaceto y príncipe Cihangir –el menor–. Además de los guardias y las criadas.
Las dejaron en el palacio e inmediatamente las introducieron al harén, formandolas en una fila y la encargada del harén las fue examinando con la vista.
— Sumbul, mándalas a los baños, que la doctora las examine. — pidió.
— enseguida, señorita Afife. — las llevaron a los baños donde la doctora examinó detenidamente a cada una.
— no hagas escándalo, Alex, no vale la pena. — le pidió Alice a su hermana en su idioma natal.
— ¿Cómo no va a valer la pena? Estoy segura que nuestro padre y nuestro tío mandarán a buscarnos.
— ¿En serio? ¿El rey que mató a su segunda esposa? ¿Y nuestro padre que apoya la poligamia, que engaña una y otra vez a nuestra madre y la golpea? — preguntó entre lágrimas.
— allá también es normal la poligamia en los hombres, pero no tienen la necesidad de comprar mujeres secuestradas, mucho menos de la nobleza.
— acéptalo, Alex, no regresaremos... y si salimos de aquí, será sin vida.
— no puede ser que te hayas rendido tan fácil, esa no es la Alice que yo conozco.
— ¡silencio! — al examinarlas, las mandaron a bañar y al regresar al harén, les dieron camisones, donde todas se tenían que vestir frente a las otras.
— mañana será un largo día, así que duermanse ya. — les indicó el eunuco. Las hermanas se acostaron juntas, abrazadas una de la otra.
— por Allah... quiero creer que no es lo que yo creo. — dijo la Srta. Afife entrando a la mañana siguiente. — ¿podrían explicarlo?
— es mi hermana, tenía miedo. — explicó Alexandra.
— ¿cómo se llaman?
— Lady Alexandra Darcy.
— Alice Darcy.
— ¿Ladies? — asintieron. — ¿de dónde son?
— Yorkshire, Inglaterra, somos sobrinas del rey. — contó Alexandra, tratando de librarse de aquel lugar.
— ya no importa quiénes eran antes de llegar aquí, sólo son Alexandra y Alice, a partir de hoy tomarán clases de idiomas, literatura, modales, religión... — comenzó a enumerar. — Sümbul Aga, llevenlas a sus clases.
— enseguida, Srta. Afife. — les dieron a cada chica nueva un vestido blanco con un sobrepuesto azul y en su camino a sus clases, uno de los príncipes de la dinastía entró al pasillo. — ¡Atención, su Alteza, el príncipe Mehmet y la Sultana Mihrimah! — les indicaron que hiciera una reverencia, pero Alexandra no obedeció, llamando la atención de la sultana. Se detuvo y se acercó a ella.
— ¿quién te crees que eres para no revenciarte ante el príncipe y ante mí?
— una chica noble de Inglaterra, yo no tengo nada que hacer aquí.
— eres propiedad del imperio otomano ahora.
— Mihrimah... — su hermano mayor le llamó la atención.
— lo dice desde su privilegio. — la sultana sonrió.
— ¿cómo te llamas?
— Alexandra Darcy. — ambos hermanos se miraron. — y no pienso reverenciarme ante ustedes, ¡ante nadie en este palacio!
— ¡guardias! — les habló la sultana.
— no seas así, acaba de llegar. — le pidió su hermano.
— nos faltó el respeto, le faltó el respeto a toda la dinastía.
— sólo está asustada, ¿no recuerdas lo que la tía Hatice nos contó de mamá? Ella llegó igual. — su hermana suspiró.
— está bien, no irás al calabozo, agradecele al príncipe... Srta. Dilek. — la criada se acercó. — después de sus clases, mándala a mi habitación, por mientras hablaré con mi madre.
— como ordene, sultana. — respondió con una reverencia. El príncipe y la esclava inglesa hicieron contacto visual. — andando, chicas.
— eso fue bastante grosero, Alex.
— no me importa, no pertenecemos aquí y haré lo que sea para salir de este infierno otomano, te lo aseguro, hermanita. — la menor sólo suspiró y siguió caminando. Nada a su alrededor le daba buena espina, menos su hermana mayor.
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LA SULTANA DE LA LUNA [SEHZADE MEHMET]
FanfictionUna joven inglesa, fue raptada de su hogar y vendida al lejano palacio Topkapi, para ser educada como criada del harén de su Majestad, el Sultán Suleyman, sirviendo a la Sultana Hürrem y a la Sultana Mihrimah. Pero justo llegó el momento en el que...