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Para el amanecer del siguiente día, volví al harén para buscar a Alice.

— ¿han visto a Alice? — pregunté.

— no ha vuelto de los aposentos del príncipe. — comencé a preocuparme. — descuida, eso es bueno.

— ¿cómo eso puede ser bueno?

— puede que se convierta en la favorita de su Alteza y Allah mediante, le dará un hijo, puede llegar a convertirse en sultana. — me contó una chica, parece tener tiempo aquí.

— ¿una criada puede convertirse en sultana?

— sí, ese fue el caso de la sultana Hürrem, llegó como una criada, hechizó al sultán con su baile y su mirada y el resto es historia, le dio cinco hijos, el sultán la liberó y no mucho después se casó con ella, algo que ninguna criada había logrado, es la primera esposa legítima de un sultán. — relató y la miré sorprendida.

— me encantaría que mi hermana tenga una mejor vida, no quiero que sea una criada.

— eso dependerá del príncipe y de ella.

— Dios la guiará en su camino. — me miró confundida. — ¿qué?

— ¿Dios?

— sí, es nuestro Dios en Inglaterra y en muchas partes del mundo. — conté. — soy católica.

— si quieres ser alguien aquí, será mejor que te conviertas al Islam... sólo digo.

— Dios no lo permita.

— Alexandra...

— mi nombre ahora es Meryem, la Sultana Hürrem me dio ese nombre. — asintió.

— por algo te lo habrá puesto.

— no me importa. — regresé a mis pequeños aposentos. Espero que Alice logre ser sultana algún día, me encantaría que ella siguiera con una vida noble. Haría lo que fuera por ella.

— ¡Meryem! — salí e hice una reverencia, ahí estaba el príncipe Mehmet y tres niños vestidos muy parecidos al príncipe mayor, deben ser sus hermanos. — niños, la Srta. Meryem los cuidará a partir de hoy. — volví a hacer un reverencia.

— ¿podrías leerme un cuento? — me preguntó el más pequeño.

— claro que sí, Alteza. — estiró su mano, miré a la sultana y asintió, así que la tomé y nos fuimos a sentar no muy lejos de sus hermanos y su madre. — había una vez, una chica que le encantaba explorar el mundo, viajaba a todos los lugares, a las Américas, Europa, Asia, África, en el barco de su tripulación.

— ¿ella tenía tripulación?

— no tal cual, su padre era un pirata, uno de los más temidos en todo el Atlántico, así que la chica era muy respetada. — los demás príncipes, a excepción del mayor, se acercaron y se sentaron junto a su hermanito. — casi casi era considerada la hija de la marea, la princesa del mar, con una voz hermosa, tanto que hipnotizaba a los hombres, pero había una canción que no podía cantar, porque tanto su padre como ella tenían una maldición, al cantarla revivirían a los muertos... se cuenta que un día la princesa del mar se atrevió a cantarla llegando al puerto, pues su padre había muerto y lo extrañaba demasiado, los muertos salieron de sus tumbas y se unieron a su tripulación, desde entonces tanto el padre y la princesa como la tripulación viva y muerta, jamás volvieron a ser vistas, desaparecieron en el océano... pero hay historias de aventureros y pescadores donde juran haber escuchado una voz angelical y percibir un olor muy dulce, que caracterizaba a la princesa...

— ¿y la volvieron a ver? — negué.

— sólo los escuchan, especialmente durante las noches. — se veían demasiado intrigados.

— ¿y sabes la canción?

— sólo la princesa del mar y su padre conocen la canción, lo lamento, príncipe. — le respondí al más pequeño.

— ¿para qué quieres escucharla? ¿Para revivir a los muertos? — preguntó la sultana y el príncipe negó, sentí una mirada encima y volteé a ver al príncipe Mehmet, me miraba con una sonrisa muy linda, noté como sus mejillas se tornaron carmesí y las mías igual. La sultana lo notó, así que desvié la mirada y seguí hablando con los pequeños.

— ¿eres del harén de mi padre? — preguntó el pelirrojo.

— ¡Selim!

— es sólo una duda. — miré a la sultana, ella negó.

— no, Alteza, sólo soy una criada.

— ella sólo se encargará de ustedes, de Mihrimah y de mí, ¿sí? Como Esma y Nazli. — asintieron. — Meryem, ve por Mihrimah, extraño tener a todos mis niños juntos.

— enseguida, sultana. — volví a reverenciarme y salí de ahí para dirigirme a los aposentos de su hija. Al llegar toqué a la puerta y al decir "pase", entré. — sultana. — hice una reverencia.

— Alexandra, ¿qué ocurre?

— la sultana Hürrem solicita su presencia en sus aposentos.

— dile que en un momento iré. — sólo asentí. — y Alex... — la miré. — al parecer te tragaste tus palabras.

— no tengo de otra. — respondí, me miró seria y como ahora tengo que acostumbrarme, hacer otra reverencia y salir. Volví a los aposentos de la sultana Hürrem, me miró atenta.

— dijo que en un momento viene.

— de acuerdo, ya puedes irte. — de nuevo, otra reverencia y salir.

Ahora me dirigí al harén, necesito saber de mi hermana, si ya volvió de los aposentos del príncipe Mustafá o aún no.

— Alice... — le hablé al verla. — gracias a Dios, ¿qué tal te fue? — se sonrojó.

— ya soy la favorita del príncipe. — sonreí y la abracé. — y Allah mediante le daré un hijo, todavía falta tiempo para saber eso.

— ¿Allah mediante? — asintió. — ¿te convertiste al Islam?

— sí, Sümbul Aga acaba de ayudarme, mi nombre ahora es Handan. — sólo asentí, ¿cómo puede haberse conformado tan rápido?

— me alegro por ti, hermanita.

— gracias. — subió al piso de las favoritas y entró a una habitación.

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A partir de ahora ya no mencionaré las reverencias, ya queda implícito que cada vez que alguien llame a Meryem, debe hacer una reverencia.

LA SULTANA DE LA LUNA [SEHZADE MEHMET]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora