Amaneció, desperté aún abrazada del príncipe, lo abracé devuelta y sentí un beso en mi frente.
— buenos días, mi luna.
— buenos días, Alteza. — lo besé. — ¿está listo para un día especial?
— claro que sí.
[...]
Salimos al bosque a dar un paseo.
— ¿qué solías hacer en Yorkshire?
— no mucho, estudiar, leer, asistir a bailes... por fortuna, a veces salía de caza con mi hermano.
— ¿les permiten cazar? — negué.
— pero mi hermano y yo no somos mucho de respetar las reglas, me enseñó a usar la espada y el arco, dijo que algún día necesitaría saber cómo protegerme, tuvimos una hermana mayor... también la secuestraron y se atrevieron a extorsionar a mi padre, él no le dio importancia, creía que serían incapaces de hacerle algo a una Lady, pero... se equivocó, nos la devolvieron... sólo para sepultarla y esos hombres siguen libres por ahí. — conté tratando de no llorar, siempre que la recuerdo me entran las ganas de llorar.
— tu hermano hizo lo correcto al enseñarte defensa personal, aunque no esté permitido, uno nunca sabe cuándo el peligro se acerca, siempre hay que estar precavidos.
— creí que diría otra cosa, según lo que he escuchado, usted siempre respeta las reglas al pie de la letra.
— depende la situación, cualquier cosa que tenga relación al sultanato y las campañas, siempre lo respetaré sin importar qué, pero si se trata de mi madre, mi hermana o mis hermanos... vale la pena romper una que otra regla. — sonreí.
— me alegro de escuchar eso.
— ¿hay algún juego que tengan en Inglaterra?
— a las escondidas. — respondí. — o a los caballeros y piratas.
— ¿cómo se juega eso?
— es una batalla de espadas, normalmente de madera.
— Balibey, danos unas espadas.
— Alteza... — empezó Balibey a hablar, pero el príncipe lo interrumpió.
— danoslas, por favor.
— Alteza, pero son espadas de verdad, no creo que...
— si la sabes manejar bien, no tienes de qué preocuparte. — Balibey nos dio las espadas, sinceramente tengo miedo, no quiero lastimarlo. Nos posicionamos y comenzamos a pelear.
— ¡Mehmet! — escuché la voz enojada de un hombre, ambos volteamos.
— ¿quién es? — le pregunté.
— es mi padre, el sultán Süleyman. — ambos hicimos reverencia.
— ¿cómo es que te atreves a darle una espada a una criada?
— padre, no es cualquier criada, es mi favorita, Meryem.
— aún así no es suficiente razón para permitirle una espada, puede matarte.
— si me lo permite, su Majestad, jamás podría matar al príncipe, ni siquiera hacerle un rasguño.
— sólo estábamos jugando, Meryem sabe usar bien la espada, su hermano le enseñó, también sabe cazar animales.
— ¿de dónde eres?
— Yorkshire, Inglaterra, su Majestad. — respondí. — soy sobrina del Rey Henry VIII. — conté.
— ¿Eres la duquesa Alexandra? — asentí. — he escuchado sobre ti, que eres una joven rebelde. — volvió a mirar a su hijo. — no quiero volver a verla con una espada en la mano, ¿oíste?
— sí, su Majestad, perdóneme. — se retiró. — si queremos jugar, tendremos que estar lejos de la vista del sultán.
— ¿planea desobedecer sus órdenes? — sonrió.
— claro que no, no frente a sus ojos. — respondió. — y no frente a Balibey, sé que él mandó avisarle. — sonreí apenada.
— lamento que su padre lo haya regañado por mi culpa.
— descuida, no fue tu culpa. — besó mi frente, lo tomé del brazo y seguimos caminando.
Pasamos toda la tarde platicando, riéndonos, al anochecer, el príncipe decidió acampar.
— esa estrella es muy bonita, brilla mucho. — dije señalándola.
— es verdad, resplandece más que las estrellas a su alrededor.
— y junto a la luna llena, se ve hermosa. — me miró. — ¿traigo algo en la cara? — pregunté divertida, acercó su mano a mi cara y acarició mi mejilla.
— ni la luz de mil estrellas puede compararse con el brillo de tus ojos, resplandecen cada vez que ves algo que te emociona, como las flores, las estrellas, la luna, jugar.
— y también cuando lo veo a usted. — acaricié su mejilla y sonrió tiernamente.
— anoche dijiste que quieres convertirte al Islam. — asentí. — bueno... resulta que no necesitamos a Sümbul para eso, puedo ayudarte. — le habló a otra criada y ella le entregó un libro. — este es el Corán, yo te convertiré al Islam.
— es un honor, Alteza. — se acercó a besarme, luego tomó mi velo y lo desplazó para que cubriera mi cuello y llegará de nuevo a mi espalda.
Y dio por iniciado el ritual.
Sé que te prometí serte siempre fiel, mi Señor Jesucristo, pero he caído en las redes del amor y por ese mismo amor puedo llegar a hacer cualquier cosa, hasta cambiar mi religión. Tengo que aceptar que no volveré a mi hogar con mi madre y mi hermano mayor, y que aquí me encuentro completamente sola. Bueno, a excepción del apuesto príncipe Mehmet, sólo lo tengo a él... y quizás a su madre, aún no sé si me he ganado su confianza, pero me esforzaré por ganármela. Dios mío, perdóname por mis pecados, perdóname por renunciar a ti y abandonarte, pero cuando más te necesité, ¿dónde estabas? Me arrebataste a mi hermana mayor y ahora nos has arrebatado de las manos de nuestra madre y nuestro hermano. Lo lamento, pero es tiempo de seguir adelante.
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LA SULTANA DE LA LUNA [SEHZADE MEHMET]
FanfictionUna joven inglesa, fue raptada de su hogar y vendida al lejano palacio Topkapi, para ser educada como criada del harén de su Majestad, el Sultán Suleyman, sirviendo a la Sultana Hürrem y a la Sultana Mihrimah. Pero justo llegó el momento en el que...