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Saliendo de las clases, una de las mujeres del harén me mandó llamar.

— Alexandra, la Sultana Mihrimah quiere que vayas a sus aposentos. — me informó. — comportate, si lo haces y le das un bebé al sultán o si te envían al harén de algún príncipe y le das un heredero, gobernarás el lugar, el mundo entero, claro... por debajo de la Sultana Hürrem, la Sultana Mihrimah y por supuesto el sultán.

— no me interesa nada de eso.

— y a mí no me interesa tu opinión, por favor comportate frente a la sultana. — me acompañó hasta los aposentos de la sultana, tocó a la puerta y hasta escuchar un "pase", los guardias nos dejaron entrar.

Ahí se encontraba la sultana de hace rato y otra mujer igual de elegante, de cabello pelirrojo y ojos azules. Debo aceptar que es muy bonita.

— inclinate. — me obligó a hacer una reverencia.

— ¿cómo te llamas? — me preguntó la sultana pelirroja.

— Alexandra Darcy. — me sonrió de manera cálida y miró a la mujer que me trajo.

— viene de Yorkshire, Inglaterra, sultana.

por favor, ayúdeme a volver a mi hogar, seguramente los guardias nos estarán buscando a mí y a mi hermana.

— ¿guardias? — preguntó. — ¿quién eras allá?

— Lady Alexandra Darcy, duquesa de York.

— de la realeza. — miró a la chica. — al parecer tenemos a una duquesa entre nuestras criadas.

— por favor, sultana, ayúdenos a volver a nuestro hogar.

— eres propiedad de la dinastía otomana, una criada, me gustaría ayudarte pero no está en mi poder hacerlo. — hizo un ademán, indicando que saliéramos.

— quiteme la vida, pero jamás... ¿oyó? Jamás serviré a otra gente ni tampoco seré una máquina de bebés.

— eso lo veremos. — respondió la chica, la mujer me tomó de nuevo del brazo y salimos de los aposentos, no sin antes hacer una reverencia –a regañadientes de mi parte–.

— te dije que te comportaras.

— ejecutenme o encierrenme si quieren, no me importa.

— insolente. — me devolvió al harén.

¿Ahora qué hiciste, Alexandra?

— ¿tú qué crees?

— Alex, no saldremos de aquí, acéptalo, además... este lugar no se ve tan mal.

¿cómo? ¿Te está gustando este lugar?

— no, pero tampoco estamos en pésimas condiciones, deberíamos agradecerle a Dios que estamos vivas y bajo un techo.

— en serio lo hago, pero... — mis ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó. — extraño a mamá y a Will.

— yo igual. — me abrazó.

Pasó el día y la noche, tan fresca y tan cálida a la vez, Alice tiene razón, no estamos tan mal, pero... jamás en mi vida creí que le serviría a alguien más. ¿Será esta una prueba de Dios que tengo que pasar para ganarme el descanso eterno?

A la mañana siguiente, volvimos a salir por nuestras clases, hoy de modales e idiomas.

— ¡Atención, el príncipe Mehmet está aquí! — volvimos a hacer una fila haciendo reverencia. El príncipe tenía una mirada fija en su camino, pero volteó disimuladamente a verme y sonrió, para luego seguir caminando.

— parece que el príncipe ha puesto sus ojos en ti. — me sonroje involuntariamente. — sigan su camino, muchachas. — seguimos caminando.

[...]

— ¡Alexandra, Alice! — nos hablaron, dejé del trapo y me levanté. — vengan. — nos acercamos a Sümbul. — Alice, ve a prepararte, eres afortunada, esta noche estarás con el príncipe Mustafá en la cámara privada. — le avisó con una gran y pícara sonrisa, ella me miró. — son órdenes de la sultana Mahidevran, no puedes negarte.

estaré bien, que Dios te proteja.

— amén. — mi hermanita se fue hacia los baños.

— ¿pasar la noche significa...? — asintió. — será una mujer impura, es un pecado.

— sería un pecado si fuera una mujer libre, ahora tú, a partir de hoy serás la criada de la sultana Hürrem, desde ahora le servirás a ella y a sus hijos.

— no tengo alternativa. — comencé a caminar hacia el harén.

— ¿a dónde vas? ¡Ve a los aposentos de la sultana! A partir de hoy dormirás ahí.

— ¿Junto a la sultana?

— en la habitación continúa.

— de acuerdo. — me dirigí a los aposentos de la sultana, toqué antes de entrar y hasta escuchar el "pase", entré.

— Alexandra... — hice una reverencia. — ven aquí. — señaló el lugar junto a ella. — siéntate junto a mí. — lo hice. — ¿sabes por qué te llamé?

— ¿porque ahora soy su criada?

— así es, pero también porque me recuerdas a alguien... Te entiendo perfectamente, te secuestraron y te vendieron, llegaste aquí y ahora quieres irte, eres católica así que le pides a Dios, Cristo y a la Virgen que te ayuden, pero no podrás irte, sólo te queda aceptar tu destino. — comentó. — cuando llegué, tuve una amiga que me ayudó a llegar a dónde estoy ahora, lamentablemente me traicionó y está exiliada. — contó.

— ¿usted quiere ayudarme? — asintió. — ¿por qué?

— porque puedo ver lo mismo que esa mujer vio en mí. — la miré confundida. — todo lo que tienes que hacer es jurar lealtad hacia mí y mis hijos. — asentí.

— lo haré, sultana.

— pero a partir de ahora, tu nombre será Meryem.

— ¿Meryem?

— sí, significa "mar de tristeza", se puede notar eso en tus ojos. — sólo suspiré, no se equivoca. — descuida, estando a mi servicio estarás bien, mientras seas leal a mí.

— le juro ser leal, sultana. — me arrodillé y besé su vestido.

Tal vez siguiéndole el juego a los otomanos, algún día logre volver a casa y pasar la prueba que Dios nos ha puesto a Alice y a mí.

— eso espero, la lealtad es lo que más importa. — asentí. — para ser inglesa, hablas turco muy bien.

— en nuestro hogar, teníamos una institutriz que nos enseñaba sobre cultura, idiomas, modales, música, baile... sé hablar ruso, español, latín, alemán, francés y turco. — conté.

su institutriz te educó bien. — dijo en ruso.

sí, es una muy buena mujer, era nuestra segunda madre. — sonrió. — ¿me necesita para algo más, sultana?

— eso es todo, Meryem, puedes ir a tu habitación. — me levanté, hice una reverencia y me retiré hacia la puerta de un lado, era una pequeña habitación, pero acogedora.

Meryem... suena muy lindo.

LA SULTANA DE LA LUNA [SEHZADE MEHMET]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora