siete (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)

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El viaje en tren a Gwangju fue relativamente corto, pero para Minho, que no podía contener la ansiedad en su cuerpo, fue un viaje que parecía no tener fin.

Sus amigos a su lado, iban charlando sobre el paisaje, sobre el clima, sobre quiénes compartirían habitación en la cabaña que habían alquilado para la semana, pero Minho no podía concentrarse en ninguna conversación. Su mente no dejaba de trabajar, creando escenarios donde no había información alguna, dónde todo lo que pasó las últimas semanas era producto de su imaginación y Nini en realidad sólo había sido una jugarreta de sus sueños.

Era imposible, en realidad, pues sus padres lo habían confirmado. Había fotos, había recuerdos, había un peluche de Chococat entre sus manos. Pero nada en Minho parecía trabajar de manera lógica mientras el tren avanzaba hacia su destino.

¿Y si Nini no quería verlo? ¿Si lo odiaba por haber fallado a su promesa de estar juntos para toda la eternidad? Minho creía que eso era peor que la nula existencia del niño de sus sueños.

No podría soportar que el Nini que tanto creía querer lo mirara con odio.

—¿Estás nervioso? —preguntó Felix a su lado—, deja de pensar tanto, Minho. Todo saldrá bien, ya lo verás.

Minho le dedicó una pequeña sonrisa. Esas palabras pudieron calmar un poco su nudo en la garganta. Debía mantenerse positivo, iba a ser la única forma de pasar esa semana sin caer en un pozo depresivo.

Una vez en Gwangju, tomaron un taxi para llegar a la cabaña, donde pudieron asentarse y acomodar sus cosas antes de volver a salir.

Para ir al Hogar, habían tenido que sacar una cita con anticipación y recién tenían la cita para dentro de cuatro días, por lo que habían planeado actividades para pasar esos días conociendo la ciudad.

El primer día, fueron al Mudeungsan National Park y al Uijae Museum of Korean Art. Fue un día donde se divirtieron y Minho pudo alejar sus malos pensamientos y dejarse llevar. Sus amigos siempre le levantaban el ánimo y pasar el tiempo con ellos, aún con el pasar de los años, no dejaba de ser precioso.

A veces, a lo lejos, los observaba mientras pensaba que agradecía tenerlos. Él sólo, lo más probable es que no se hubiese animado a pasar ésta travesía para encontrar a Nini, y ellos en unos minutos, por mensaje y a kilómetros de distancia, crearon un plan para ayudarlo y acompañarlo.

Si la vida había decidido sacarle a Nini, estaba seguro que había sido recompensado de ésta manera. Con cinco amigos gloriosos.

Para el segundo día no tenían nada planeado. Se despertaron tarde porque caminaron todo el día anterior por el parque nacional y estaban por demás cansados. Minho, ésta vez, no había pegado post its en ningún lado, porque sus amigos le recordaban cada pequeña cosa que se le pasaba. Ellos ya estaban acostumbrados a que Minho fuese olvidadizo con el celular, las llaves, su abrigo o su billetera.

Ese día, decidieron salir a comer por la ciudad, sentándose en un bonito restaurante al aire libre.

—Quedan dos días, ¿Hay algún plan B? —preguntó Christopher— digo, en caso de que el Hogar no nos pueda decir nada.

—Trataremos aunque sea que nos den el nombre —respondió Changbin—, de esa manera estaremos un paso más cerca y la búsqueda será más fácil. No creo que nos nieguen saber eso.

Minho suspiró, revolviendo su plato con los palillos. Estaba seguro que el Hogar le daría información, pero no había pensado qué pasaría si se iban de allí sin saber nada. ¿Dónde los dejaría esa situación?

Sintió la mano de Jisung en su hombro y se animó otra vez, debía pensar en positivo. A veces olvidaba también eso.

El tercer día, decidieron volver a la ciudad y recorrer lugares que vieron desde afuera el día anterior. Fueron a tres museos, Gwangju National Museum, Gwangju Museum of Art y Gwangju History & Folk Museum.

Minho se maravillaba con cada cosa que veía, había vivido tantos años de su vida en ese lugar y recién ahora, años después, tenía la oportunidad de conocerlo. De realmente conocerlo. Llevaba su libreta, donde anotaba datos curiosos e historias pasadas, quería al llegar a su departamento, escribir una historia sobre su lugar de nacimiento. Le picaban los dedos por hacerlo. Quizás cuando llegase a Busán lo haría en la laptop de su padre, temiendo en esas semanas de vacaciones olvidar algún dato que no llegó a escribir y que sólo residía en su memoria. En su mala memoria.

El cuarto día, el día de la cita en el Hogar, Minho despertó mucho antes de lo necesario. Sus amigos dormían y él se levantó para hacerse un café y sentarse en silencio en la pequeña sala que por una semana compartían.

Ya había llegado el día, el día en el que quizás obtendría respuestas. El peluche de Chococat en su mano pesaba como una cruz. Una cruz que llevaba por fallar a su promesa, por olvidar a quien había sido una parte importante en su niñez. Quizás la única parte importante. Quizás Nini había sido todo, el peso del Chococat se lo confirmaba.

No podía dejar de imaginar esas pequeñas manos acariciando sus mejillas, limpiando sus lágrimas cuando se lastimaba las rodillas si se caía al correr. Esa sonrisa con la que despertaba a diario. Esos ojos que lo miraban con total devoción, con un amor que Minho no podía explicar. El calor de ese pequeño cuerpo cuando lo abrazaba para dormir juntos luego de un largo día.

Deseó que esas manitos lastimadas le limpiaran las lágrimas que ahora mismo caían por su rostro.

Suspiró y dejó su taza de café para ir a bañarse y prepararse para el día.

El día en que quizás, pueda estar más cerca de volver a sentir esas manos.
















si puedo en un ratito actualizo de nuevo
YA CASI LLEGAMOS

kuromi keychain     [  jeongho  ]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora