kuromi keychain [ jeongho ]

doce (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)

Es tan irreal todo lo que está sucediendo que apenas logró dormir, los rayos del sol se cuelan por sus cortinas y sabe que aunque lo intente ya no logrará conciliar el sueño. Es sábado, no debe ir a la universidad y le dieron el día libre en el trabajo, lo que menos quería es despertarse temprano; pero ahí está, mirando su techo y rememorando en su cabeza los sucesos del día anterior, los que aún no logra creer del todo.

Había pasado tantos años como un lobo solitario, sin amigos que duraran, ni en el Hogar ni en la escuela, sin familia, sin nada a qué aferrarse. Las únicas personas que había considerado su familia durante estos años habían sido Sor Hyuna y Sor Yeji, pero aún así seguía siendo su trabajo y Jeongin jamás pidió demasiado. Sabía que ellas estaban ocupadas, que los niños en el Hogar cada vez eran más; que los menores necesitaban muchos más cuidados y que las solicitudes de adopción se acumulaban en el escritorio. El ya estaba mayorcito para pedir atención, para reclamar un abrazo, para esperar tiempo de calidad; entonces se acostumbró a esa nueva realidad.

Dejó de ser un preadolescente problemático y se encargó de sí mismo, demasiado con que su familia no quería y nunca quiso hacerse cargo de él, no quería que la carga recayera en alguien más. Se encargó de estudiar y tener buenas notas, de acomodar su habitación y de ayudar con los niños chiquitos que seguían llegando al Hogar. De su edad quedaban pocos, y la mayoría conseguía familia rápidamente. Su suerte no era la misma... Pero estaba bien. Tenía un techo sobre su cabeza y un plato de comida todos los días. Sólo debía estudiar y trabajar. Y eso hizo.

Al principio fueron trabajos tontos que le daban algunos centavos para permitirse alguna chuchería en el kiosco que estaba fuera del colegio, pero antes de terminarlo se esforzó por conseguir un buen trabajo y lo encontró. La casa de comida rápida en la que entró le dejaba dinero suficiente para ahorrar, aunque quería conseguir una beca en la universidad, debía costear pasajes y un lugar donde quedarse mientras conseguía otro trabajo.

Ahorró por meses mientras se quemaba las pestañas estudiando para obtener su beca. Cuando la obtuvo, fue el día más feliz en sus dieciocho años. Tener esa beca significaba poder estudiar lejos, poder trabajar en un mejor lugar y poder devolver al Hogar lo que tanto le habían dado durante años. Quería que estuvieran orgullosos de él, de la persona en que se había convertido, pero fue tan difícil cuando llegó a Seúl.

La ciudad era complicada y para él, un chico criado en un Hogar en el campo, todo era nuevo y demasiado ruidoso. Los alquileres sobrepasaban el precio que él había esperado y los trabajos eran aún más difíciles de conseguir. Y ni hablar de sus compañeros de carrera. Jeongin no tenía la mejor ropa ni los mejores útiles y durante sus primeros meses había sido víctima de burlas por su forma de vestir. Pero lo aguantaba, no podía permitirse comprar ropa nueva y sólo tenía lo poco que se había llevado del Hogar en su maleta y un conjunto nuevo de ropa que Sor Hyuna le había regalado antes de irse. Tampoco tenía celular aún, lo había vendido antes de irse para poder costear mejor su nueva vida en la ciudad, por lo que sólo podia mandar cartas al Hogar para que supieran que estaba bien.

No lo estaba.

Había creído que su soledad era producto de su vida en el orfanato, que salir a la vida le iba a traer nuevas experiencias, nuevos amigos. No fue así, por lo menos no al principio.

Hasta que conoció a Seungmin. Al igual que él, parecía un rechazado social en la universidad, fue fácil acercarse pero fue difícil entablar una conversación. Así que Jeongin fue claro y conciso.

—Soy huérfano, vengo del campo y no entiendo nada en esta ciudad horrible. ¿Quieres ser mi amigo?

—Me escapé de mi hogar porque mi papá me golpeaba y ahora estoy solo. ¿Tú estás seguro de querer ser mi amigo?