Capitulo 3.

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Land se pone loco de emoción.

— Pero ¿qué hacía en Vowles's?

Su curiosidad rezuma por el teléfono. Estoy al fondo del almacén e intento que mi voz suene despreocupada.

— Pasaba por aquí.

— Me parece demasiada casualidad, Carlos. ¿No crees que ha ido a verte?

El corazón me da un brinco al planteármelo, pero la alegría dura poco. La triste y decepcionante realidad es que había venido por trabajo.

— Ha venido a visitar el departamento de agricultura de la universidad. Financia una investigación — murmuro.

— Sí, sí. Ha concedido al departamento una subvención de dos millones y medio de dólares.

Wow.

— ¿Cómo lo sabes?

— Carlos, soy periodista y he escrito un artículo sobre este tipo. Mi obligación es saberlo.

— Vale, Carla Bernstein, no te sulfures. Bueno, ¿quieres esas fotos?

— Pues claro. El problema es quién va a hacerlas y dónde.

— Podríamos preguntarle a él dónde. Ha dicho que se quedaría por la zona.

— ¿Puedes contactar con él?

— Tengo su móvil.

Land pega un grito.

— ¿El soltero más rico, más escurridizo y más enigmático de todo Formigine te ha dado su número de móvil?

— Bueno... sí.

— ¡Carlos! Le gustas. No tengo la menor duda — afirma categóricamente.

— Land, solo pretende ser amable.

Pero incluso mientras lo digo sé que no es verdad. Charles Leclerc no es amable. Es educado, quizá. Y una vocecita me susurra: Tal vez Land tiene razón. Se me eriza el vello solo de pensar que quizá, solo quizá, podría gustarle. Después de todo, es cierto que me ha dicho que se alegraba de que Land no le hubiera hecho la entrevista. Me abrazo a mí mismo con silenciosa alegría y giro a derecha e izquierda considerando la posibilidad de que por un instante pueda gustarle. Land me devuelve al presente.

— No sé cómo podremos hacer la sesión. Ollie, nuestro fotógrafo habitual, no puede. Ha ido a Módena a pasar el fin de semana con su familia. Se mosqueará cuando sepa que ha perdido la ocasión de fotografiar a uno de los empresarios más importantes del país.

— Mmm... ¿Y Esteban?

— ¡Buena idea! Pídeselo tú. Haría cualquier cosa por ti. Luego llamas a Leclerc y le preguntas dónde quiere que vayamos.

Land es insufriblemente desdeñoso con Esteban.

— Creo que deberías llamarlo tú.

— ¿A quién? ¿A Esteban? — me pregunta en tono de burla.

— No, a Leclerc.

— Carlos, eres tú el que tiene trato con él.

— ¿Trato? — exclamo subiendo el tono varias octavas. — Apenas conozco a ese tipo.

— Al menos has hablado con él — dice implacable. — Y parece que quiere conocerte mejor. Carlos, llámalo y punto.

Y me cuelga. A veces es muy autoritario. Frunzo el ceño y le saco la lengua al teléfono. Estoy dejándole un mensaje a Esteban cuando Otmar entra en el almacén a buscar papel de lija.

𝑭𝒊𝒇𝒕𝒚 𝑺𝒉𝒂𝒇𝒆𝒔 𝑶𝒇 ℱ𝑒𝓇𝓇𝒶𝓇𝓊.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora