— Hola.
Me siento terriblemente tímido cuando abro la puerta. Charles está en el porche, con sus vaqueros y su cazadora de cuero, se ve malditamente sexy.
— Hola — dice, y su radiante sonrisa le ilumina el rostro.
Me detengo un instante para admirar su belleza. Madre mía, está buenísimo vestido de cuero, le queda tan perfecto.
— Pasa.
— Si me lo permites — contesta, divertido. Cuando entra, le veo una botella de champán en la mano. — He pensado que podríamos celebrar tu graduación. No hay nada como un buen Bollinger.
— Interesante elección de palabras — comento con sequedad.
Él sonríe.
— Me encanta la chispa que tienes, Carlos.
— No tenemos más que tazas. Ya hemos empaquetado todos los vasos y copas.
— ¿Tazas? Por mí, bien.
Me dirijo a la cocina. Nervioso, sintiendo las mariposas en el estómago; es como tener una pantera o un puma en mi salón, listo para el acecho.
— ¿Quieres platito también?
— Con la taza me vale, Carlos — me responde Charles distraídamente desde el salón.
Cuando vuelvo, está examinando el paquete marrón de libros.
Dejo las tazas en la mesa.
— Eso es para ti — murmuro algo ansioso.
Mierda... Seguro que esto termina en pelea.
— Mmm, me lo figuro. Una cita muy oportuna. — Pasea ausente el largo índice por el texto. — Pensé que era d'Urberville, no Ángel. Has elegido la corrupción. — Me dedica una breve sonrisa lobuna. — Solo tú podías encontrar algo de resonancias tan acertadas.
— También es una súplica — le susurro.
¿Por qué estoy tan nervioso? Tengo la boca seca.
— ¿Una súplica? ¿Para qué no me pase contigo?
Asiento con la cabeza.
— Compré esto para ti — dice él en voz baja y con mirada impasible. — No me pasaré contigo si lo aceptas.
Trago saliva compulsivamente.
— Charles, no puedo aceptarlo, es demasiado.
— Ves, a esto me refería, me desafías. Quiero que te lo quedes, y se acabó la discusión. Es muy sencillo. No tienes que pensar en nada de esto. Como sumiso mío, tendrías que agradecérmelo. Limítate a aceptar lo que te compre, porque me complace que lo hagas.
— Aún no soy tu sumiso cuando lo compraste — susurro.
— No... pero has accedido, Carlos.
Su mirada se vuelve recelosa.
Suspiro. No me voy a salir con la mía, así que pasamos al plan B.
— Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello? — Me mira con desconfianza, pero cede.
— Sí.
— En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una que trabajé en Milán y a la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.
— Si eso es lo que quieres hacer... — Aprieta los labios. Parece decepcionado.
Me sonrojo.
— Me lo pensaré — murmuro.
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𝑭𝒊𝒇𝒕𝒚 𝑺𝒉𝒂𝒇𝒆𝒔 𝑶𝒇 ℱ𝑒𝓇𝓇𝒶𝓇𝓊.
Science FictionCuando el estudiante de Literatura Carlos Sainz recibe el encargo de entrevistar al exitoso y joven empresario Charles Leclerc, queda impresionado al encontrarse ante un hombre atractivo, seductor y también muy intimidante. El inexperto e inocente C...