Dos años, habían pasado dos años desde que despertó en el pasado. Lo que sin duda le había ayudado mucho para mejorar algunas cosas de su vida, como, por ejemplo, haber conseguido un nuevo trabajo en base a las oportunidades que le otorgaron sus amplios conocimientos en pociones. Cosas que anteriormente, había desaprovechado por estar inmerso en su agonía miserable.
Aun así, no se había mudado de departamento, estaba demasiado ocupado trabajando doce horas diarias y ahorramos dinero como para permitirse ese lujo.
Prontamente podría comprarse una casa adecuada, por ahora, solo se mantendría ocupado en su monotonía de: trabajar, comer y dormir. Cosa que, por cierto, le servía para dejar de pensar en el futuro aterrador que se le acercaba y le permitía dormir lo suficientemente cansado como para no tener pesadillas durante la noche.
Y, de todos modos, él estaba acostumbrado a eso. A vivir en la pobreza. Severus había crecido pobre y aunque cuando comenzó a trabajar en Hogwarts vivía mucho mejor que en su niñez, ahora mismo aquello no significaba nada y podía soportar vivir de esa manera un poco más.
Era un sacrificio que haría antes de mejorar su vida por completo, donde se aseguraría de no cometer los mismos errores y de encontrar mejores opciones para proteger a Potter. Opciones que no arriesgaran su vida esta vez, preferiblemente.
Severus dejó salir un suspiró, ¿Qué había ocurrido con él? Había pasado de detestar la idea se vivir un día más, a desear vivir un día más.
Supongo que tiene que ver con haber tenido una segunda oportunidad, pensó para sí mismo.
Vagamente recordó a Lily y pensó en las posibilidades de poder salvarla si es que hubiese regresado un par de años antes en el tiempo. De ser así, ella aún seguiría viva, él no tendría que pensar en cómo proteger a Potter—al menos, no más de lo necesario —, y tal vez hubiesen arreglado su amistad. Probablemente.
Pero, aunque pensaba en eso, Severus sabía que aquello solo eran fantasías de un tonto enamorado y arrepentido. En el fondo, y aún con todos esos años vividos en su antigua vida, seguía doliéndole la partida de Lily. Su muerte lo había dejado con un agujero en el corazón que, estaba seguro, jamás podría arreglar.
Él la había amado, pese a su rechazo, él la había amado y la seguía amando. Su amor no era más que un anhelo sin esperanza que jamás sería cumplido, pero aun así era incapaz de dejarlo ir. Porque era suyo. Era su amor y era el último rastro que le quedaba de Lily para sí mismo. Y lo que él amaba, por lo demás, lo amaba para siempre.
Sus ojos quemaron y se nublaron por causa de las lágrimas, pero él se negó a soltarlas y siguió caminando en medio de la fría noche como si nada pasase. Hacía ya mucho tiempo que había aprendido a endurecer su corazón y reprimir sus emociones como para dejarse vencer por lo emocional que solía ser en su juventud.
Saliendo del callejón Diagon, encontrándose en el mundo muggle, se dirigió a uno de los edificios cercanos al lugar. Una serie de edificios viejos y que parecían a punto de derrumbarse.
Su figura delgada se encontraba cubierta por su túnica y capa negra que lo abrigaban del frío con ayuda de un hechizo calentador, en tanto sus cabellos largos se movían, de vez cuando bloqueándole la vista, por causa del fuerte viento.
Una maldición se escapó de sus labios, mientras apuraba el paso, sus botas resonando contra el pavimento de las solitarias calles.
Falta poco, pensó con un dejo alegría. Faltaban al menos cinco cuadras antes de llegar a su departamento, que, aunque pequeño y viejo, era cálido.
Sus ojos negros fueron a parar al cielo, solo podía verse la luna por entremedio de aquellas enormes nubes oscuras que presagiaban fuertes lluvias.
Con amargura pensó que estaba demasiado viejo para seguir trabajando, pero su mente al instante le recordó que ahora solo era un hombre de veintidós, casi veintitrés años que estaba comenzando a vivir. De nuevo.
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Reflejos iridiscentes |Severitus|
FanfictionSeverus Snape no esperaba encontrar a una niña de cuatro años acurrucada bajo un árbol de navidad. Y mucho menos esperaba, años después, tener al-niño-que-vivió pegado a él después de una cena en navidad. ¿Qué tipo de broma extraña era aquella? ¿...