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Severus miró a la niña sentada en el centro del estudio, estaba rodeada de libros infantiles muggles con el ceño fruncido y parecía concentrada.

Un grueso y enorme libro descansaba sobre sus pequeñas piernas. Sus ojos marrones se movían con avidez sobre el papel, mientras que, a su lado, un pergamino con una letra infantil y desordenada se encontraba.

Ciertamente, Hermione era alguien que disfrutaba aprender. De lo contrario, Severus no se explicaba como la niña de cinco años podía estar estudiando cuando era su tiempo de juego. Por otro lado, aquello también era bueno. Hermione podría aprender mucho más rápido algunos conceptos y, tal vez, él mismo podría enseñarle a proteger su mente.

Aunque en lo primero que trabajaría Severus en ese momento era en planear sus movimientos futuros para destruir a Voldemort y poder alejarse de Harry Potter lo más posible, inclusive si él niño acabase siendo amigo de su hija, Snape quería verlo solamente el tiempo necesario en su vida.

Nada más que lo necesario. Y ni siquiera eso.

Francamente, Severus estaba cansado.

Ya había vivido por Potter una vez y no pensaba hacerlo de nuevo. Por supuesto, lo ayudaría. Pero no viviría su vida de nuevo por él. Ahora tenía una hija, una familia, algo que no tuvo desde que su madre murió y él y Lily discutieron. Severus no quería perder eso. Incluso si debía sacrificar algunas cosas, él no perdería a su familia. No cuando le había costado tanto encontrarla.

"Papi, ¿hoy vamos a bañarnos?" Hermione preguntó.

Severus la miró, arqueando una ceja. "¿Vamos?"

Hermione asintió, mirándolo con sus ojos marrones repletos de inocencia e ilusión. "Sip, Draco y él tío Lucius se bañan juntos a veces", ella le dijo. "Entonces nosotros también podemos hacerlo."

Severus negó. "¿Cómo lo sabes?" y se sintió tonto después de preguntar. Era obvio quien se lo había dicho a la niña.

"Draco." Hermione respondió.

Severus lo sabía. Draco Malfoy solía contarle todo a Hermione, absolutamente todo, lo que le daba ideas a la pequeña Insufrible y ocasionaba que ella pidiera hacer cosas como: Querer disfrazarse de algún personaje de cuento, tratar de trenzarle el cabello —cosa que Hermione había hecho con el cabello de Lucius antes—, e incluso, como ahora, querer bañarse junto a él.

"Ellos lo hacen porque ambos son hombres." Severus dijo. Y Hermione frunció el ceño.

"¿Y?"

"Pequeña Insufrible," masculló Severus, antes de aclarar su garganta y mirar a la niña. "hay cosas que una niña no debe ver de su padre." Le explicó.

"¿Por qué?"

"Porque no es correcto."

"¿Por qué no es correcto?"

Severus carraspeo.

Hermione se quejó, cruzándose de brazos y mirando a Severus obstinadamente.

"No, Hermione." Severus dijo, mirándola con seriedad.

Hermione desvío la mirada tercamente, sus mejillas rojas y su ceño fruncido. "No me voy a bañar nunca más", declaró berrinchuda.

Severus alzó una ceja y se acercó a la niña, cargándola entre sus brazos.

"Entonces apestaras eternamente." El hombre se burló. "Y no podrás dormir en mi cama otra vez."

Hermione lo miró sorprendida.

Reflejos iridiscentes |Severitus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora