Despertar con los rayos de sol abriéndose paso en las ventanas de mi habitación de hotel me reconforta y me llena de energía y buenas vibras. Después de regresar de mi pequeño recorrido ayer caí en la cama y me quedé dormida casi de inmediato, ni siquiera atiné a bañarme, apenas si logré quitarme los zapatos. Dormí toda la noche de un tirón, soñando con la posibilidad de tener mi propia academia y disfrutar de la pintura. Ahora que lo pienso ayer ví una pequeña galería de arte de regreso al hotel, quizá sea una oportunidad de trabajo haciendo lo que me gusta.
Ruedo en la cama deseando no tener que salir de mi pequeño mundo de ensoñación, pero haberme dormido ayer sin molestarme en ducharme tiene sus consecuencias y ya me siento bastante sudada. De hecho, ahora mismo tengo la apariencia de una gallineta y estoy bastante segura de que ya empiezo a oler a zorrillo.
Sin más remedio casi me arrastro fuera de la cama para volver a lucir como una persona y me meto al baño despojándome en el camino de mi ropa y tropezando con los zapatos que ayer dejé tirados en medio.En la habitación contínua a la mía se escucha a todo volumen Happy, de Pharell Williams. Alguien se levantó hoy de muy buen humor. Contagiada con las buenas vibras que me transmite la canción me dejo llevar y entro en la ducha tarareándola.
**…Because I´m Happy
Clap along if you feel like a room without a roof
Because I´m happy
Clap along if you feel like happiness is the truth
Because I´m happy
Clap along if you know what happiness is to you
Because I´m happy
Clap along if you feel like that´s what you wanna do…Para cuando acaba la canción; por segunda vez; ya he terminado de ducharme. Salgo del cuarto de baño envuelta en una toalla porque de nuevo olvidé llevar el cambio de ropa antes de entrar. Aun así, siento la energía positiva que me dejaron la canción y el buen baño todavía fluyendo en mi ser. Por supuesto, la felicidad dura muy poco a los pobres y en este momento, yo soy tan rica como los ***Weasley.
—¡¿Cómo demonios entraste aquí!?
Sentado en mi cama, —con una sonrisa arrebatadora debo admitir— está la personificación del karma para mí, nada menos que el playboy idiota.—No tengo problema, pero realmente prefiero esperar al matrimonio antes de que me seduzcas, soy un poco conservador.
¡Carajo! Sin pensarlo dos veces corro de nuevo al baño; había olvidado por completo que lo único que me cubría era una diminuta toalla. Lo escucho reír con ganas al otro lado de la puerta y es una pena que aun no desarrollo la telepatía o lo hacía lanzarse por el balcón.
—¿Cómo entraste? —repito mi pregunta.
—¿Cómo si no? Por la puerta.
—Deja de hacerte el gracioso y contesta. —exijo— ¿Cómo te las arreglaste para entrar?
—Digamos que la chica del servicio de habitaciones tiene fascinación por mis hoyuelos y a mí no me costaba nada sonreírle un poco. —No lo veo pero sé que debe estar sonriendo arrogante— Pan comido en realidad.
—¿Quién eres realmente y qué quieres de mí?
Él responde soltando una carcajada. Ahora que me escuché decirlo la pregunta suena en realidad demasiado peliculera. En mi mente sonaba más temeraria. Pero eso me importa poco así que vuelvo a insistir.
—Responde o llamo a la policía.
—¿Te estás escuchando? —pregunta entre risas— Primero, eso suena ridículo y segundo, ¿con qué teléfono llamarás? Dudo que te hayas llevado el móvil al baño.
Maldición. ¿Cómo demonios me libro yo de ésta?
—Vaya, ¿pero qué es esto, princesa?
¿De qué está hablando? ¿Habrá hurgado en mi mochila? Ay no, ¿y si vio el dinero? O peor, las bragas fosforescentes.
En un arranque de valentía abro la puerta del baño haciendo acopio de toda mi heroicidad intentando no perder la dignidad en el proceso.
—Suelta lo que…
—¿Que suelte qué?
La pregunta me toma por sorpresa porque lo encuentro demasiado cerca de mí. Para empezar, no tiene nada en la mano y estoy bastante segura de que nunca lo tuvo. Probablemente su supuesto descubrimiento sólo fue una estrategia para hacerme salir del baño; al que no puedo volver a escapar porque él se ha encargado de cerrar la puerta tras de mí y aun sostiene el pomo entre sus manos.
Así que ahora me encuentro atrapada entre un chico impertinente y —aunque me cueste admitirlo— sumamente atractivo y una pared. Soy consciente de que debería separarme de él, al fin y al cabo se supone que lo detesto, pero al mismo tiempo no puedo evitar perderme en el aroma de su colonia o el misterio que esconden sus ojos. Su mirada se va al sofá donde había dejado mi mochila y luego vuelve a reparar en mí.
—Deberías vestirte, por mucho que me guste cómo te queda este… atuendo, no creo que te sientas cómoda. —Su voz que ya no suena divertida, sino ronca y… madura, me devuelve a la realidad.
Tiene razón. Ahora mismo sigo cubierta únicamente por una toalla, lo único que impide que me quede desnuda frente a un completo desconocido. Porque sí, aunque nos hemos encontrado más veces de la que quisiera, yo al playboy no lo conozco de nada.
Paso por su lado y saco de mi mochila el short de mezclilla y una de las camisetas con mangas; blanca y en la parte de atrás tiene escrito el nombre de una de mis bandas preferidas, Imagine Dragons. Con sumo cuidado saco también el par de bragas y ajustador que aun tengo limpios; rezando para que no las vea y me meto de nuevo al baño bajo su atenta mirada.
Minutos después salgo del cuarto de baño ya vestida y todavía lo siento observarme. Sin darle tiempo a que pueda decir algo más, guardo en una bolsa que encontré en el baño la ropa sucia y la dejo en una esquina, debería lavarla luego.
Recojo los zapatos y me los pongo, todavía sintiéndome observada.—¿Tengo algo en la cara? —le pregunto porque el hecho de que continúe escudriñándome en completo silencio comienza a molestarme.
—Es justamente lo que no tienes.
—¿Qué? —¿De qué está hablando?
—Olvídalo. —Lo veo ponerse de pie y tomar la cámara que había dejado en la mesita.
—¿Qué haces con eso? Ya déjalo donde lo tomaste.
—¿Por qué? —Sonríe y me toma una foto divertido— Vamos, debes sonreír un poco más.
—Ya devuélveme la cámara. —pido acercándome a él.
—No quiero. —niega retrocediendo.
Me acerco de nuevo extendiendo una mano esperando que me la entregue y por cada paso que doy él retrocede dos.
—Ya basta de juegos. —le digo con seriedad.
—¿Quién está jugando? —Se ríe y me toma otra foto.
Estoy comenzando a cansarme de su actitud, así que en el momento en el que retrocede de nuevo, me impulso hacia él y al mismo tiempo él levanta la cámara por encima de su cabeza. Con el impulso perdemos el balance y acabamos los dos uno encima del otro (más bien yo encima de él) en el suelo. Su respiración se entremezcla con la mía y me siento mareada, ni siquiera recuerdo cómo llegamos a esta situación que definitivamente no estaba en mis planes.
Tampoco estaba en mis planes que en medio de todo, la puerta de la habitación se abriera, menos aún que quien lo hiciera fuera nada más y nada menos que mi madre. Mara Vanderveer, considérate princesa muerta.
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Princesa a la fuga
Teen FictionMara Vanderveer no tiene casi nada claro, pero hay una cosa de la que está completamente segura, la vida de princesa no es para ella. Cuando todo ese mundo de realeza y las responsabilidades que lo acompañan se vuelven demasiado para ella, Mara encu...