Ser una princesa es el sueño perfecto de toda niña o adolescente. Los vestidos pomposos de gala, los interminables bailes y las refinadas tardes de té acompañadas de galantes y apuestos príncipes son su mayor ilusión. Pero en mi caso es todo lo opuesto, porque cuando pasas toda tu vida encerrada en este mundo de fantasía, empiezas a añorar una realidad más simple.
A diferencia de las chicas comunes que desean ser princesas, yo soy una princesa que desea ser una chica normal, común y corriente. Tanta parafernalia y lujo me tiene harta. Mi vida se reduce a cenas, bailes y reuniones en las que estoy obligada a socializar con nobles aburridos y que por lo general, son viejos calvos que solo saben hablar de política, o señoras de sociedad que no hacen más que cotorrear sobre el último vestido que compraron y otros cientos de chismes sobre miembros de la clase alta. En conclusión, cosas que para nada me interesan.
En medio de todo este mundo excesivamente rosa solo tengo a Leah, mi mejor amiga y cómplice en cuanta locura se me ocurre. Además es la hija del consejero y mejor amigo de mi padre. Crecimos juntas, y ya que no tengo hermanos, ella llegó para ocupar ese puesto de por vida, y debo decir que no hay nadie mejor. Incluso mis padres la consideran una hija más, y ella los adora, casi se lleva mejor con ellos que yo misma.
No me malentiendan, mis padres me aman y yo a ellos, pero a veces siento que no me comprenden, y lo que más necesito es eso, que entiendan que la vida de princesa no es lo que quiero.
Yo quiero salir y ver el mundo a mi manera, no con mis padres pegados a mí y al menos cinco guardaespaldas vigilando mis pasos bien de cerca. En cambio mis padres insisten en que ya tengo edad suficiente para enfrentar mis responsabilidades como miembro de la realeza. Detesto cuando se ponen pesados sobre esos temas y empiezan a darme todo un discurso que lejos de hacerme entender mis deberes me resulta increíblemente aburrido. Es entonces cuando la idea de escapar de todo y de todos comienza a cocinarse en mi cabeza. Por ejemplo, justo ahora, cuando mis padres, los reyes William y Katherine Vanderveer de Meadowlands, han decidido que es un buen momento para sermonearme, otra vez.
Ya pasa de la media hora desde que iniciaron su habitual lección de responsabilidad y yo estoy a punto de explotar. Pero eso es algo que ocurre a menudo, claro que no es que sea esa mi intención, pero mis padres hablando sobre mi futuro reinado hacen que la bomba de relojería que llevo dentro se prepare para estallar.
No es como si Meadowlands fuera un territorio enorme que necesite de mi imprescindible mandato ni nada que se le parezca. Por el contrario, es un pequeño reinado en el suroeste del océano Pacífico.
Yo por mi parte ya ni siquiera me molesto en prestar verdadera atención a los argumentos de mis padres, ahora solo pretendo escucharlos mientras tarareo mentalmente las canciones de uno de mis grupos favoritos, 5 Seconds of Summer y me aíslo por completo de lo que pasa alrededor.
Justamente eso hago ahora. Físicamente estoy en el despacho de mi padre fingiendo asimilar sus regaños y mentalmente estoy en un concierto de mis niños hermosos cantando a todo pulmón con el candente Luke Hemmings. Pero una palabra que acaba de mencionar mi padre me hace reaccionar. ¿Acaso dijo... matrimonio?
—¿Qué fue lo que dijiste? -pregunto a mi padre que me mira con su expresión más seria.
-Mara no estás escuchando en absoluto. Estamos discutiendo tu futuro y te empeñas en actuar como si ninguna de mis palabras tuviera sentido alguno. -Su enojo es más que evidente. Y aunque mi padre tiene razón no pienso admitirlo.
-Eso que dices no es cierto. Sí que te estoy escuchando. -Eso Mara, Pinocho estaría orgulloso.
-En ese caso supongo que serás capaz de contarnos todo lo que estuvimos diciendo. -intervino mi madre con una sonrisa de las que dicen: te atrapé.
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Princesa a la fuga
Roman pour AdolescentsMara Vanderveer no tiene casi nada claro, pero hay una cosa de la que está completamente segura, la vida de princesa no es para ella. Cuando todo ese mundo de realeza y las responsabilidades que lo acompañan se vuelven demasiado para ella, Mara encu...