Capítulo 2

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ARIANA

Aquel era un día como cualquier otro en el billar de mi tío Braulio: atiborrado de señores jubilados que no encontraban una mejor forma de pasar el tiempo que jugando billar, dominó y bebiendo por horas hasta que sus sentidos se fueran apagando lentamente.

Como todos los días, me encontraba sirviendo tragos de un lado al otro del lugar, sintiendo cómo lo señores me toqueteaban el culo o manoseaban mis senos sin guardar la más mínima discreción, pues hacía mucho tiempo que Braulio les había concedido la libertad de hacerlo, pero fue justo durante aquella mañana cuando mi vida comenzó a dar un giro que no esperaba, tan radical que podría decirse que mi vida fue otra a partir de lo que ocurrió en ese día y en aquellos que lo seguirían.

- ¡Ari, ¿Dónde estás?! - entró gritando la señora Magdalena, con los ojos rojos y lágrimas en sus mejillas, llamando la atención de todos con los gritos que profirió, hasta que me encontró con la mirada y su rostro se contrajo en un gesto de dolor - ¡Es tu papá! ¡Se puso malo! ¡Está en la carnicería! ¡Hay una ambulancia! - gritó mientras hacía un gesto con su mano para que fuera con ella.

La charola que llevaba en las manos se me cayó al suelo, haciendo que las botellas de cerveza que cargaba se hicieran añicos antes de salir a la calle y echar a correr en dirección del negocio de papá, sin importarme los gritos que profería mi tío Braulio para que no abandonara mi puesto de trabajo.

Fue un largo camino el que recorrí aquella mañana, uno donde un dolor en el estómago presagiaba que todo saldría mal, donde mi imaginación se había echado a volar con las peores cosas que se me pudieron ocurrir, preguntándome qué le había pasado a papá, pensando que tal vez había tenido un accidente con los cuchillos, rogando por que nada grave le hubiera pasado, por que aquello solo quedara en un susto y el consecuente regaño que me llevaría por haber abandonado el trabajo; sin embargo, y de una forma tan inmediata y devastadora que jamás dejaré de lamentar, cuando al fin estuve cerca de la carnicería de papá, vi que una camilla avanzaba sobre la calle llevando un cuerpo cubierto por completo con una sábana.

Mi mundo se vino abajo cuando entendí que mi padre había muerto, que en verdad estaba pasando aquello que tanto llegué a temer por tantos años, mientras miraba cómo mi madre se despedazaba en gritos de dolor y un llanto tan lastimero que me hizo correr a ella mientras mi tío José la abrazaba, en un intento por consolarla ante una desgracia que nadie esperaba, pues mi padre aún era joven, nunca hubiéramos imaginado que su corazón simplemente se detendría mientras llevaba a cabo el trabajo que tanto amaba.

Fueron muy largas y penosas las horas que pasamos en el hospital tratando de que nos entregaran el cuerpo de mi padre, las mismas que traté de estar lo más cerca de mamá, pues no quería que ella se viniera abajo tras haber perdido al amor de su vida, algo que hice con diligencia hasta que ella me pidió que le llamara a Paco para decirle lo que había pasado, a pesar de que creyéramos que quizás no iría al entierro de papá, después de todo, su universidad estaba a un par de estados de distancia y le tomaría todo el día llegar, y eso si corría con algo de suerte.

- Bueno, ¿Ariana? - contestó Paco después de un par de timbrazos de su teléfono - ¡Qué gusto que me hables hermanita! Hacía mucho tiempo que no conversábamos, dime ¿Cómo estás? ¿Cómo están todos por...?

- Paco, tengo algo que decirte, hermano - lo interrumpí, pues la jovial entonación con la que hablaba me hacía cada vez más difícil darle la noticia tan horrible que debía comunicarle.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te oyes tan mal? ¿Estás bien? ¿Papá y Mamá...?

- Papá falleció - dije, sin ser capaz de pronunciar algo más allá de esas dos palabras, sin saber qué más podría decir, sin escuchar una respuesta de mi hermano, a quien al parecer las palabras también se le habían acabado, al menos por esos tres minutos en que tardó en reaccionar y volví a escuchar su voz.

Verónica: mi hijo vuelve a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora