Capítulo 6

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Diana

Ni siquiera intenté tratar de entender lo que ocurrió entre Paco y mamá. Esa noche, poco después de que subí a mi habitación, me quedé pensando en lo que había pasado con mi hermano, en la forma como resolvió mi deuda, algo que sé que le costó mucho trabajo, una dificultad que no tenía nada que ver con el dinero, sino con las miles de horas que compartieron teniendo como pretexto esa máquina, pues esa moto era algo que tenían entre papá y él, tal vez una de las pocas cosas que le quedaban de mi padre.

Esa noche fui a la habitación de Paco porque quería hablar con mi hermano, disculparme de nuevo, prometerle que no me volvería a involucrar en nada que me hiciera daño, en nada que perjudicara a la familia, fue por esa razón por la que estuve en el pasillo a tan altas horas de la madrugada, aunque también fue gracias a ello a lo que escuché los gemidos que escapaban de la recámara de mamá, sonidos que en un principio me hicieron llevarme una mano a la boca y reír un poco nerviosa al pensar que tal vez mamá se estaba haciendo justicia por ella misma, pues nunca en la vida hubiera imaginado que estuviera con alguien, sin embargo, aquella sonrisa se borró de mi rostro cuando fui al cuarto de mi hermano y él no estaba ahí.

De pronto entendí que eran ellos dos quienes estaban en la habitación de mamá, que era Paco quien provocaba esa clase de gemidos a nuestra madre, un momento de lucidez en el que me quedé parada frente a la puerta del cuarto donde todo estaba sucediendo, escuchando con atención lo que estaba pasando, imaginando lo que ocurría adentro cuando escuchaba el golpeteo de sus cuerpos y el crujir de la cama bajo los movimientos de mi madre y de mi hermano.

Me costaba trabajo entender cómo habían llegado a eso, pues la muerte de mi padre estaba demasiado presente aún, tanto que en un principio me enojé con mamá y con Paco, viéndome impulsada por el coraje a entrar en ese cuarto y gritarles un par de cosas, sintiendo que le faltaban al respeto a papá, que aquello era una abominación, algo completamente inaceptable; pero entonces pensé en mi hermano y un nudo en la garganta me hizo cambiar de opinión.

Paco había luchado la mayor parte de su vida por ir a la universidad, él me lo dijo muchas veces cuando vivía con nosotros, quería convertirse en alguien de provecho, sacarnos del barrio, darnos un futuro diferente, pagar los estudios de todas sus hermanas; jamás lo hizo por una razón egoísta, jamás había hecho nada por razones egoístas, todo lo hacía por la familia, llegando al extremo de abandonar su sueño por nosotras, de arriesgar su propia vida para sacarnos de los problemas tan idiotas en los que nos habíamos metido ¿Qué cara tendría yo para reclamarle nada?

En ese momento estaba tan absorta en mis propios pensamientos que ni siquiera me enteré del instante en que el ruido de los amantes se apagó, mientras pensaba que tal vez lo mejor sería fingir que no me había enterado de nada, regresar a mi cuarto y tratar de dormir, engañándome a mí misma al pensar que todo había sido un sueño, que nada de eso era posible, que ellos no podrían...

La puerta de la alcoba de mamá se abrió y mi corazón y mi estómago se encogieron de repente en el momento en que Paco me miró a los ojos y yo lo miré a él, si saber qué decir, sin saber que hacer, quedándome paralizada justo en el lugar en el que estaba, sin que él tampoco dijera o hiciera nada, antes de que mis piernas volvieran a responderme y me marchara a toda prisa a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí y huyendo al interior de mis cobijas, escondiéndome en la oscuridad mientras sentía mi corazón palpitando a su máxima capacidad, en medio de pensamientos extraños que navegaban entre los recuerdos de lo que acababa de pasar y las imaginarias escenas en las que mi madre estaba haciendo el amor con mi hermano, besando sus labios y gimiendo del placer que mi hermano le provocaba, una serie de ideas que de pronto encendieron un calor muy extraño que recorrió todo mi cuerpo, haciéndome entender al final que, de alguna manera que no comprendía del todo, que incluso me parecía un poco aversiva, el haberlos escuchado mientras hacían el amor, me había excitado.

Verónica: mi hijo vuelve a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora