Ya había recorrido el mundo con su familia, como los espíritus libres que eran, pero ya era momento de sentar cabeza, ver a su familia y ¿Por qué no?....Tener otra aventura
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"¡𝑻𝒊𝒂 𝑱𝒐!..."
"𝑺𝒆𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒄�...
Okey, en este capítulo habrán ciertas modificaciones a la historia que se me ocurrieron y la verdad me encantan, espero que a ustedes tambien :)
Aquel día el cielo estaba limpio, no había ni una nube amenazando con cubrir el brillante sol que iluminaba cada rincón del verde prado por donde una pelirroja corría
Más su prisa no era por algún juego, mucho menos por emoción, apenas atravesó aquella puerta subió las escaleras y llego a la habitación de una de las primas Barry, donde una de ellas acariciaba el cabello de la otra, quien estaba recostada en sus piernas, con la mirada perdida
-¿Qué ocurrió?- preguntó con miedo la pecosa, pues lo único que Jerry atino a decir era que Elizabeth quería que fuera urgentemente a la casa de Diana
La Barry miraba a la nada misma, sus rojos ojos solo reflejaban cuán triste se encontraba y pese a que los brazos de su prima no se habían apartado de ella, realmente se veía inconsolable
-No volare...-contestó con un ápice de voz
-¿Qué cosas dices? te escuchas...¿tienes fiebre?- la Cuthbert se negaba a creer lo que escuchaba
-Mis tíos están furiosos porque presento los exámenes, no les interesa que fuera de los mejores puntajes, tiene terminantemente prohibido asistir a la universidad- terminó la Windsor por ella
Sin perder tiempo, la pelirroja se uno a sus amigas en la cama, comenzando a acariciar el hombro de la pelinegra
-Oh, mi pobre Diana, te cortaron las alas...-
Y entonces silencio, no hubo sonido alguno en el cuarto por lo que parecieron horas
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-Me encanta éste vestido, se lo pediré a Othelia en la talla de Elizabeth mañana mismo, espero que lo tenga listo cuanto antes-
-También creo que necesitará más blusas para la universidad, ¿no lo crees querido?- preguntó la mujer a su marido, mientras ojeaba un pequeño libro con diferentes conjuntos que podían comprar para su hija
-Siempre podemos contactar a la modista de parís que te encanta, querida- respondió el hombre a su lado mientras tomaba un poco de té y sonreía ante la emoción de su esposa
-Oh, entonces mandaré una carta de inmediato, necesitará, blusas, zapatos, vestidos....-
La conversación entre el matrimonio se vio interrumpida cuando escucharon un toque en su puerta que segundos después se abrió dejando ver a su hija en pijama
-¿Elizabeth? ¿Todo está bien querida?- su padre fue el primero en preguntar con algo de preocupación pues era extraño que si primogénita siguiera despierta
-Mamá, papá, ¿puedo pedirles algo?-
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