Narra Adonis.
- Llevamos tres horas en este camino. ¿Estás seguro, Adonis?- preguntó Gabe sin pensar.
Estaba en forma humana y mi nariz captó el olor de Lexi y su bebé. Podía oler la energía fresca e inocente de un niño, aunque estuviera dentro de su vientre.
- ¿Cómo, me estás cuestionando? Soy el Rey y si te digo que puedo olerla, es que puedo.- le expresé sombríamente.- ¡Guardias, desplegaros ocho kilómetros al este, ocho kilómetros al oeste, id ahora! Volved antes del atardecer. Nos encontramos aquí en el claro de Knox. No olviden la hilera de robles.
- ¡Sí, señor!- gritaron al unísono.
Lexi formaba parte de la familia, de mi familia, y aunque no la protegía tanto como a Adilah, significaba el mundo entero para mí. Gabe parecía una cáscara de sí mismo con su pelo revuelto, su barba erizada y sus ojos fuertemente encapuchados. Apenas podía mantenerlos abiertos, y era imposible que estuviera durmiendo. Por fin teníamos un rastro por el que seguir su inconfundible olor.
- Lo siento. Estoy preocupado. No sé por qué dije eso. Tienes razón. Voy a ir al norte. Vuelve a informar más tarde. Puedo montar un campamento hasta que la encontremos. ¿Tienes que volver al palacio por alguna razón?- preguntó Gabe.
- Sí, quiero estar allí por si me llaman-confirmé a ñla luz de la tarde-. Sin embargo, no me quedaré en el palacio. Me incorporaré a la búsqueda en cuanto haga la llamada al reino vecino.
- No puedo creerlo. Lexi se ha ido. No puedo afrontarlo.- sollozó Adilah, dejándose caer de rodillas para tantear entre la maleza.
- Adonis, vamos a matar a quien tenga a mi chica. ¿Entiendes? Quiero sus cabezas en bandejas. No hay peros que valgan. Cabezas en bandejas. ¡Rodando! Quiero que rueden.
- No escucharás ningún argumento de mi parte. Los Concejales tienen algo que ver con esto. Puedo olerlo.
Atravesamos el bosque adentrándonos en su vientre esmeralda. Cuanto más nos adentrábamos, más lianas tenía que cortar con mi cuchillo. La sangre goteaba de los arañazos de mis brazos. Nos topamos constantemente con arbustos de moras espinosos, pero encontrar a Lexi palidecía en comparación con las pequeñas heridas que recibía.
- Está con el niño... si no recupero a mi Lexi, me voy a volver loco. No puedo vivir sin ella. ¿Por qué se la llevaron? ¿Qué quieren con ella?- preguntó Gabe, con exasperación y rabia en su voz.
LA expresión de Adilah contenía incredulidad y la duda se agitaba en mi vientre. No quería que pensara que era un rey incapaz. Cuando miré la decepción en sus grandes ojos de cierva, sentí que le había fallado.
- Hay una razón principal por la que esto está sucediendo, y tiene que ver con Adonis y conmigo.- proclamó con tristeza mientras atravesábamos una serie de charcos de barro.
- ¡Es una puta mierda! No me importa quién es el Rey en este momento. Quiero recuperar a mi pareja y a mi bebé. ¡Juro que prenderé fuego a cualquier reino que tenga algo que ver con esto! ¡Tienen que rodar cabezas!- la boca de Gabe se torció de rabia.
Aunque su rabia estaba justificada, no tenía sentido.
- Guarda tu energía para nuestros captores, Gabe. Te prometo que las haré rodar junto a ti, Gabe. Vamos hacia el oeste.- le dije, percibiendo el débil olor de las feromonas de Lexi.
Me detuve momentáneamente en el suelo mirando la huella de una gran pisada. Adilah caminaba a mi lado. Extendí la mano para evitar que la pisara.
- ¿Qué pasa, Adonis?- preguntó ella.
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Reina de los Licántropos. (Libro 3)
Loup-garouAhora que ya has entendido la historia de Damien y Elodie, es el momento de retomar la de Adonis y Adilah. Ahora están felizmente emparejados como Rey y Reina de los licántropos, pero su viaje al altar no fue nada fácil. Esta es la verdadera histori...