El verdadero prólogo.

Tan enamorada.

Eres de esos amores que no quisiera tener, me destrozas el alma y el cuerpo, me destrozas la mente y el recuerdo, y aunque eres intangible, estas más presente que cualquier otro ente que me haya dicho "estoy aquí para ti".

No creas que me gustas, ¡estoy intentando deshacerme de ti!, pero cada día fallo más en mi objetivo por olvidarte, y el ambiente tampoco me favorece, todos te apoyan inconscientemente, cada grito, cada insulto, cada problema o asunto, solo te vuelven más grande y pesado.

Tan pesado que no puedo ni levantarme, me haces dormirme hasta las tres de la tarde y quedarme despierta hasta las tres de la madrugada. Y lo que más me lastima es que ya intenté presentarte a mi familia e incluso al presidente, ¡y aun así nadie puede verte!

Claro, es fácil esconderte, entre risas y la gente, y todos me llaman loca, porque, según ellos, ¿cómo podría tenerte? si después de todo solo soy un adolescente, mi único deber es el estudio y con eso tengo suficiente.

Y los golpes tan fuertes que me has dado me han borrado la memoria, ya no recuerdo mi vida antes de los 16 años porque te encargaste de borrarla toda, ahora pregunto más de una vez la hora ya que en menos de 5 minutos me reinicias la cabeza, tanto así que no sé qué acabo de dejar en la pieza.

Y hablando de pieza, es el único lugar que conozco porque no puedo salir, eres tan celoso que me dejas todo el día encerrado en casa sin poder hacer nada, solo soportarte.

Soportarte, es fácil hacerlo cuando estoy solo, pues de las pocas veces en las que nos toca convivir te alborotas y no puedo contenerte, solo quieres salir violentamente... y en ocasiones te ocultas tan bien que me obligas a emborracharme como otra forma de lastimarme, de esta forma nadie lo nota, solo creen que disfruto de la fiesta.

Pero... ¿Quién dijo que todo era tan malo? llevo tantos años conociéndote que incluso tengo miedo a dejarte; soy un enamorado tuyo, tu mayor admirador, te has enganchado 10 años a mí que ¿cómo podría abandonarte?

Compartimos tantas canciones juntos, me has dejado muchas cicatrices que, aunque me hagan sangrar, son tu mayor regalo, y seamos sinceros... ¿Quién necesita salir de casa, si los dos nos tenemos?

Bailar contigo, llorar contigo, vivir contigo... tu, mi pasajero gratuito que te posaste en mi cuerpo como un solo momento y terminaste siendo mi compañero, después de tantos años apoderándote de mi cuerpo ¿Cómo podría no amarte?