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Había luchado con uñas y dientes, pero no había sido suficiente. Lo único que conseguí fue que me partieran los labios en varios puntos y se me reabriese el corte de la ceja. Las reinas se hicieron a un lado mostrándonos una sala llena de gente, entre la que reconocí a mi hermana. 

No escuchaba nada solo un gran pitido y a la vez un montón de murmullos. Creo que el golpe que me habían dado en la cabeza me había provocado una contusión. El guardia que me llevaba prácticamente llevaba mi cuerpo en el aire ya que casi no tenía fuerzas para sostenerme. Había recibido palizas de Dean, pero nada como esto. 

Veía figuras borrosas, pero pude atisbar a Azriel que yacía en el suelo ensangrentado, a él si le escuchaba, alto y claro, sus gritos de dolor. Escuche un grito, yo grité, después otro y volví a hacerlo. Era una necesidad, m i cuerpo gritaba al son del suyo y sentía mucho dolor. La sala giró hacia mí.

- Ya veo. Pon a la más hermosa primero, aunque está muy débil, quizá no sobreviva.- escuché. Tuve que centrar mis ojos para ver un gran señor con una corona sobre un trono. El rey de Hibern. 

Vi otra figura moverse y otro grito de Azriel. Con las pocas fuerzas que me quedaban me revolví como un pez, luchando por soltarme y gritando a través de la mordaza.

- Nada de ideas estúpidas, Rhysand, por favor. Si alguno de vosotros interfiere, el cantor de sombras morirá. Lamento lo de las alas del otro bruto.- hizo una reverencia mirándonos y yo cerré los ojos con fuerza.- ¿Querías decir algo?- el guardia que me sostenía me quitó la mordaza.

- Por favor, dejadle, basta ya, haré lo que sea.- dije en un suspiro mientras me fallaban las piernas. 

- Trato hecho.- escuché a Azriel suspirar de alivio y sus músculos se destensaron un poco.

- ¡No!- gritó Feyre.- Te daré lo que quieras, basta.- dejé de escucharla cuando mis ojos conectaron con los de Azriel que intentó llegar hasta mi, pero Mor le tenía cogido del brazo sin dejar que se pudiese mover. En su mirada atisbe algo, pero no super identificar qué. 

Mi pie toco el agua y comencé a gritar de dolor, pero lo reprimí con lágrimas en los ojos. No dejaría que me viera sufrir, si este era el final no quería asustar a mis hermanas. Miré hacia Elain y Nesta y me volví hacia Feyre. 

- Protégelas.- dicte firme antes de que entre dos guardias me hundieran en el agua.

El agua inundó mi nariz, intenté toser cuando la note bajar por mi boca hacia mi garganta y más. No pude. Solo escuchaba un silencio absoluto. 

- Neyza Archeron, hija de la vida y de la muerte, ¿qué harás con este poder? Puedes destruirlo todo o salvar a las personas que quieres, déjate vencer.-

Patalee y luché contra la voz, contra el agua, contra la muerte que olía y recorría mi cuerpo. No sabía cuanto tiempo llevaba debajo del agua, pero paré. Un dolor nacido de mis entrañas me partió en dos, como una explosión, para después remitir. De repente me deslicé hacia abajo, más abajo y cada vez más. 

- ¿Quieres vivir o no ver amanecer otro día?- preguntó la voz. Abrí los ojos con fuerza, no sabía en que momento los había cerrado, vi una forma uniforme en el agua conmigo.- Vivirás.- susurró posando su aliento sobre mi cara. 

Cuando me quise dar cuenta estaba cayendo del caldero hasta la piedra fría, tenía el camisón totalmente mojado, cogí una bocana de aire tan grande que me dolió el pecho y comencé a toser. Apoyé mis brazos para intentar incorporarme y uno de ellos falló arrojándome de nuevo al suelo. 

Miré mi piel que estaba más pálida que nunca y brillaba. Moví la mano hasta que alcancé mis orejas que habían pasado a tener forma puntiaguda. Volví la mirada hacia Feyre y se dejó caer al suelo. 

UNA CORTE DE VIDA Y AMOR [AZRIEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora