Capítulo 3.

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Después de la batalla ocurrida hace dos días, ha llegado la noticia de que el rey oscuro fue visto merodeando en Skyeen y Eastford. En cuanto a Cullffield, no ha vuelto a dar señales. Robert ha estado insoportable últimamente, más de lo común.

Según Galea, Magnus lo tiene bajo presión por temas políticos y privados que una señorita no debe saber. Me extraña que no haya venido luego de lo sucedido, creo que muy en el fondo de mi corazón esperaba verlo aunque sea unos segundos para sentir que no estaba del todo perdida en este lugar.

 Sin embargo, dudo que Robert permita cualquier tipo de acercamiento entre nosotros cuando soy la prometida de su hijo y sabiendo que lo ve como una amenaza por nuestras interacciones un poco amistosas.

Por otro lado, Tyrus ha estado un poco más cercano y cariñoso para conmigo y he de admitir que lo permito solo para ganarme su confianza, no crean que después de todo lo que me han hecho me voy a quedar con los brazos cruzados. Nadie haya afuera sabe lo que ocurre entre estas paredes; las peleas entre los señores del castillo, entre los hijos, como algunos sirvientes roban comida o utensilios, incluso ropa de sus superiores. 

En otro aspecto más personal; estoy comiendo más y he recuperado mis horas de sueño, jamás pensé que seguir los consejos de Owen sirvieran en realidad. Mis manos han sanado, a la tarde del siguiente día luego del enfrentamiento, Galea apareció en mi dormitorio con un ungüento del sur y las heridas han cicatrizado bien, de hecho, más rápido de lo esperado.

La primera noche me costó acostumbrarme a su apariencia porque pasaron de ser delicadas a ser un completo desastre, derramé las pocas lágrimas que me quedaban cada que las veía, pero han estado sanando e intenté acostumbrarme a ellas.

No he recibido noticias de mi familia más allá de lo que trate sobre la monarquía, padre no ha venido a visitarme ni enviado cartas para preguntar por mi estado. Solo excusas de Robert que es único que entra y sale del castillo y al parecer el trabajo de su esposa e hija es vigilarme a cada hora del día como si fuese a escapar en cualquier momento.

Y si sucediera, ellas no interferirían en absolutamente nada para impedirlo.

Josiah ha sido el hombro en el que me he apoyado aunque casi no hablemos porque Robert lo tiene de un lado a otro como si hubiese llegado solo para servirle y no para cuidarme y acompañarme.

He pasado sola estos días, sin hablar con alguien sobre lo que me angustia; estuve pensando en ir a visitar a mi madre y no he intentado pedirle permiso a Robert porque probablemente lo niegue a menos de que vaya acompañada de su hijo pero prefiero ir sola a estar con él. 

Mis pasos sobre la nieve son lentos mientras camino por el bosque, sola. Decidí dar un paseo para distraerme y tomar una decisión sobre lo que quiero hacer, sobre los planes que tenía y que tanto me ilusionaba poner en marcha. Temo dar un paso en falso y que todo se venga abajo, y eso es lo que quiero evitar porque puede causar mucho daño tanto aquí como en Eastford. 

La yema de mis dedos roza el tronco de los árboles cada paso que doy cerca de ellos. Estoy cada vez más cerca del pueblo, de esa plaza que no podré olvidar. Cruzo el puente sobre el arroyo, ando entre las personas y puestos de mercaderes, uno de ellos llama mi atención al tener de muestra esculturas pequeñas de castillos, casas, carruajes; unos de madera y otros de lo que parece ser arcilla.

Me acerco para detallarlos mejor. La señora que supongo es la dueña, no aparta sus ojos curiosos de mi. Hay muchas esculturas que no sé cual mirar hasta que veo una de mi hogar, mi corazón se encoge porque lo extraño muchísimo. Lo tomo despacio, observando cada pequeño detalle y sonrío por lo bien hecho que está, lograron capturar hasta la textura de las paredes.

El Caos Del Rey (Libro#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora