Capítulo 4.

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Han sido días bastante ajetreados, muy difíciles a decir verdad.

Cada mañana al despertar, hago una meditación donde intento relajarme para prepararme por el día que tendré. Tal vez no sea bueno pero tampoco tan completamente malo.

No he desayunado debido al castigo impuesto por Robert. El estómago me duele y mis tripas rugen suplicando por comida. Anoche pasé frío, además de que fue difícil conciliar el sueño por los quejidos de los demás encerrados en las celdas, fue tan ensordecedor escuchar sus gritos de dolor debido a los azotes. Caminaban de un lado a otro por mi celda, asegurándose de que esté completamente dormida.

Estiro al piernas al cansarme de tenerlas contra mi pecho. Aguanto el dolor que provocó estar tanto tiempo en esa misma posición. Me levanto al escuchar pasos acercarse, sujeto la reja a la espera de la persona.

—Buenos días, alteza.Tyrus Stark le envía el desayuno—ver a Galea frente a mí es como si fuese una señal de esperanza.

—Buenos días—respondo con una sonrisa—. Muchas gracias, Galea—tomo la bandeja.

Me satisface ver el tazón de avena y una pequeña taza de fresas. Extrañaba éste desayuno, tanto que con tan solo verlo la melancolía me abarca cuando recuerdo mi hogar.

—El joven Stark lo pidió especialmente para usted, señorita.—tomo la bandeja cuando la reja es abierta rápidamente. Galea me guiña en ojo señalando a un lado del tazón disimuladamente y ante mi mirada confusa, no recibo respuesta.

Me siento en el suelo con las piernas estiradas y la bandeja sobre ellas, tomo el tazón y antes de agarrar la cuchara para empezar a comer, veo un papel bastante doblado que se encontraba debajo de él.

Dejo el tazón a un lado, dispuesta a leer el contenido escrito en el pedazo de papel con mucho cuidado de no ser descubierta por alguno de los guardias. Al abrirlo, y reconocer la letra plasmada en él, las ganas de correr y abrazarlo me llegan como un remolino arrasando con todo a su paso.

"Robert,

Ya el día tan esperado se aproxima; mi hija partirá a un nuevo hogar junto a tu familia. Te pido, confiando plenamente en que será así, que cuides a mi hija como si fuese tuya. Alice ha tenido muchos altercados con tus hijos y pido disculpas por ello, no es una mala persona, solo desconfía después de lo ocurrido hace años atrás.

Espero que tanto ella como tu familia puedan llevarse bien, aprender y conocerse unos a otros para que la armonía gobierne en tu acogedor hogar.

Dile que la visitaré y enviaré cartas cada día para saber de ella, y hacerle saber cada noticia de Eastford.

Con cariño, Rey Eddark II Windsor Loghts."

Lo sabía.

Sabía perfectamente que padre no me abandonaría en este agujero. A pesar de lo ocurrido, es mi padre y en el fondo tengo la esperanza de que siga siendo el hombre con el que crecí y fui tan feliz en mi niñez.

Una sonrisa se ha formado en mis labios. Las ganas por salir de aquí han vuelto con más fuerza pero, lamentablemente, debo ignorarlas debido al compromiso que me vi obligada a aceptar como si no me afectara y en gran parte, lo hice por el bienestar al reino que mi padre tanto deseaba.

Sin embargo, estar aquí no me salva de los cuervos del rey oscuro quien, probablemente, esté vigilando mis movimientos día y noche. La promesa que le hice es de lo único que me arrepiento todos los días, no me justificaré por ello pero no tenía más opción que aceptar y obedecer o mi vida.

Estando aquí tan alejada del mundo exterior, no puedo asegurarme de estar a salvo; de que el reino esté seguro.

Acompañada del guardia, camino por el silencioso y poco iluminado pasillo a pasos rápidos por orden del soldado a mi espaldas. Estoy casi segura de que veré a Lord. Stark en cuanto cruce la puerta a la que me acerco cada vez que doy un paso, no me apetece verlo y aun así, estoy en la obligación de hacerlo al ser mi única opción en esta prisión.

Me detengo frente a la madera alta, el guardia abre la puerta y como dije, Robert está sentado en una gran mesa y su hijo mayor está a su lado; al verme el único hombre que se mantiene de pie aparte del guardia es Tyrus, no se ve para nada disgustado con mi presencia.

—Siéntate, Alice—ordena Robert.

Sin rechistar, obedezco.

Avanzo, sentándome en la silla al lado de Tyrus.

—Haz enfrentado tus castigos de una manera que no esperaba, soportaste cada pequeña tortura y mala palabra de cada hombre en este castillo. Demostraste ser una Windsor fuerte y honorable a pesar de ser una mujer—frunzo el ceño sin entender a qué quiere llegar con tanta palabrería—. Sin más que decir, comprobé que eres digna de pertenecer a esta familia. Tendrás tu lugar en esta casa así como en cada rincón del norte que me pertenezca.

Suelto pequeñas respiraciones pesadas sin poder creer lo que acaba de decir.

¿Hizo todo eso solo para probar mi fortaleza?

—No lo entiendo...—murmuro—Yo...

—Eres parte de esta familia a partir de este momento, Alice Windsor.

Tyrus no dice nada, solo observa a su padre con esa típica mirada de admiración que siempre había visto en él. Robert se levanta, me dedica un pequeño asentimiento y se marcha sin decir nada más.

En este momento, no puedo dejar de preguntarme: ¿Y ahora qué?

—Olvidó mencionarlo —Tyrus habla—; la boda será adelantada para dentro de un mes debido a las amenazas constantes por parte del enemigo y también porque padre necesita un aliado fuerte cuanto antes.

—¿Aún intentas convencerte de que nuestro matrimonio es político?

Me dedica una sonrisa nostálgica.

—Siempre lo ha sido, ¿no? De una u otra forma, en el fondo sabíamos que terminaríamos en una situación como esta.

—No, Tyrus, te equivocas. Yo no quería esto para mi vida; jamás imaginé vivir torturas y lo que se siente ser golpeada sin ningún tipo de piedad, fui tratada como una esclava, un montón de basura más.

—No quería que pasaras por eso, Alice, pero padre...

—¡No busques excusas!—bramo enojada. Me quedo en silencio para evitar decir cosas que no debo por mi propio bienestar—Nos casaremos y cumpliremos con el deber de nuestras casas, acabaremos con el rey oscuro, nos divorciaremos y viviremos nuestras vidas tal y como era antes del caos.

—¿Divorciarnos?—bufa— ¿Crees que mi padre lo permitirá?

—Nuestra alianza es solo hasta que acabe la guerra que pronto será declarada, significa que solo estaremos casados unas semanas o unos meses. No te ilusiones a imaginar una vida a mi lado porque lo último que deseo es estar atada a un hombre y no quiero eso para mí.

Frunce la mandíbula, sus manos formaron puños contra la mesa. No le gusta la idea de separarnos así como mi negación a permanecer junto a él.

—Lamento que tu mente haya jugado en contra de la realidad.

Un suspiro sorpresivo deja mi garganta al escuchar el golpe de sus puños contra la madera de la mesa para después mirarme con odio, ese típico odio que veía en su mirada cuando discutíamos y lo hacía enojar; se levanta de la silla y al igual que su padre, se marcha sin decir una sola palabra. 

El Caos Del Rey (Libro#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora