Capítulo 10

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Seyrmoreen me recibió en la mañana. El carruaje en el que me transportaba llamó la atención de los pueblerinos al cruzar sus calles; unos se asustaron y otros rezaban a los Dioses por evitar una tragedia pero lo que desconocían era quien dormía ahí adentro.

La noticia de que un carruaje del norte llegó a oídos del Lord que gobernaba estas tierras y se encontraba frente a su castillo con un aproximado de treinta hombres armados y listos para atacar. Desperté con el frenazo que dió y salí a ver que pasaba, Elijah se paralizó pues esperaba a alguien más.

—¿Alice?—preguntó confundido, sin poder creer que era yo—¿Qué carajos haces bajando de ese carruaje?—colocó las manos en su cintura.

—¿Qué haces tú con estos hombres?—imité su postura.

—¡Vuelvan todos a su puesto! ¡No hay nada que hacer aquí!—ordenó.

De inmediato obedecen y la entrada queda desolada.

—Ahora sí, Juliette, ¿Qué hacías allí?—señaló el carruaje con la boca.

—Es una larga historia y tengo hambre—me acerqué—. Siempre dices que los mejores relatos se cuentan con algún bocadillo.

—Camina—volteó a regañadientes y lo seguí—Supongo que Eddark no sabe que estás aquí porque si llegaste en un carruaje del norte—pausó, pensativo—¿Estás de nuevo metida en problemas con el rubio?

—Algo así—confesé por lo bajo. Me miró, ese negro en sus iris fulminándome—Te contaré, lo haré y quiero que me creas.

—Sigue al comedor, pide todo lo que te apetezca. Mis sirvientes están a tu disposición.

—Gracias.

—Buscaré a Owen, a ver sí con verte mejora su humor—comentó, marchándose.

••••

Disfrutaba de un buen tazón de avena, tartas de fresa y frutas frescas. Cada bocado de avena bajaba por mi garganta lo disfrutaba como si no hubiese probado platillo más delicioso. Comer es un placer inexplicable y a mi me encantaba; en casa odiaba perderme hasta la merienda porque estaba con la curiosidad de cuál sería el plato sorpresa. Los días que pasé sin comer en Cullffield no pasan desapercibidos en mi apariencia; por más que intentara acabar una pequeña ración, no podía por el mal sabor o porque simplemente, no me apetecía.

—Parece que tienes meses de hambruna, Alice—alcé la mirada al oír esa tormentosa voz ronca.

Owen estaba frente a la mesa. Espalda recta, expresión burlesca y ojos juzgones.

—Tú te manchabas la ropa cada que comías, así que no puedes reclamar—me encogí de hombros.

—Siempre tengo un motivo para burlarme de tí, Alice II.

Puse los ojos en blanco. Él rodeó la mesa hasta sentarse a mi lado derecho, apoyando las manos en la mesa y sin dejar de mirarme el rostro.

—¿Tengo algo en la cara?—pregunté, alzando una ceja.

—Sí.

—¿Qué cosa? ¿Me salió un grano?—toqué mis mejillas.

—Así te aparezcan mil granos, seguirás siendo la princesa más hermosa del sur.

Sonreí, ladeando la cabeza.

—Es lo más lindo que me has dicho, ex-novio.

—No vuelvas a llamarme así, es vergonzoso—rezongó— .Olvida lo que dije, te ves horrenda.

El Caos Del Rey (Libro#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora