Capítulo 9

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Los jardines, eso había mencionado él, pero lo que tenía frente a mi no era un jardín común. No había nada de flores o alguna planta de color diferente al verde. Solo eran árboles simples, altos y con ramas abundantes en hojas pero nada más. Admito que esperaba mucho más viniendo de un rey como Magnus pero supongo que está bien, es algo que él tendría al ser tan soso y uniforme. Lo que sí puedo destacar que llamó mi atención, son los bancos dorados alrededor de una fuente también dorada, supongo que es oro. Todo aquí está hecho del mismo material.

—Me gusta estar aquí, ¿sabes?—habló Miles, rompiendo el silencio que nos rodeaba—Estar en un castillo viviendo solo con una mujer que no es mía, no es nada agradable.

—¿Por qué no lo es? Habría paz, todo un palacio para ti donde puedes hacer las reuniones que quieras. Puedes divertirte, no creo que Brielle se oponga.

—Oh, Alice. Créeme que no conoces a esa mujer—exhaló—.Está loca, a cada nada me da órdenes y tengo que obedecer porque soy el único hombre en la casa y ella cree que soy su sirviente, ¿puedes creerlo? Es realmente insoportable. No veo la hora en la que llegue su marido y así pueda quitármela de encima.

Eso me hizo reír. Miles suele ser muy expresivo y cada que hablaba, movía las manos de un lado a otro haciendo muecas graciosas.

—Pues a mi me parece una mujer increíble, te tiene comiendo de la palma de su mano.

—¿Estás de su lado?—bufó—Era de esperarse, pareces tener su mismo espíritu.

—Nah, ahí te equivocas porque si yo viviera en un gran castillo con un hombre y él hiciera todo lo que le plazca en mi hogar, ordenaría que le cortaran la cabeza porque odio las molestias y a las personas ruidosas.

—Pero tú eres ruidosa...—rascó su nuca.

—Solo yo puedo vivir con el tormentoso ruido de mi mente, Miles. Nadie más podría soportarlo porque no saben como funciona; lo que pienso y como actúo solo es parte de mi y es preferible una muerte rápida a aguantarme por años—expresé.

—Me gusta como piensas, Alice. Por eso estuve convencido de que eres demasiado para Tyrus, incluso para cualquier hombre en el mundo—dijo. Sus ojos queriendo encontrarlos míos que vagaban perdidos en el recorrido del agua en la fuente.

—Pensé que Magnus, al ser tan malvado, ignoraba mis palabras y le daría a Robert lo que quería—confesé—Me sorprendió lo rápido que se negó, eso es todo.

Miles soltó una pequeña risa acompañada de un largo suspiro que llegó después.

—Entiendo que lo odies pero él jamás aceptará un matrimonio por conveniencia, Alice. Escucha—chasqueó la lengua—. Tu tienes un espíritu libre, eres un ave que aprovecha cada pequeña apertura entre los barrotes para escapar de su jaula y eso es lo que admiro de ti y sabía que en cualquier momento la petición por la bendición del rey llegaría. Por eso, hablé con Magnus antes de que llegaran porque quería que no lo aceptara porque no es justo para tí.

Tragué en seco. Mis ojos cambiaron el foco de su atención, quedándose por completo en la expresión seria del Lord frente a mi. No podía asimilar que gracias a él, no iba a casarme con Tyrus Stark pero había algo, ese pálpito de desagrado porque el plan que había armado con tanto esfuerzo y el motivo de mis desvelos, estaba arruinado.

¿Tendrían alguna salvación? Podría acomodarlos pero, ¿Tendrían el mismo resultado?

—Entonces fuiste tú, ¿no?—asintió—Te debo una, Miles. Me salvaste sin yo quererlo y me ayudaste sin yo pedir ayuda—espeté con el sarcasmo que provocó que sus ojos se voltearan.

El Caos Del Rey (Libro#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora