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Luego de tres días se vuelven a ver con Atenea en el departamento de Julia la cual se invitó sola, porque ella es así y cómo hace mucho que no la ve por el complejo universitario, no sabe si la está evitando, pero no tiene muchos lugares a dónde escapar.

—Hola Moore —entra y le extiende un vaso descartable de café— ¿Me has estado evitando? —Julia se muerde el labio inferior y cierra la puerta.

—Uy sí, porque al parecer eso evidentemente funciona muy bien contigo. No todo tiene que ver contigo.

—¿Quizás con alguien llamada Emma? —Julia evita mirarla— Entonces es así. Sam me dijo que te preguntara o hablara contigo, Emma se ve triste desde nuestra última salida en pareja.

—Ah.

—Sé que la elocuencia no es tu virtud nata, pero ¿Puedes explayarte un poco más?

—No ¿Qué hay de ti y ahora "Sam"?

—Bueno descubrimos que tenemos muchas cosas en común y que a pesar de que me la quise llevar a la cama con todas las intenciones, ella me frenó y me dijo que primero cinco citas, aunque besa bastante bien.

—Genial.

—¿Vas a contarme que pasó con Emma?

—No, porqué no pasó nada.

—Bueno para no haber pasado nada, ambas se ven de la cagada, tú más que ella ¿Hace cuánto que no duermes bien? Porque se nota que es lo que menos haces, pese al kilo de corrector de ojeras que usas, tu semblante y mal humor tienen que ver mucho más con el tema de no dormir y aunque no lo creas, se te notaba mejor descansada cuándo Emma estaba cerca.

—Atenea solo no es seguro que ella y yo tengamos algo.

—¿Tanta fe te tienes de que le romperias el corazón? No me quites el puesto de soberbia Moore —Ella sonríe, ojalá fuera solo por eso.

—Entonces tú y Sam ¿Acaso piensas sentar cabeza?

—No seas absurda, no pienso casarme con la rubia, menos que menos ponerme de novia, quizás salgamos un tiempo, con suerte tengamos buen sexo y terminemos cuándo alguna de las dos se aburra o queramos ir encontremos a alguien más.

—Bueno comunicaselo a ella, porqué cinco citas antes de coger, no las tienes con alguien con quién solo quieres acostarte y lo sabés muy bien —da un sorbo al café y lo escupe en la pileta— ¿Compraste esta mierda en una cloaca o simplemente metiste el vaso en un inodoro público? Sabe horrible.

Tira el contenido y vaso, preparándose café en su cafetera. Luego de una hora hablando de lo genial que es Samantha y todo lo que tienen en común, la puerta suena y ambas se miran, ya que Julia no esperaba a nadie, al abrir está Tricia parada con un souvenir en la mano sonriendo y la sonrisa se borra al ver a Atenea adentro que la saluda con un gesto de mano.

—Hola bomboncito —le dice la diosa griega— ¿Cómo te fue en la conferencia?

—Bien ¿Porqué esta ella aquí? —le pregunta a Julia.

—Se invitó sola —se enoje de hombros.

—Que mala que eres Trish —hace puchero— y yo que te compré algo para ti —saca una rosa y se la da.

—¿Sabrías que vendría?

—Tuve un leve presentimiento —le sonríe.

—¿Sabés que soy hetero, verdad?

—Sí, todas dicen lo mismo al principio. Te esperaré.

—Bueno espero que tengas dónde sentarte para esperar, porque te vas a cansar de estar parada. Pero me dejo la rosa, está bonita ¿Sabés que le pasa a Emma? —le pregunta a Julia— cuándo me fui estaba bien y ahora la veo decaída.

—¿Y porqué crees que yo sabría algo?

—Bueno quizás por todas la veces que has ido a mi dormitorio sabiendo que yo no estaba y creyendo que no me daría cuenta de la forma en que se ven —Atenea sonríe y le da un trago a su café, quiere saber cómo sale librada Julia de esta.

—Sabes la razón Tricia.

Solo eso bastó para que ella se quedara callada, Atenea las mira y sabe que se ha quedado afuera de lo que sea que ambas saben. Suspira y no dice nada, también sabe que no se conocen desde hace tanto y que Julia es tan abierta y comunicativa cómo puede una piedra, después de todo su amistad se basa en juegos de voltear mujeres hasta en el sentido literal, entonces decide que quiere cambiar eso y para recibir, el primer paso sea dara algo a cambio, cómo información personal de su pasado. Tricia se va, saluda a ambas y Atenea creyendo que Julia no tiene ojos en la espalda le mira el trasero a Tricia, cuándo ve la seña de Julia que levante la mirada.

—George no es mi padre biológico —me suelta de golpe—, en realidad él me encontró en un hospital luego de que esos malditos que se suponían eran mis padres, me molieran a golpes y dejaran tirada por ser gay.

—¿Porqué me cuentas eso?

—Por que quiero ser el tipo de amiga con la que puedes contar, no pienso ni por asomo ocupar el lugar de Tricia, esa mujer se merece un monumento para aguantar tu humor —blanquea los ojos—. Pero quiero ser el tipo de amiga al que llamas cuándo tienes que ocultar un cadáver y no sabés cómo deshacerte del muerto, porque últimamente yo sé que podría llamarte para eso y tú irías.

—Pero ni loca cavaria la tumba —ambas ríen—, quizás algún día te cuente el verdadero motivo, pero no estoy lista aún. Si te hace sentir mejor, tampoco me llevo bien con mis padres, mis abuelos han sido una figura para mí.

—Bueno algo es algo.

—Tambien quiero decirte —se coloca frente a ella y le pone una mano en la mejilla—. De todas las mujeres que he conocido alguna vez, eres la primera que solo veo cómo una amiga.

—Amén hermana, porque estamos iguales —se ríen—. Cuándo te acercaste así, dije esto ya se puso raro.

—Ay no que asco, nunca se pondrá tan raro.

—Estamos en la misma pagina y eso me alegra. Por cierto me gusta el buen café, el color rojo y los gatos.

—A mi me gustan las rubias, aunque tengo cierta debilidad por las pelinegras, las camperas de cuero, el color naranja y las mujeres que andan en moto definitivamente son mi perdición.

Conversan de cómo cada una eligió la carrera, Atenea le cuenta cómo George terminó de mostrarle las ramas de la abogacía, cómo se enamoró de las leyes, de ver cada caso que él llevaba, y Julia le contó de su ambición de crear su propia empresa y expandirla para posicionarla en el mercado, cómo su abuelo le enseñó algunas cosas sobre administración y cómo le daba tareas administrativas así ella iba aprendiendo de a poco.

—Debo irme —la diosa griega mira su teléfono y sonríe—. Sam me espera para la segunda cita.

—¿De verdad no te parece mucho esfuerzo para alguien con quién solo quieres acostarte?

—No —se coloca su campera de cuero—. La verdad es que me gusta bastante.

—¿Entonces pausamos nuestro juego?

—Por ahora sí. Cuándo estoy conociendo a alguien no sigo de cacería.

—Que ridícula eres ¿Qué hay sobre la gente con la que estuviste y tenía pareja?

—Pero yo estaba soltera, sigo soltera, pero ya no estoy sola y yo si tengo un mínimo de respeto a la persona con la que estoy.

—Igual para tu información, has juntado karma, así que no te sorprendas cuándo la vida se lo cobre —sonríe con tristeza y se da la vuelta.

<<A mí, ya me lo ha cobrado bastante y por adelantado>>

—Nos vemos Moore.

—Cuidate Antonopoulos, al fin me sale.

—Al fin castaña déspota.

—Ve a tu cita soberbia.

Las voltea heterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora