12

216 36 2
                                    

La diosa griega con un ramo de flores cae a la habitación de la rubia, le dió algo de vergüenza pasearse así por el campus, se acomoda los anteojos de sol y toca la puerta, hace más de una semana que no logra quedar con Sam.

—¿Qué haces aquí? —le dice la rubia en cuánto la ve parada con el ramo afuera.

—No es manera de saludar a tu novia cariño. Vine a verte, son para ti —le extiende el ramo— ¿Puedo pasar? —la rubia toma el ramo y se aparta de la puerta, recibiendo el beso de su diosa griega.

Sam coloca el ramo en un florero improvisado con agua y se sienta frente a Atenea de brazos y piernas cruzadas. Ella aún no ha olvidado que le dijo que la quería y que su novia no le respondió, tampoco olvidó su última discusión.

—¿Has venido literalmente a verme o vas a decir algo? Porqué tengo una clase a la cual asistir.

—Te quiero Sam —le suelta—. Yo no sé cómo ser una buena novia, no he tenido relaciones que duren más de dos meses, esto es nuevo para mí. No intento justificarme, solo quiero que, necesito que entiendas que no es que no quiera Sam o que no te quiera, es solo que esto es nuevo para mí. Te prometo que voy a tomarme nuestra relación más enserio.

La rubia relaja al fin su postura y deja caer sus hombros tensos, la mira y se acerca a ella levantando su mentón, Atenea la mira con ojos suplicantes y finalmente la rubia acorta la distancia besándola.

—Te extrañé —le dice Atenea.

—Yo también te he extrañado diosa olímpica.

La rubia se acomoda sentándose frente a frente sobre ella en la cama y vuelve a besarla esta vez con más ansías de ella, la abraza fuerte y quedan así un momento hasta que finalmente la rubia se separa.

—Te quiero —le vuelve a decir la de ojos verdes.

—Tambien te quiero. Mi compañera llega en un hora más o menos —sonrie con picardía— ¿Es tiempo suficiente?

—Si comenzamos ya, llegamos. Pero deja la llave en la cerradura por si se nos va el tiempo.

Atenea se acerca a Sam quién termina de colocarle llave a la puerta y le quita la camiseta, mientras besa su cuello por la espalda, voltea a verla y la sube encima de ella llevándola a la cama, en cuánto la mano de Atenea toca la intimidad de Sam por adentro de su ropa interior alguien toca la puerta, no una ni dos, sino tres veces y de esas fueron más. Atenea abre algo enojada.

—Tu amiga Julia Moore, ven conmigo.

El chico toma a Atenea del brazo y se dirige a una de las habitaciones del campus corriendo. Julia tenía un bate en su mano y su hermano estaba recibiendo golpe tras golpe.

—¡Julia sueltalo!

—Es Emma —dijo con la mirada perdida en él— es Emma.

Solo repetía el nombre de Emma, Atenea le pide a Sam ir a verla mientras ella se encarga de Julia y de llamar a una ambulancia. Le quita el bate cómo puede y la sienta en la cama, ella sigue en shock repitiendo el nombre de Emma.

—George necesito que vengas a la universidad urgente, te explico aquí —le corta e intenta hablar con Julia, pero ella no es capaz de armar siquiera una frase—. Julia necesito que me digas que pasó.

En poco tiempo las autoridades de la universidad se hacen presentes, el decano ve la escena y al lado de él hay una mujer muy parecida a Julia, solo que más vieja, es su madre.

—Alguien atacó a mis hijos —dice fría aunque sabe claramente que fue su hija contra su hijo— ayúdeme a llevarlos al hospital. Gracias jovencita yo me encargo desde ahora —Atenea aparta las manos de la mujer de Julia.

Las voltea heterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora