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Atenea logró finalmente quedar con Julia luego de casi tres meses sin verla y solo escribiendose por mensajes de texto. Va llegando a la casa de sus abuelos y afuera está la castaña sentada en las escaleras de la entrada esperándola.

—Hola finalmente —se acerca y le palmea el hombro— ¿Seguimos sin ser de las que se dan abrazos? —Julia asiente.

—Pasa que te presento a mis abuelos y a Dora. En esta casa, lugar y espacio está prohibido fumar y lo digo muy en serio Atenea.

—Okay okay, cálmate Moore —levanta los brazos en modo de rendición y cuándo ve a su abuela con un tanque de oxígeno llena de mangueras en las silla de ruedas entiende el por que.

—Abuelos ella es una amiga, se llama Atenea Antonopoulos.

—Es un gusto Atenea —su abuelo estira la mano—. Cómo la diosa griega de la sabiduría y hasta tu apellido es griego. Ella es mi esposa —Atenea se agacha y le estira la mano para saludarla.

—Es un un gusto saber que Julia tiene más de una amiga, Tricia en cualquier momento renuncia —todos ríen—. Julita puede ser algo dura a veces.

—Pero es una buena amiga —Atenea sonríe y mira a Julia.

—Le iré a mostrar la propiedad, me llevo el intercomunicador. Luego le presento a Dora.

Saluda a sus abuelos con un beso en la frente y tomando una de las camionetas se suben para dar unas vueltas por la propiedad, llegan a un enorme estanque con una cascada que mueve el agua con un banco bajo un árbol. Julia se sienta y a su lado su amiga.

—¿Cómo has estado?

—Mejor. Volveré el año que viene de nuevo, ya perdí tres meses del semestre. Gracias —la mira— por todo lo que hiciste, por no dejarme sola y por intentar ayudar.

—Somos amigas, te lo dije.

—La única amiga que había tenido era Tricia. Entenderás que con ese monstruo cerca, no es cómo si pudiera tener parejas o amigos, ya haa visto lo peligroso que es.

—Afortunadamente sé cuidarme y no me iré Julia, aunque seas una pedante y déspota —Ambas ríen—. Estábamos preocupadas con Tricia.

—Te ajustaron bien la correa que ya no le dices bomboncito.

—Julia —le dice seria—, no fue tu culpa lo que pasó. No puedes vivir así, mereces tener a alguien, mereces poder tener una pareja y...

—Atenea por favor para —ella se calla—. Lo mejor es que hasta que tenga las armas para luchar contra mi hermano y mi familia, esté sola. Me haré cargo de la empresa, asumiré el control total, los dejaré sin dinero asegurándome de esa manera que tampoco tengan poder y una vez que los tenga completamente en la palma de mi mano —deja la palma hacia arriba y cierra la mano en un puño— los aplastaré cómo unos insectos.

—Yo voy a ayudarte en lo legal, es más lo haré hasta gratis con tal de estrujarlos —se acerca a ella y pega su brazo a ella moviéndola un poco al costado—. Pero no te daré un abrazo por mucho que seamos amigas.

—Vamos a comer diosa griega. Por cierto mi abuela daba clases de historia y su tema favorito eran los dioses de Egipto, Grecia, de los vikingos etc, así  que seguro te hable sobre eso.

—No hay problema, sé bastante de historia. Por cierto lindo lugar Moore. Eres una ricachona en todas la de la ley, seguro tienes un caballo para ti llamado, viento de la noche o sombra solitaria.

—Para tu información, se llama caramelo y es una yegua muy dócil conmigo claro, no deja que nadie más la monte. Si quieres después podemos montar.

—¿Y ensuciar mi ropa? No, gracias. Vamos a comer que tengo hambre.

Llegan a la casa y le presenta a Dora, quién entre extrañada y contenta la recibe, extrañada porque pensaba que su única amiga era Tricia. Se ponen a hablar en la mesa de historia y se arma el debate, aunque Atenea mira y escucha fascinada a la abuela de Julia dar cátedra, su abuelo la aparta y levantando todo para llevarlo a la cocina dónde Dora se encarga de lavar la vajilla.

—Me gusta esa amiga tuya, parece buena influencia y me alegra que estes agrandado tu círculo.

—La diosa griega no es todo ternurita. Pero definitivamente es una buena persona, no le digan que la halagué o se pondrá insoportable.

—Demasiado tarde Moore —Atenea viene entrando a la cocina—. Mercedes me pidió que les diga que dejen de demorarse con el té, y que vengan los tres a sentarse para hablar de sobre nuestra Julia ¡ah! Y también que traigan el álbum de fotos. Tu abuela me dijo que la llame por el nombre —le sonrió a Julia—, ya no te podrás deshacer de mí.

Se aleja para volver al comedor y Julia se da una palmada en la frente, que mala idea fue invitarla a esta casa, se tendría que haber encontrado con ella en un café. Dora y su abuelo se ríen, dándole una palmada en el hombro y salen llevando la bandeja con las tazas y una tetera para hacer la sobremesa.

Julia va llegando y los escucha reír a carcajadas mientras Atenea cuenta una anécdota, hace mucho que no escuchaba a su gente reír así, disfruta escuchando sus risas hasta que su abuela comienza a toser y entra al comedor.

—Antonopoulos, no te cargues a mi abuela.

—Tranquila Moore, esta mujer me cae demasiado bien. Por otro lado dejaría caer la furia del Olimpo sobre ti, y me quedaría amiga de tu abuela.

—Ven cuándo quieras Atenea —su abuela le toma de la mano—, no es necesario que te invite Julia, que sabemos que no lo hará, así que cuándo quieras puedes venir.

—Gracias.

—Bueno, bueno que tu nieta sigo siendo yo. Lo mismo haces con Tricia.

—Y no me vendría mal tener más nietas, tus dos amigas ya son cómo mis nietas, solo hace falta que nos presentes a una novia, solo espero seguir viva para conocerla y sino, Dora va a darle el visto bueno por las dos, ya tenemos una lista de condiciones que tiene que cumplir.

—¿De qué hablan? ¿Qué lista?

—Que te mire con amor, que sepa que te encanta el chocolate y el café, que te cuide, escuche y sea cariñosa, que le guste andar a caballo tanto como a ti, que le puedas mostrar nuestro lugar secreto, que te haga sentir segura y no se vaya de tu lado cuando las cosas se pongan difíciles, porque créeme Juli que a veces lo eres y si se va, que al menos te de la oportunidad de hablar las cosas y te escuche.

—Aún no conozco a nadie así. Saben que no es tan fácil estar cerca de mí, por muchos factores.

—Tambien sabemos que mereces ser amada, eres una buena persona Julia, algo gruñona —Atenea asiente y ella le da un golpe en el hombro que la hace reír—, pero que cuándo ama es leal y la persona más devota que conozco, luego de tu abuelo claro —le regala una sonrisa a su esposo—. Así que no te rindas Julia, algún día llegará alguien que valga la alegría que conozcamos y ese día será una gran victoria para todos.

Quién iba a decir que dicha persona en cuestión se llamaría literalmente Victoria.

Las voltea heterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora