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Atenea y Tricia miran sus anillos y hablan de la boda mientras Sam está sentada al lado de Julia con una taza de café.

—¿No estás contenta por tus amigas?

—Sí.

—¿Segura? Tu cara no dice lo mismo.

—Es porque...

—¿Todo bien? —se acerca Atenea sintiendo besando a su prometida— cambia esa cara que ahí viene Tricia.

—Bueno la otra noticia, es que quiero que sean mis damas de honor. Sé que no es lo que más te gusta —mira a Julia— pero eres mi mejor amiga y me gustaría que mis amigas estuvieran a mi lado en mi boda.

Julia está a punto de negarse, la verdad es que ella odia lidiar con la presión de un casamiento, los preparativos y las mil tareas aburridas y protocolares que llevan a tener que acompañar a la novia.

—No haré esto dos veces —mira a Atenea.

—Sam tiene muchas amigas —le saca la lengua—, no te necesito Moore —la diosa toma un cigarrillo y cenicero saliendo al balcón—. No entiendo porque si te molesta tanto el humo del tabaco sales conmigo mientras fumo.

—Es el momento de privacidad que podemos hablar, idiota —Atenea sonríe y le da una calada a su cigarro— ¿Qué opina George de que te cases? Hasta dónde recuerdo no es un mega fan de tu prometida.

—No me ha dicho nada. Cuándo le conté hizo una pausa me dijo que si era lo que quería me apoyaba y siguió comiendo.

—¿Qué hay de su familia?

—Sus padres no están de acuerdo y menos después de enterarse que ella fue quién me lo propuso, solo su hermano nos apoya y es suficiente —Julia asiente y se muerde el labio inferior—. Lo que quieras decir dilo que me queda poco para terminar de fumar.

—¿Estás segura de querer empezar un matrimonio así? No es que Sam me caiga mal, pero —suspira.

—Ya lo pensé bastante —Atenea termina de fumar y se apoya en la baranda mirando hacía abajo—. En este último tiempo ella lo ha estado intentando, ambas lo intentemos, vimos a un terapeuta — <<¿Antes de casarse? No es necesario agregar que es una mala señal>>—, es una mala racha nada más. Casarnos nos hará unirnos más o eso espero. Quiero creer que saldremos de esta Moore, lo estamos intentando —Julia le palmea el hombro.

—Está bien Atenea. Aún queda la despedida de soltera —le sonríe con malicia— y esa si que no me la perdería por nada del mundo. Ya tengo la ropa que vas a usar —Atenea suspira.

—Supongo que tocará hacer todo en una misma noche.

—¿Todo bien? —pregunta Sam.

—Perfecto amor —responde Atenea.

Julia había estado demasiado ocupada ayudando a Tricia en los preparativos de su boda, entre las tres novias compartían datos sobre dónde comprar que cosa, aunque el poder adquisitivo de las mujeres es diferente compartían datos de relevancia. Julia tenía los ovarios en fractales, osea partidos en varios pedazos, estaba harta de escuchar hablar de cada detalle y de ver cómo se emocionaban ante cosas que no le parecían tan impresionantes. Nunca entendió el tema del casamiento, estar ligada legalmente a una persona, le parecía un contrato a largo plazo sin la seguridad de que todo saldría bien, bueno cómo el riesgo de cualquier contrato en realidad, para Julia el matrimonio era una transacción más. Definitivamente pensó que uno de sus no negociables sería estar con alguien que tuviera cero interés en el matrimonio o al menos no en todo el embrollo que llevaba la organización.

Atenea estaba contenta con todo los preparativos, por que feliz definitivamente no era la palabra que usaría, los nervios, la boda inminente, los preparativos y el trabajo de ambas, parecía estar cavando una brecha profunda, ni siquiera tenían relaciones tan seguido, sino que con suerte una vez a la semana, cuándo al principio eran mínimo dos veces al día, luego con el paso del tiempo la frecuencia disminuyó, aunque no el deseo, ella seguía viendo a su rubia con ganas y le constaba que su prometida a ella también, por los arrebatos que tenían cuando estaban juntas. Entonces atribuyó la poca frecuencia en la cama a todo el stres, aunque Atenea es consciente que dentro de ella hay algo que falla, y era una semilla que plantó Samantha hace años con la primera infidelidad, que le confesó y ella le perdonó, cuándo la confrontó en realidad.

—¿En que piensas? —entro la rubia abrazándola por la espalda besándola.

—¿Qué hacés levantada? Es muy temprano, deberías aprovechar a dormir un rato más.

—Duermo mejor cuándo te tengo al lado —le sonríe— ¿Pasa algo?

—¿Estamos bien tú y yo?

—Sí —le responde extrañada— ¿Porqué preguntas? ¿Tienes dudas sobre la boda o sobre casarnos? —algo de pánico llenó su expresión.

—Es que últimamente ni siquiera tenemos relaciones, o momentos de pareja, solo corremos de aquí para allá a nuestros trabajos, a compromisos sobre ver cosas para la boda y aún con la agenda apretada que tenemos, veo más seguido a George y a mis amigas, que a mi prometida.

—Tienes razón —se acerca abrazándola— hemos estado muy aceleradas y le sacamos tiempo a nuestra pareja —suspira y la besa—. Tengo el día libre pasado mañana ¿Te parece si tenemos una cita y luego al llegar a casa nos ponemos más cariñosas?

—¿De verdad? —Sam asiente y le besa— me encanta la idea —sonríe y la apretuja en sus brazos—. Faltaré a la oficina y tendremos el día para nosotras ¿Vamos a acostarnos? Así duermes un rato más antes de ir al hospital.

—Vamos mi amor.

Se acuestan, Atenea la abraza por la espalda y ambas quedan con sus anillos de compromiso enlazando sus manos, la diosa griega también le regaló un anillo, le parecía justo ya que ambas son novias y aunque Sam no lo usa en el hospital por ser cirujana y con miedo a que se pierda, cuándo está en casa o cuándo salen lo presume con orgullo al igual que a su prometida.

Atenea siente alivio y piensa que al fin han logrado superar quizás su mala racha, Sam está mucho más cercana a ella cómo al inicio la nota y la ve más enamorada. Quizás sus deslices solo fueron eso, un tema pasajero ¿Usé deslices en plural, verdad? Bueno es que también le encontró unos mensajes una vez medio subidos de tono, pero le juró que no había pasado nada, Atenea quiso dejarla, es más juntó todas sus cosas dispuesta a separarse, pero Sam le juró y perjuró que solo habían sido mensajes que ellas no venían bien, que hacía mucho que la diosa griega estaba distante y le rogó hasta que ella aceptó otra oportunidad y comenzaron terapia de pareja, estuvieron bien por un tiempo y Sam le propuso casamiento.

—Te amo Sam, pero te juro que si me vuelves a ser infiel nos divorciamos ahí mismo y no vuelves a verme en lo que te resta de vida.

Le dijo cuando le dió la última oportunidad y Sam viendo la verdad dibujada en su rostro sin un atisbo de dudas, aceptó esta vez hacer las cosas bien o perder a Atenea.

Esto es el único secreto que la ha ocultado a sus amigas, Julia le diría déjala, sabés que los infieles son personas desleales que no cambian, y Tricia le diría, una vez fue un error, dos veces es una desición, mereces más que un amor a medias que busca refugio en otra personas cuándo las cosas van mal. Ambas tendrían razón, pero Sam es la primera mujer que ama realmente, está hace año con ella y ella está cambiando, finalmente las cosas parecen mejorar para empezar esta nueva etapa de sus vidas.

Las voltea heterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora