pov Nahira

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Había aceptado ayudar a la señora Suarez en la vieja librería del barrio, ya que ninguno de sus nietos se hacía un tiempo para ayudar a su abuela que recientemente había enviudado. La señora era amiga de mi abuela desde siempre, y nuestras familias habían sido cercanas, pero no sé qué ocurrió entre mi mama y la hija de la señora que últimamente apenas se saludaban. En fin, era mi último año de secundaria y estaba aprovechando a juntar un poco de dinero par las vacaciones y para poder cambiar las cuerdas de mi vieja guitarra y si me alcanzaba algún que otro disco de mi banda favorita, ya que ropa, usaba siempre lo mismo, lo heredaba de mi hermana mayor o le robaba algún que otro sweater a Claudio, mi hermano 3 años mayor que yo. Ellos ya se habían ido de casa, uno de mejor forma que otro y en sus clóset quedaron algunas prendas que para mí, eran vintage.

Eran de esos días donde no me aguantaba ni yo, pero tenía que cumplir con mis obligaciones, y las galletitas de la señora Suarez eran mi remedio a ese hastío de vida adolescente. Mi vida se alimentaba del drama típico: compañeros ineptos, estúpidos, hormonales, precoces ( ya muchos habían perdido su virginidad , bebian a montones y fumaban todo tipo de sustancias) y estábamos nosotras: mis amigas y yo,Valeria, mi mejor amiga, mi soulmate, mi hermana de otra madre y Sol, que había entrado en 1er año de secundaria, se había mudado de otra provincia, pasó poco tiempo y nos hicimos compinches enseguida, gracias a un comentario ácido y sarcástico nuestro, ella se río fuerte, ganándose la llamada de atención del profesor de matemáticas, tras lo cual fue adoptada enseguida por Vale y por mi.

Volvía a mi casa del turno extendido, donde había tenido gimnasia y enseñanza religiosa, mis materias favoritas ( léase el sarcasmo), estaba realmente exhausta, sumado a eso que tuvimos que formar grupos para el proyecto final de investigación de sociología, estábamos bien con las chicas, las tres ya nos acostumbramos a trabajar y cada una asumia su rol, pero incluir a tres personas mas que encima eran de diferentes sectores del aula (por que claro, cada sector corresponde a una especie de banda: nerds, populares, excluidos, alternos, malandros... a nosotras nos tocó uno de cada pueblo): Luca, el mejor en el equipo de football, pero el peor en clase; Gastón, no tan mal en clase y no tan mal en deporte, ni fu ni fa y Marcos (ahhh, en mi cabeza me daba cachetadas en la frente, era mi maldito crush) era vago, pero tenia algun que otro destacado, era bueno en artes y en los videojuegos (ya que vivía con su celular en clase), compartiamos algún que otro diálogo, pero hasta ahí, nada importante. Para colmo de males, era el nieto de la señora Suarez, asi que coincidiamos en el transporte público, en el super, pero casi nunca en la librería...

Las chicas lo sabían porque se me escapó estando alegre, muy alegre cuando festejamos el cumple de Vale en el verano, pero les pedí por favor que no dijeran nada y que olvidarán mí confesión. Por supuesto que no lo olvidaron y cuando escucharon su nombre me miraron con casi nada de disimulo. Quería que la tierra me tragara pero tenía que fingir demencia y compostura para no mostrar ningún interés, incluso hasta desagrado. Maldición, maldito proyecto, malditos muchachos y maldito pero encantador Marcos. Cuestión, estaba llegando con 5 minutos de demora a la librería, como siempre corría por el barrio, con mis auriculares a todo volumen, cuando de repente me choqué con Marcos, o mejor dicho, con su estupido skate, haciéndome caer de rodillas en la calle, desparramando toda mi mochila y casi todo su contenido, me saqué los auris y escuché gritos de preocupación y de reprimenda de su parte.

-heyyy, no escuchaste nada? Si vas a andar por la calle porque no le bajas el volumen!!!! podría haber sido un auto o algo más grande y ahí sí que no la contarias. ¿Te duele mucho? Bueno, ya está, no importa. Por lo menos mi skate está bien, si no le ibas a tener que pedir a tu papá que me compre otro. Tené más cuidado que necesito aprobar ese proyecto, chau. Y se fue como apareció.

Tenía las rodillas raspadas sangrando, mi jean favorito estaba más roto, mis converse estaban hechas un desastre y mis anteojos perdidos por la vereda, apenas podía retener mis lágrimas de dolor, frustración y vergüenza. Llegué a la librería hecha un desastre, cuando la señora Suarez me vio, cambió su semblante de descontento por mi llegada tarde a uno de preocupación.

Heartlines. Pt1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora