pov Marcos

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Otra noche que me mantuve desvelado jugando en línea a mi juego favorito con mis amigos a distancia. Tenía la ventana de mi cuarto abierta para que mamá no sintiera el olor a tabaco que salía de la habitación.

Desde que se fue mi padre he tenido que ser el sostén tanto de mamá, como de mi hermanita mas chica, Camila. Estos últimos diez años, he estado cumpliendo con todas las expectativas que tenían de mi  por ser el único varón de la casa, ya estaba harto. Tanto mi madre como mi abuela y mis hermanas podían ser ellas mismas, descargar su ira de los hombres sobre mí, y no tenía que decir nada.

Hace un año que empecé a frecuentar de noche la plaza acompañado de Daniel, el guitarrista de mi banda. Hemos estado ensayando durante un tiempo en el garage a falta del auto que mi padre se llevó. Pero mi madre me había prohibido tocar hasta la noche, por lo tanto, tuvimos que conseguir otro lugar no muy limpio ni ordenado, pero algo es algo.  Esa noche Daniel me envió un mensaje para encontrarme con él en la plaza. Me dijo que había conseguido unas flores, cortesía de su primo, que conocía a alguien que conocía a alguien y se las dejó a buen precio. No importa, yo solo quería que me distrajera un poco de la mierda que estaba siendo toda mí vida, que solo  me hiciese  hablar con los árboles y  congelar el tiempo mientras miraba una flor marchita y me alejara de todos los pensamientos negativos.

Mí mamá me dejaba algo de dinero para que me administrara durante la semana con el almuerzo y de vez en cuando la cena. Pero casi siempre tenía una vianda en el Freezer que me dejaba mí abuela cuando venía a ayudar con la limpieza de la casa.
A pesar de tener su propia casa, la abuela venía para pasar el rato, para estar con Cami sobre todo, en vez de ocuparse de la vieja librería del abuelo. Para eso había contratado a esa boba de Nahira, la niña perfecta de la familia Millares, donde ella siempre fue el ejemplo a seguir de todo lo que se debería ser.

Agh, no la soporto, no la puedo ni ver. Ya oír su voz en el aula me ponía de mal humor. Nos juntabamos cuando éramos niños, nuestras familias eran unidas, pero al enterarme de que su mamá quiso sacarle el marido a la mía, osea quedarse con mí papá y que por eso se habían divorciado (O eso es lo que me dijo mí madre), la odie casi al instante.

Su madre tuvo la culpa de haber arruinado a mí familia y nunca la voy a perdonar por eso. Ni a ella ni a su madre. A pesar de que mí abuela seguía insistiendo en que era un error, que no creía capaz de que Alejandra pudiera hacer tal cosa , que eran gente decente, que mí papá escondía secretos oscuros y que éramos muy chicos para entender, que era problemas de grandes. Ahora ya no soy un niño, pero ya perdí el interés en saber la razón. Solo me quedó el resentimiento y la indiferencia.

Lamentablemente tenemos que compartir curso y para colmo la vieja de sociología me obligó a formar grupo con ella y sus dos amiguitas. Las tres insufribles del curso, vaya suerte la mía. Yo quería pasar el rato y ver a la vieja en diciembre, cómo siempre. Total aprobaba cada año, con lo mínimo, pero lo hacía. Era la única condición que me había puesto mí madre para no sacarme del colegio y enviarme con mí padre, vaya a saber dónde a trabajar.
Mí destino estuvo compartido con Gastón, por lo menos hablábamos de las técnicas y armas que usábamos en nuestros gameplays e incluso me comentó que tenía un rango mayor que el mío. Por supuesto le pedí que se uniera a una partida, porque lo quería comprobar. Yo tengo el puntaje más alto de mí rango, no es por alardear, pero quería que sepa que no era ningún noob. Y para coronar con la cereza del postre, el gran Luca Faccio, maldito niño rico. Otro ejemplo de que la gente con dinero hace y dice lo que quiere sin tener ningún tipo de repercusión.
La vieja no sé que se pensaba que podría llegar a pasar con una mezcla de gente tan diferente entre sí, solo para hacer un maldito proyecto que no nos va a servir un carajo en el mundo real. Pero contaba la nota y era casi el 100 por ciento de la materia.
Después del largo día de actividades extracurricular, necesitaba con urgencia esas benditas flores de Daniel. Llegué a casa, me tomé algo rápido, agarré el skate y salí. Pero iba con mis air pods a todo volumen, hasta que en la esquina me choqué contra una persona que iba cruzando la calle sin mirar para ningún lado. Me asusté, empecé a maldecir y recriminar cómo iba a andar asi por la calle, hasta que para mí mala suerte resultó ser Nahira. Hice el intento de ayudarla, me dio pena verla con las cosas desparramadas por todo el lugar y sangrando. Pero recordé que fue su culpa, niña idiota. Estaba retrasado por su incompetencia y falta de atención. Abuelita, ahí tienes a tu niña ejemplar. Me fui del lugar rápido, no quería darle el gusto de ayudarla ni sentir compasión.

Heartlines. Pt1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora