Pasó de la calidez al frío, aunque la temperatura de la enfermería aparentemente era tibia. Louis observó el hueco a su lado, la punta de su nariz resintió la ausencia de unos esponjados rizos cosquilleando al rozar, el olor a frutos rojos, del cual ya no quedaba siquiera una nimia pizca merodeando en el aire. Llevó su mirada al techo y, después de un lánguido instante huyendo de la realidad, cerró los ojos con fuerza, tentado a teorizar que había sido solamente un sueño. No obstante, al permitirse nuevamente la vista, aterrizó en que sí ocurrió..., y Harry simplemente se había ido. ¿Acaso esperaba que se quedara? ¿Louis en verdad hubiera querido que lo hiciera? Carecía de racionalidad tan solo plantearlo.
Pero tal vez no hubiera sido desagradable despertar y que la suavidad de su mejilla siguiera presionada en su pecho, con el calor de su respiración deslizándose encima de su piel. Quizá—sólo quizá—hubiera sido más fácil de sobrellevar que su súbita desaparición.
Se enderezó cuidadosamente, todavía adolorido, pero suficientemente repuesto para salir de la cama. Debía llegar a casa antes que Zayn y Effy, con tiempo de ventaja para tomar un baño, administrarse una generosa porción de analgésicos, practicar su caminata casual que no delatara un atisbo de dolor, e inventar una excusa para los raspones en su rostro. Se puso su camiseta, previamente reposada en la silla vacía. Al moverse, retuvo la respiración más de una vez, prohibiéndose emitir otro quejido.
La doctora entró y esbozó una sonrisa al coincidir con su mirada.
—Venía a despertarte, ¿cómo te sientes?
—Mejor, gracias—respondió Louis.
—No bajes mucho la guardia, ¿sí? Te llevaste un buen golpe, y si quieres seguir entrenando la próxima semana, necesito que guardes reposo lo que resta de hoy y todo el día de mañana—le tendió una bolsa de tela que el muchacho recibió, a pesar de su desconcierto—. La receta tiene las instrucciones para que tomes cada medicamento, son para desinflamar y calmar el dolor.
El chico observó el interior de la pequeña bolsa y arrugó el ceño. Reconocía el frasco de jarabe y las píldoras, sólo podía encasillarlas en el concepto "costoso como el infierno".
—No sabía que aquí vendían los medicamentos.
—No, no los surtimos. Sólo damos la receta para que los consigan en farmacias externas—aclaró ella, manteniendo su afable gesto facial—. Esto fue por indicación de los Styles. Dejaron el recado de que es una cortesía.
—Oh...—parpadeó, remarcado, procesando más lento de lo que le gustaría admitir—. ¿Fueron...todos los Styles?
—Me temo que no poseo la información necesaria para resolver esa duda. El chofer de la familia fue el contacto directo con enfermería y no mencionó quién hizo la petición.
Fue estúpido preguntarlo, en primer lugar. Louis quería borrarle de la memoria ese detalle.
—Gracias...—tragó—. ¿Ya tengo autorización de irme?
—Totalmente. Tu hermano ya está en la sala de espera.
—¿...m-mi hermano?—Louis palideció bruscamente.
—Sí, fue el primer contacto de emergencia que encontramos en tu registro. El director solicita que notifiquemos a los padres o familiares responsables cualquier incidente como este.
Mierda.
—Hasta luego, buen día—balbuceó apresuradamente, saliendo disparado de la recámara, obviamente con la velocidad que sus laceradas extremidades permitían.
Al otro lado del muro que daba al espacio de visitas, distinguió la molesta voz de Zayn y, por instinto, avanzó más aprisa, no obstante, detuvo su andar, congelándose a poca distancia al atestiguar, casi de inmediato, las palabras de Liam. La interacción que ocurría era únicamente entre ambos, al parecer.
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Angels Like Him | L.S
RomanceLouis logra sobreponerse a su situación económica al conseguir una beca deportiva para estudiar en una universidad de alcurnia y, desde la primera vez que cruzó una mirada con el arrogante hijo del director, declaró a Harry Edward Styles como el ser...