Capítulo 23.

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Desde su discusión con Malcolm, podría parecer que Louis no meditó ni un instante su propia situación, sin embargo y para su desgracia, pasó la noche en vela, con su mente girando alrededor de lo que pretendía haber dejado atrás. Repudiaba a quienes osaran crucificar a Harry, acribillándolo con las mismas acusaciones que se le habrían hecho a un histórico monarca sanguinario, de aquellos que, aún en retratos reimpresos entre páginas de enciclopedias, envían escalofríos a cualquiera que corresponda su mirada. No obstante, quizá la razón de su pavor se cimentaba en momentos como ese; cuando había un hombre denigrado en el suelo, temblando, visiblemente afectado por retener el llanto, con su tez tan pálida y su aura tan débil que no podía ni levantar la vista hacia aquel que, desde arriba, se abastecía de vitalidad con su sufrimiento.

¿Cómo era posible que los labios en los que Louis hallaba sabores dulces y palabras hermosas, también albergaran tal malicia en sus sonrisas? Había olvidado ese semblante, en el cual resultaba innegable que Jack había tallado su apellido. El frío color esmeralda transformaba sus ojos en una joya de hipnósis que doblegaba a su voluntad hasta a otros de su talla, los reducía a cenizas, les recordaba que el prestigio de sus nombres no era digno de valor, no junto a su corona; que ni siquiera los auténticos herederos a un trono tenían el porte y la autoridad del príncipe de los Styles. 

Harry renegaba de su sangre, aseguraba que estaba mancillada por una profesía fatídica, sin embargo, tomaba esa maldición en sus manos y la blandía como espada en cada una de sus palabras. No se delataba furioso y fuera de sí, en contraste con el común enojo de los simples mortales, él, leal a su dogma de artista, dominaba con gracia la técnica felina de observar con absoluta calma y destruir con elegancia, sonreír cual perfecto modelo, ignorando la sangre en su rostro y su víctima destazada bajo la planta de sus pies. 

Y parecía disfrutarlo tanto.

Sólo lo había visto así con los directores de Berrycloth, para proteger a Olive. Harry usaba el apellido que tanto detestaba..., sólo para resguardar a Louis y a su familia. 

Louis no procesó los sucesos; sintió la mano de Malcolm tirando de su brazo para alejarlo consigo. Sus ojos seguían plenamente enfocados en Harry, quien devolvió su mirada con un fulgor confidente que sólo lo hundía un poco más a su merced. Su corazón latía a una premura insana, mas no por terror. 

—En tremenda escuela de locos viniste a parar...—masculló Malcolm, en cuanto estuvieron calles más adelante, alejados de oídos entrometidos—. ¡Louis, joder, reacciona!—lo jaló con más fuerza, apretando con su tacto para que el ojiazul dejara de voltear hacia atrás.

—Es fantástico—pese a su falta de aliento, una genuina sonrisa embelesada surcó en sus comisuras.

Su amigo frenó bruscamente y lo observó, escandalizado.

—¡¿Qué brujería te hizo?!

—¿No lo viste? Mi chico es..., joder...

—Un puto psicópata—completó erróneamente—. Tenía a un cabrón casi al borde de un ataque de ansiedad, lo obligó a hincarse...y estaba sonriendo. 

—Me estaba defendiendo—objetó Louis con certeza.

—Estaba abusando de su poder para aplastar a uno de los suyos, ¿qué mierda crees que te espera cuando terminen?

—No vamos a terminar—su firme sonrisa probablemente lo hacía lucir patético, pero no podría erradicarla ni aunque quisiera—. Mac, me lo voy a llevar al altar, te lo juro.

—Eso no lo sabes, idiota—arrugó la nariz.

—Tú también ibas a defenderme, ¿no? ¿Qué tiene de malo que mi novio lo haya hecho?

Angels Like Him | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora