Capítulo 3.

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Habría de suponerse que, al ser Louis un sobrepensador compulsivo, previó lo que ocurriría su primer viernes en la Universidad de Windsor. Pero no, jodidamente no lo hizo, creyó que era una buena idea dejar fluir y aparentar que todo marcharía con tranquilidad.

Grave error, por cierto.

Cuando volviera a atraverse a pensar "pudo ser peor", se azotaría la cabeza contra un muro, no exageraba. Porque sí, siempre podría ser peor y la vida estaba por demostrarle que todas las hipótesis, incluso las que no imaginó, se convertirían en una realidad con la misma facilidad que las descartó. Era como si el mundo hubiera tomado aquella frase de banal consuelo como un reto, pero él no tuvo manera de saberlo al inicio del día que, según sus predicciones, sería optimista.

Louis tenía la compañía de Luke mientras dejaba su mochila deportiva en la taquilla y sacaba su computadora portátil y el libro que requería para su primera clase, la cual, cabe mencionar, debía considerarse un sabotaje por iniciar a las siete de la mañana cuando él apenas había dormido cuatro horas o quizá un poco menos.

Luke olisqueó el café ajeno mientras le hacía el favor de sostenerlo.

—Joder, ¿cuánto expreso le pusiste a esto?—arrugó la nariz.

—Es sólo expreso. Sin leche—aclaró Louis, echándose el asa de su mochila al hombro.

—Cabrón, te va a dar un paro cardíaco—le entregó el envase cuando el futbolista cerró la puerta—. ¿Siquiera te gusta el sabor? De sólo olerlo, me mareé.

—El sabor es lo de menos si me mantiene despierto en Administración Financiera—alzó un hombro y bebió un trago—. Tengo examen rápido y mis párpados se sienten como putas rocas.

—¡Eh, yo también tengo mi primer examen hoy!—extrañamente, Luke lució alegre por la coincidencia e incitó a Louis a sonreír con ironía—. Windsor realmente dijo "bienvenidos sean".

—En todos los sentidos—confirmó Louis, suspirando por cansancio—. En el entrenamiento leerán la lista de los pre candidatos a capitán. Me estoy orinando encima.

—No hay manera de que no estés hasta arriba. No te he visto jugar, pero supongo que por algo eres famoso.

—No soy famoso.

—¡Vas en ascenso! Ayer, en la cafetería, escuché a unas chicas hablar durante casi cinco minutos de cuán jodidamente azules son los ojos del becado en el representativo de fútbol—satirizó una voz femenina al citarlas.

—Muy gracioso—negó, sarcástico.

—¡Es en serio, lo juro! ¡Se estaban organizando para visitarte disimuladamente en las prácticas!—rio.

El brusco sonido de la puerta del casillero aledaño se antepuso a la respuesta que Louis estaba por dar. Viró ligeramente su cabeza cuando el reconocido aroma rozó su nariz y se encontró con Harry, con la piel más pálida que de costumbre y lentes de sol cubriendo sus ojos, moviéndose perezosamente al tomar un libro mientras masticaba goma.

La sonrisa de Luke se esfumó, llevándose consigo el chispeo risueño en su semblante; ninguno habló, Harry ni siquiera les dirigió una efímera mirada, sólo azotó la puerta al cerrarla y se marchó. Louis quedó pendiente en la espera de algún comentario estúpido o desdeñoso gesto, como se estaba volviendo habitual. 

—Alguien está teniendo una mañana menos optimista que la nuestra—destacó Luke, con un deje burlón, observando el pasillo—. ¿No acompañas a tu mejor amigo a clase?

—No me lo recuerdes. Tener que verlo a esta hora es una prueba de fuego a mi paciencia—cerró la puerta de la taquilla.

—Mucha fuerza—palmeó su hombro—. ¿Te veo a las doce?

Angels Like Him | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora