Capítulo 17.

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—Sigue leyendo—la voz de Louis acarició el cuello de Harry con un susurro emitido justo donde su pulso era palpable. Los besos que ahí pasmaba, estaban sincronizados con el tenaz y lento movimiento de sus manos deambulando por el cuerpo ajeno, particularmente acentuando en su torso, quizá osando permitir el trazo sobre los huesos de su cadera.

El príncipe suspiró suavemente al apretar sus piernas alrededor de la cintura de Louis, como muda exigencia de que se conservara encima de él, así de cerca. Le impedía marcar una distancia que el futbolista no tenía ni en pensamientos, lo demandaba con una férvida posesividad perfectamente correspondida. La alfombra era, por mencionar algo burdo y obvio, incómoda, en comparación a las majestuosas camas, pero la atmósfera con la que ambos reconstruyeron una desolada mansión de Minworth era impaciente, ambiciosa y de precaria lógica; los tenía ahí, desnudos en el suelo, sudando por un previo clímax del que no habían descendido en su totalidad todavía. 

—"...admito y me jacto de mi soberbio pecado al jurar que no existe, ni existirá, un solo poeta con el don de describir con fiel desgloce la magnificente sensación de ser tocado por Logan; no por falta de talento, sino porque mi cuerpo es el único que vivió ese privilegio, obsequiado por la exquisitez de...d-de sus manos y boca..."—Harry citó, recabando las palabras del libro que sostenía con la mano contraria a los dedos entrelazados con el cabello de Louis. Se interrumpió con un gimoteo casi inaudible. El ojiazul sonrió, después de crear una marca en su clavícula—. "Y estoy muy alejado de ser un poeta. No soy un versificador, no soy un soldado, sólo soy suyo. Soy tan suyo que le permití hurtar mi alma y voluntad...y...y..."

Louis amasó sus glúteos para alinearse contra su entrada, siendo un vasto factor para la desconcentración de Harry, cuyo ahogado gemiqueo encontró la forma de escapar aunque intentase reprimirlo mordiéndose el labio inferior y cerrando los ojos durante unos segundos. 

—Lou, Louis—suplicó en un lloriqueo, aunque en realidad fue un reclamo por tentarlo. Corrigió el apodo en cuanto lo pronunció.

—Sigue—murmuró, dibujando con besos la línea de su mandíbula.

Lo escuchó tragar y luego tomó unos segundos para contemplar su sonrisa, esos hoyuelos que surgían en sus mejillas.

—"Él es...tan mío que se quedó conmigo incluso después de que su corazón dejara de latir. Es tan mío que me permite encontrarlo aunque ya no pueda dormir con el calor de su piel y un beso que dulcifique hasta los más amargos sueños. E-Es tan mío que me permitirá verlo de nuevo, así sea dentro de siete décadas o un millar de años, recuperarlo en otros labios que sabrán a él..."—descendió su mano para encajar sus uñas en el hombro de Louis cuando éste penetró sus paredes internas poco a poco, prolongando esa exquisita y dolorosa sensación. 

El futbolista tomó su boca en un fogoso beso, entre el cual Harry gimió y soltó torpemente el libro, para también sujetarse de su otro hombro, arrastrando sus dedos por su omóplato. La cadera del príncipe se movió hacia el frente, delatando un capricho que Louis concedió, embistiendo más profundo.

Brotó una risita por parte de Harry.

—¿Qué?—Louis cuestionó, ahora también sonriendo.

—La próxima vez, cantarás para mí mientras te monto. Será mi venganza—sentenció, juguetón. El muchacho de ojos azules dio un embestida más fuerte que lo hizo gritar—. ¡Bruto, avisa!—carcajeó, instándolo a reír con él.

Harry inició otro beso, y aunque Louis hizo el amago de separarse para jadear en busca de aliento, el exigente monarca lo atrajo a un nuevo, más lánguido, húmedo. Era patético y ninguno de los dos comentaría al respecto, pero dejar de sonreír estaba convirtiéndose en una ardua tarea que jamás concretaban.

Angels Like Him | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora