CAPÍTULO 3: Descubriendo París de noche

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Cuando terminamos de cenar, pedimos la cuenta y salimos del restaurante. La velada había sido perfecta, como si fuéramos dos adolescentes en su primera cita. Lo que no sabía es que la sorpresa todavía no había llegado, eso era sólo el aperitivo.

—Ya sabes que la famosa torre Eiffel está más o menos cerca—me recordó.

—¿Crees que llegaremos antes de que cierre?—pregunté.

—En cualquier otro momento cogería un taxi, pero creo que sería desperdiciar la oportunidad de pasear por las calles de París con la mujer de mi vida—afirmó.

—Me encanta cuando te pones tan romántico... En ese caso, vale, vayamos dando un paseo—dije.

Estábamos acostumbrados a pasear por Londres y conocíamos muchos de sus rincones, pero pasear por la capital francesa era un mundo aparte. Todos los edificios tenían una elaborada fachada y todos ellos eran distintos, aunque a primera impresión pudiera parecer que eran iguales. Tras andar unos minutos, llegamos al arco del Triunfo. Nos pillaba de paso, pero me habría quedado mucho más tiempo contemplando esa magnífica obra. 

Continuamos nuestro paseo hasta que llegamos al puente para cruzar el Sena. Cuando cruzamos, aún tuvimos que andar en dirección hacia la derecha durante un rato, hasta que ante nuestros ojos sobresalía la famosa torre. Mientras me quedaba hiptonizada viendo la torre, me percaté de que Alan estaba en el mostrador, hablando con un trabajador. Poco después se acercó a mí.

—Venga, tenemos que subir hasta la tercera planta—dijo él.

—Hasta la tercera hay que subir en ascensor, me parece—concluí.

—Cierto, vamos a coger el ascensor entonces. Si nos queda tiempo a la bajada podemos recorrer a pie uno o dos pisos—propuso. 

 

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El peso de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora