—¿Cómo es posible? ¿En qué momento has dejado esto aquí?—le pregunté con curiosidad.
—¿Qué te hace pensar que te voy a desvelar mis secretos? Calla y disfruta—me dijo.
La caja de bombones tenía un lazo alrededor. Alan desató el lazo, sacó un bombón y lo metió en mi boca.
—¡Mis favoritos!—exclamé emocionada.
—Lo sé. También son mis favoritos.
—¿Cuántos hay en la caja?—pregunté.
—Pone que vienen doce bombones, pero igual es mejor que reservemos unos cuantos para mañana.
—Sí, estoy de acuerdo. Venga, ¡toma éste!—dije, mientras le metía el bombón en la boca.
Cada minuto que pasaba esa noche, me sentía más feliz y emocionada, como si estuviéramos en una de nuestras primeras citas, como dos jóvenes enamorados.
—Oye, ¿qué me dices de las flores?—me preguntó mientras las acercaba.
Las flores tenían un olor suave, eran orquídeas. Me encantan esas flores.
—Ahora mismo me siento mal porque no tengo nada para ti—dije.
—Rima, ni se te ocurra pensar eso. No necesito nada. Tú me lo das todo cada día—respondió con una sonrisa.
—Realmente soy afortunada contigo—contesté.
—Te diría que el afortunado soy yo, pero te conozco lo suficiente para saber que no me vas a dar la razón, así que los dos somos muy afortunados—dijo.
Una vez más me dejó sin palabras, simplemente le dediqué una sincera sonrisa, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla. Sin embargo, cuando estaba volviendo a mi posición, Alan me quitó el ramo de las manos, alejó también la caja de bombones y me aproximó a él. Un silencio se apoderó del momento y pude aprovechar para quedarme embobada contemplando sus ojos verdes y su penetrante mirada. De repente, sus ojos miraron en la misma dirección e inesperadamente se abalanzó sobre mí y comenzó a besarme, como una pareja de enamorados, aunque debería decir "recién comprometidos".
Nunca jamás olvidaré esa mágica noche en París. Nos fuimos a dormir realmente tarde, pero mereció la pena. Había sido un día agotador y la noche también. Se nos olvidó apagar el despertador y sonó muy temprano. Ni siquiera miré el reloj, sólo lo apagué, me acurruqué en su pecho y seguimos durmiendo.
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El peso de tu ausencia
Любовные романыHistoria escrita en primera persona desde la perspectiva de Rima Horton, viuda del actor Alan Rickman, tras su fallecimiento. 14 de enero de 2016, ¿quién me iba a decir en año nuevo de 2015 que ése iba a ser el último año que pasaría completo junto...