El silencio tensaba el ambiente. Con las ventanillas cerradas la temperatura había comenzado a aumentar, todos estaban sentados a lo largo del vagón, tratando de refrescarse abanicándose con lo que tenían a la mano. Solo se escuchaba su respiración, Jaime dormía con un gesto de dolor mientras se recuperaba de las heridas. De tiempo en tiempo, Thomas y Andrés se acercaban a las ventanillas para ver si lograban ver a alguien o algo acercase, procurando hacer el menor ruido posible.
-Vanesa, gracias por ayudarme con mis heridas -Jaime rompió el silencio cuando despertó después de un largo e inquietante sueño.
-No tienes porqué agradecer -respondió Vanesa mientras se abanicaba con un pedazo de cartón de la caja de gasas que había usado para tratar las heridas de Jaime-, es solo mi trabajo.
-Aun así, te agradezco-respondió sin saber si la respuesta de Vanesa tenía un dejo de molestia o modestia-. ¿Y cómo fue que te convertiste en paramédico? -agregó tras un breve silencio incómodo.
-Cuando tenía unos 16 años, mi madre y yo tuvimos un accidente automovilístico, yo me salvé por poco, pero mi madre quedó malherida. Unos quince o veinte minutos después llegó una ambulancia, los paramédicos hicieron su mejor esfuerzo para salvarla, pero al final solo sobreviví yo. Los paramédicos fueron muy amables conmigo, a esa edad uno sigue siendo muy impresionable, por lo que me sentí tan inspirada que no tuve duda de que, al crecer, quería convertirme en paramédico también para salvar a la gente de accidentes como el que tuvimos nosotras.
Mientras ella relataba lo que la había orillado a convertirse en paramédico, Jaime escuchaba atentamente, podía ver en ella el triste recuerdo y a la vez la convicción de su decisión.
-Pues qué bueno que encontraste tu pasión -agregó Jaime-, si no hubiera sido por ti, ahora yo estaría muerto.
Vanesa lo observó sorprendida y a la vez aliviada de ver que su elección de vida podía hacer una diferencia incluso en una situación tan extraña como la que se encontraban ahora, dándose cuenta de que una situación tan traumática había llegado a cambiar tantas vidas.
-¿Y tú padre? ¿Tienes hermanos, familia, novio? -la pregunta de Jaime hizo que ella saliera de su trance.
Vanesa sintió una punzada en el corazón al escuchar la pregunta, la boca se le secó, siempre que escuchaba o recordaba a su padre algo en ella le causaba una mezcla de ira y tristeza.
-Después del accidente -continuó con voz temblorosa, reprimiendo la ira en su voz- mi padre apenas y se hizo presente, solo llamaba de vez en cuando o mandaba dinero para mis gastos. Yo me quedé con una tía, hermana de mi madre, hasta que cumplí la mayoría de edad y logré mudarme por cuenta propia. Casi no hablo con él, solo cuando me llama, a veces pienso que solo lo hace por arrepentimiento de habernos dejado cuando era muy chica, lo único que sé es que nos dejó por otra familia y tuvo un hijo de esa relación.
-Vaya, lo que son las coincidencias -respondió Jaime, reacomodándose en la banca con un leve gemido de dolor-. Mi padre es un buen hombre, trabaja duro y se asegura que tenga todas las comodidades necesarias, pero entre los pocos defectos está eso mismo, haber tenido un hijo fuera del matrimonio. No lo conozco, pero sé que es un poco más joven que yo. Él no ha querido hablar mucho de ese hijo, así que no sé realmente mucho, ni siquiera si es hombre o mujer.
-¿Si llegaras a conocerlo, cómo crees que serían las cosas?
-No lo sé, supongo que buscaríamos forjar algún tipo de relación, tal vez encarar a mi padre y saber qué fue lo que pasó. Es un gran hombre, pero supongo que todos podemos llegar a cometer errores.
Un silencio tenso se hizo presente. Vanesa se quedó meditando su siguiente pregunta. En todo ese tiempo no había puesto especial atención en nadie del vagón, pero comenzó a estudiar a detalle las facciones de Jaime, recorriendo con la vista el contorno de su cara, el puente de la nariz, analizó por todo lo largo la forma de sus labios y finalmente volvió a sus ojos, a los cuales clavó su mirada. Tragó saliva antes de pronunciar palabra alguna.
-¿Cómo se llama tu padre? -preguntó con voz temblorosa, nerviosa.
-Jason, Jason Rodríguez -respondió con voz nerviosa.
Ambos se miraron fijamente en silencio, ninguno dijo nada, sin embargo, parecía que ambos pensaban lo mismo. Vanesa notó que, así como ella había estado estudiando a detalle las facciones de Jaime, él recorría su rostro con la mirada, analizando cada detalle. Aunque primero tenía que confirmar sus sospechas, Vanesa sintió que entre ellos había algún tipo de lazo muy fuerte al recordar lo poco que alguna vez escuchó mencionar por parte de su madre y su tía, mientras que Jaime tenía ahora muchas preguntas por hacerle al hombre que le había dado la vida y que tanto admiraba.
-Jaime -preguntó con voz tenue y temblorosa-, si tu yo fuéramos...
-Basta -Jaime la detuvo, sentía que no era necesario decir más-. Cuando salgamos de esta, ¿te parece si vamos por un café para hablar más tranquilamente? Llámalo presentimiento o corazonada, pero casi pienso que tú y yo...
-Sí -agregó bruscamente, interrumpiéndolo-. Teacepto el café. Pero por ahora, trata de descansar un poco, lo primero es quete recuperes, ya que salgamos de esta podremos hablar con calma, ir a desayunaralgo y ver qué pasa.
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Lo que acecha la linea 13
Kinh dịLo que sería un viaje normal en el metro, los pasajeros del metro de la linea 13 quedan atrapados cuando repentinamente el tren se detiene. Sin saber qué ha ocurrido, se dan cuenta que los túneles no están tan vacíos como se pensaba, pues extraños s...