11. Confianza

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•[Capítulo 11]•

«El renacer de un destino redimido»

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El todoterreno de Diecisiete o mejor dicho, su mejor amigo, recorría las pistas de la reserva a gran velocidad, dirigiéndose al sur.

La llegada al matorral, a medida que se aproximaba, el entorno cambiaba: el suelo se volvía más irregular y estaba cubierto de hojas y ramas. Era un lugar donde la naturaleza parecía estar en su estado más salvaje y primitivo, lleno de vida y misterio.

Diecisiete, aquí Jace. Al este del matorral hay rastros de fogata, verifica tu posición— la voz de su compañero se escuchó a través de su walkie mientras aún conducía. Tomó el aparato y presionó el botón.

—Aquí Diecisiete, recibido— el walkie volvió al soporte y su dirección cambió hacia el oeste del matorral. Si esos perros había hecho fogata al este no deberían estar tan lejos.

Esta zona si que estaba invadida, ¿y así decían el que sur era el más cuidado?, menuda panda de habladores.

Se detuvo a pocos metros de una señal de humo, bajó del vehículo y tomó su escopeta. Caminó a paso tranquilo sobre la tierra, tratando de no pisar uno que otro planta bajo él, el matorral tenía plantas extrañas y pequeñas.

Al llegar a la fogata, tan solo humeaba la poca leña que quedaba, ¡se habían escapado!

—Joder— maldijo en voz baja, apretando ligeramente la tira su escopeta colgada en su hombro.

Siguió avanzando, encontrándose con escenarios desagradables: Servales muertos a lado de rocas.

Suspiró y al sentarse de cuclillas para verificar el estado, encontró restos de casquillos de bala y agujeros en los cuerpos de los animales, eran gatos servales machos.

Los machos de esa raza, al ya ser adultos, no servían en la venta ilegal de animales, por lo que solo necesitaban a las hembras y las crías para que puedan ser domesticadas y vendidas a gente de dinero que quería animales extravagantes. El mercado negro era una mierda.

Cuando se dispuso a seguir, su aguda audición le permitió escuchar un lloriqueo en la madriguera que estaba a unos paso de él.

Se puso de pie y avanzó unos pasos para revisarla, colgó la escopeta a su espalda y se apoyó una rodilla contra el suelo, observando el agujero de tierra.

—Que listo...— musitó Diecisiete, sonriendo de lado.

Había encontrado un pequeño gato serval escondido en la madriguera, temblando y gruñendo de miedo. Posiblemente fue el único que se salvó, no había más rastros de algún otro gato por ahí.

Estiró un brazo en la madriguera para alcanzarlo, pero el gatito solo se iba más al fondo, temeroso de Diecisiete. No le hacía falta saber porqué le temía, ese pequeño animal había visto humanos masacrando su especie a su muy corta edad.

El androide suspiró ante sus intentos fallidos de alcanzar al gato. Se levantó del suelo y pensó en alguna otra opción, romper la madriguera no era mala idea, pero dejaría sin hogar a algún animal del matorral y ya había escuchado de la boca de (Tn) lo invadido que era esta zona por cazadores, los animales buscaban donde refugiarse.

Podría dejar al gato ahí, pero también llevaría a la naturaleza cobrarse una vida... y según (Tn), a pesar de ser el ciclo de la naturaleza, era algo muy cruel.

—Mierda...— maldijo Diecisiete, no tenía mas opción.

Miró a sus al rededores para asegurarse de que Jace no esté cerca, no quería espectadores.

Completo(Dragon Ball Z)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora