5. Una misión aterradora

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•[Capítulo 5]•

«El renacer de un destino redimido»

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—Nunca aprenden.

Avanzaba por la apacible pista forestal en una tarde serena, con dos individuos visiblemente nerviosos en la parte trasera del vehículo de Diecisiete.

Maniobrando con una mano firme en el volante y la otra reposando en el marco de la ventana, el androide se desplazaba a una velocidad despreocupada, ignorando por completo las irregularidades del terreno, como baches y pequeñas piedras que saltaban bajo las ruedas. La seguridad de los cazadores era una preocupación mínima, o mejor dicho, nula. No mostraba el menor interés en garantizar un viaje tranquilo para los detenidos.

En medio de dos semanas que se desplegaban muy diferentes a sus días laborales usuales, Diecisiete había estado llevando y trayendo a su recién designada "protegida" al refugio, una tarea que no encajaba en sus preferencias. No tenía intenciones de seguir como chofer exclusivo, además tampoco recibía pago adicional.

Al llegar al edificio de la central, estacionó su todoterreno, y sonriente, abrió la puerta trasera del vehículo con brusquedad, observando con satisfacción las miradas de terror en los rostros de los dos cazadores.

Sin la menor compasión, Diecisiete agarró los brazos de los hombres, quienes se quejaban de dolor por los maltratos sufridos. Los puñetazos infligidos por el androide en su encuentro inicial no habían sido nada indulgentes, dejando a ambos cazadores con el cuerpo adolorido y marcado.

—Buenas tardes, Diecisiete— saludó Jonas, apoyado en su coche, con una lata de una cerveza en la mano.

Diecisiete solo miró a Jonas y saludó asintiendo levemente con la cabeza, sin mucho interés. Pasó de largo con prisa, quería deshacerse de los cazadores. La tarde se desplegaba y pronto llegaba el horario de salida de la zoóloga recluta.

—Enciérrelos antes de que vomiten— dijo Diecisiete, lanzando los dos cazadores hacia Marcos y Will, que bebían un par de cervezas en lata.

Ambos se miraron entre sí, compartiendo su pensar con tan solo mirarse. Habían sido varias las ocasiones en que habían visto a Diecisiete conducir y llegar a la central. De tan solo pensar en el viaje que tuvieron esos furtivos les daban nauseas.

—Hay hojas de formularios en el mostrador— avisó Marcos, para luego llevarse a los cazadores con Will.

El androide llenó los formularios de los detenidos y salió de la central. Peinó su cabello con una mano y pronto, se encontraba conduciendo nuevamente hacia la clínica de recuperación animal.

Tomó el walkie, que estaba en el asiento de copiloto y accionó la rosca.

—"Debilucha", aquí Diecisiete.

Al cabo de unos segundos, se escuchó el ruido de señal y con eso, la delicada voz de (Tn).

Aquí, ¡(Tn)!— respondió ella, resaltando su nombre.

—¿Ya terminaste de apapachar animales?— preguntó el androide, con mofa. Su sonrisa se amplió más al escuchar el resoplido de (Tn).

Completo(Dragon Ball Z)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora