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— ¡Sáquenme de aquí! — se escuchó al otro lado de la puerta — ¡Ustedes, los japoneses, están locos!

Mina rió. Estuvo tentada a ir y callar a la loca que llevaba media hora gritando insultos a su nación pero tenía cosas mucho más importantes que hacer.

— ¡Encima son todos horribles! — gritó la pelinegra mientras se acostaba en la diminuta cama de plaza que tenía a su disposición — Debí quedarme en Corea, al menos allá los policías son amorosos y guapos.

"¿Amorosos? ¿policías?", pensó Mina, "eso no tiene ningún sentido".

Volvió a concentrarse en su celular. Estaba por superar el récord de Sana y ni una mocosa iba a arruinarle la buena racha que llevaba esa noche.

Si le ganaba, tendría motivos para jactarse ante su amiga durante las próximas dos semanas, antes de comenzar una nueva competencia.

— ¿Por qué se está demorando tanto? — Chaeyoung habló para sí misma mientras miraba a su alrededor.

Ni un alma. Era víspera de año nuevo y, por supuesto, todos se encontraban celebrando y emborrachándose. Todos menos ella.

Eso le había quedado claro cuando llamó a Jihyo para que fuera a buscarla y en vez de decirle un "voy para allá", le preguntó si el policía de turno era guapo.

¡Por supuesto que no! Era un viejo pelado que durante una hora no le quitó la mirada de encima porque, según él, era peligrosa.

—¡¡Vamos!! — escuchó un grito de alegría del otro lado — ¡Ja! ¡En tu cara Minatozaki!

Silencio.

Un minuto después la voz desconocida volvió a escucharse.

— ¿Aló? — una risita salió de esos labios. Chaeyoung pensó que era demasiado dulce para ser un policía — ¡Hola Sanita! ¿Ya viste?

Silencio.

— ¡Ay! Si sé que son las 3 de la mañana pero ésto era una emergencia.

— ¿Una emergencia? — susurró Chaeyoung.

Se puso de pie y se acercó más a la reja para escuchar mejor.

— Pasé al nivel 47 de Pingüiti — dijo la voz con aire de orgullo. — ¡Te dije que iba a hacerlo! ... No lo sé, bueno, sí lo sé... pasa que soy muy genial y buena en esto.

Chaeyoung puso los ojos en blanco. Debía ser una broma.

Hace una hora se había dado cuenta que el viejo pelado se había ido. Lo extrañaba un poco. Le había dado una barrita de chocolate.

Se supone que llegaría otra persona a reemplazarlo pero al parecer habían dejado a una niña jugando videojuegos mientras ella estaba encerrada en una celda de un metro cuadrado sin poder hacer nada.

Le parecía una falta de respeto y no se iba a callar.

— ¡Te voy a denunciar por usar el celular en horario de trabajo, eso es ilegal!

La voz al otro lado de la puerta se apagó y Chaeyoung vio como la puerta se abría lentamente. Entonces tuvo miedo.

— ¡Por favor no me mate, policía! — comenzó a lloriquear — ¡Le juro que son bromas que yo hago!  ¡Son todos lindos los japoneses! ¡Soy una niña, me queda mucho por vivir!

Mina se asustó un poco porque la muchacha cubría su cara con las manos y parecía que le costaba respirar. Al parecer se había esfumado toda su valentía.

— ¡Hey! — se acercó con calma — Tranquila... ¿Se encuentra bien?

— ¡Por supuesto que no estoy bien! — habló en medio de sollozos — ¡Soy asmática! — más llanto y un respiro profundo — bueno... no tan así... cuando tenía 6 era asmática y luego me sané... ¡pero puede volver!

wonderwall | MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora