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Mina estaba cansada.
Necesitaba urgentemente su cama.

Los tunos de noche siempre eran los más agotadores para la japonesa, por eso los evitaba a toda costa, sin embargo, quiso hacerle un favor a Mingyu.

Nunca le pide favores así que imaginó que si lo hacía, debía ser por algo importante.

Odiaba esos turnos pero ésta vez no podía quejarse. Había sido una noche entretenida hasta que Chaeyoung se fue.

La muchacha de los ojos lindos que escuchó gritar por media hora mientras jugaba Pingüiti.

Luego de que esa tal Park Jihyo la fuera a buscar, no hubo movimiento hasta las ocho de la mañana, cuando llegó Jeongyeon a continuar con el turno.

Se apresuró en salir y llegar a su casa.

Se dio un baño caliente y volvió a su habitación para el tan anhelado descanso. Mingyu ya estaba despierto, abrochando su camisa a los pies de la cama mientras veía  televisión.

— ¡Buenos días, preciosa! — Se acercó para darle un beso.

— Buenos días para ti, buenas noches para mi — respondió con un puchero, mientras su pareja le daba un abrazo.

Llevaba cinco meses de relación con Mingyu. Él era un ángel. Nunca discutían, compartían gustos, trabajaban juntos y no tenían mayores problemas.

Todos sus amigos y, aún sus familiares, decían que eran la pareja perfecta y ya no tenía que seguir buscando. Mingyu era el "elegido". Él sería el hombre de su vida, el padre de sus hijos, el dueño de su corazón y todo eso.

A Mina le gustaba, se sentía cómoda con él pero no estaba segura con eso del "elegido". Cinco meses es muy poco para asegurarlo y todavía no estaba lista para pensar en un posible matrimonio y menos en hijos.

Es verdad que nunca discutían pero a veces Mina deseaba hacerlo, buscando un poco de emoción para sus cortos 24 años que parecían una montaña rusa apagada.

— ¿Estuvo muy aburrido? — preguntó Mingyu — Yo sé que no te gusta ese turno y, por lo mismo, te doy muchas gracias, amor.

— No te preocupes... La verdad es que no estuvo tan mal, de hecho, podría decir que estuvo entretenido.

A Mina le sorprendió pensar que en realidad compartió menos de una hora con la pelinegra pero había sido suficiente para alegrarle la noche y no sabía porque tenía el deseo de verla nuevamente.

Quizás porque tenía muchas ganas de ser su amiga. La japonesa no era de muchas amistades. Tenía a Sana, a Tzuyu y a Sana, y a Tzuyu.

"Ojalá la detengan en uno de mis turnos", pensó Mina, "... es bromita, perdón por desearte eso Chaeyoung", continuó como si la coreana pudiese escucharla.

— ¿Ah, si? — preguntó Mingyu — ¿qué acaso algún detenido coqueteó contigo y te gustó? ¿debería preocuparme?

Mina tragó saliva. ¿Había pasado eso?
Por supuesto que no.

Chaeyoung solamente había sido la persona más agradable que conoció en mucho tiempo pero nunca dijo nada con esa intención. Un poco triste, si le preguntan.

Pero aunque no hubieron palabras, sí que hubieron miradas. Mina no iba a negar que se sintió mareada con lo hermosa que era la coreana pero no sabía si las miradas de Chaeyoung habían sido por lo mismo o la chica miraba así siempre.

"¿Qué estás pensando, Mina?", se golpeó internamente para reaccionar.

— ¿Por qué te quedaste callada?

wonderwall | MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora