Capítulo Dos

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El matrimonio solía ser una ceremonia sagrada, un juramento que no se rompería bajo ninguna circunstancia porque no había nada más puro que el amor entre los dos individuos que decidían unir sus vidas ante la ley de los hombres y aún más importante, la ley de Dios. Casarse ante la iglesia era el hecho de que no sólo unían su cuerpo terrenal, sino también sus almas.

Jimin siempre había pensado que se casaría por amor. Su madre solía contarle muy a menudo la historia de cómo conoció a su padre y lo maravilloso que había sido unir su alma a él para luego darle un hijo proveniente de ese sentimiento divino. Ella solía decir que no amaría a nadie más que a su esposo y luego su padre se unía a la conversación diciendo que él tampoco amaría a otra mujer que no fuese ella.

Después se casó a los pocos meses de su fallecimiento.

En aquel entonces se había sentido demasiado confundido ante la nueva esposa de su padre, era más joven que su madre aunque era bonita también, pero esa no era razón suficiente para dejarla entrar a sus vidas. Él pequeño niño jamás logró entender cómo su padre se había enamorado tan rápido de ella pero el nacimiento de su hermano un año después de la boda era la prueba de que compartían un amor intenso como el que juraba tenerle a su anterior esposa.

Con los años, Jimin fue consciente de que ella había entrado a la vida del hombre antes de que su madre muriera incluso. En cuanto su madrastra se volvió la señora de la casa todas las fotografías de su madre desaparecieron y con la llegada de Taehyung, la atención de su padre hacia él también se esfumó. Por fortuna su nana nunca lo abandonó, cuidándolo con cariño y con los años, su hermano comenzó a seguirlo a donde fuese, aún con las notorias diferencias que hacía la madre de este entre ambos, su relación era buena.

Jimin sabía que Taehyung no era culpable de ello y Taehyung por su parte amaba a Jimin, siempre diciendo que su hermano mayor era valiente y lo admiraba mucho, por esa razón no iba a fallarle ahora. Si sacrificar la idea del amor era el precio a pagar para que el menor fuese feliz lo haría.

El camino a casa de su prometido no fue demasiado largo pero aún así no se escapó de los "consejos" que le dio su madrastra en todo el trayecto, diciendo como debía comportarse o el modo correcto en que debía hablar con él Señor Kim. Jimin decidió que era mejor ignorarla, ya que la mujer únicamente lo hacía para quedar bien con su padre y por otro lado, porque él ya tenía conocimiento sobre las reglas de etiqueta, su madre le enseñó mucho en su momento y su nana también cuando comenzó a hacerse cargo, pese a ser solo una empleada, como le gustaba decir a su madrastra, era bastante educada y tenía varios conocimientos así que no era algo de que preocuparse ahora.

Fue un alivio total cuando el cochero se detuvo y luego les ayudó a bajar de la carroza, aunque a su vez, al estar frente a la entrada de aquella gran casa todo su valor se volvió nada, los nervios le inundaron por completo. No es que Jimin fuese malo en el aspecto de relacionarse de forma social, pero estaría frente al hombre con quien compartiría el resto de su vida y no sabía nada de este, ni siquiera conocía su rostro, así que no sabía a qué enfrentarse.

El empleado de la entrada avisó su llegada y les permitió entrar una vez se dio la autorización, así que se abrieron pasó al interior. Lo primero que pudo observar fue el hermoso jardín donde algunas sirvientas cuidaban las flores, había una pequeña fuente también donde algunas aves bebían tranquilamente, sin duda la propiedad era hermosa pero Jimin no lograba asimilar del todo que ese sería su nuevo hogar.

Después de atravesar el jardín llegaron a la puerta principal que fue abierta por otro mozo, quien los condujo al salón principal de la casa. Una sirvienta les invitó a tomar asiento y se apresuró a atenderles ofreciendo copas de vino, diciendo que el Señor Kim no tardaría en acompañarlos. Jimin se sintió un poco abrumado por todo el servicio, si bien su padre también tenía una posición acomodada, en su hogar sólo les atendía su nana, una sirvienta de su madrastra y el cochero que los llevaba cuando tenían pendientes, aquí en cambio había tanto personal que se sorprendió.

El Tesoro del Mar (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora