Capítulo 14

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Mientras esperaba a Dean, Jared decidió que primero llevaría al muchacho con él a Tattersall's, luego irían al negocio del señor Mulligan en la calle Court. Se preguntaba si el niño tenía dinero para pagar por la reparación del libro. Dudaba que así fuera. Ahora sí que tenía un problema. Hablando de orgullo... podía imaginarse la reacción de Dean si él, Jared, pagaba la reparación. ¿Qué podía hacer? Y de pronto supo qué hacer. Sonrió y salió de la biblioteca, silbando y bastante orgulloso de sí mismo. Justo se encontró con Amelie.

— Mi Dios, ¿está usted bien? —la tomó de los brazos, tirando el libro que terminó de desencuadernarse.— Sí, sí. La soltó mientras sacudía la cabeza divertido. — Parece que hoy asusto a todo el mundo —ella sólo le sonrió, pero fue suficiente para que quisiera tirarla allí mismo en la entrada, por así decir, y hacerle el amor—. ¿Dónde está Dean? —preguntó, incapaz de quitarle los ojos de encima. Ella seguía sonriendo, aunque un tanto nerviosa por la extraña mirada en su rostro.

— Él... se está cambiando de ropa. Quiero agradecerle, Jared. No lo he visto tan excitado desde... bueno, desde antes de la muerte de su padre. Usted es muy amable.
Ahora frunció el entrecejo. Ella estaba tan pálida como Dean. ¿Todos se habían quedado dentro de la casa desde que llegaron allí?
— Suba y cámbiese —dijo abruptamente—. ¿Usted sabe montar, no es cierto? Por supuesto que sí. Usted viene con Dean y conmigo.
Vio una chispa de excitación en sus ojos con la propuesta, pero pronto desapareció.
— Es una oferta maravillosa, pero debo quedarme con los niños. Usted sabe, Sam... si no se lo mira, puede hacer cualquier cosa. Ah, me olvidé de decirle. Se disculpó con Betty por lo de la masa de pan. Ella lo llamó "horrible renacuajo" pero terminó perdonándolo.
— Excelente — dijo Jared, pero en realidad no estaba prestando atención. Estaba pensando. Se dio cuenta de que no debía diluir la corriente de simpatía que estaba surgiendo con Dean llevando a los otros niños. No quería decirlo pero se vio forzado a hacerlo—. Tiene razón. Debe quedarse con los niños, para proteger la casa y todos sus habitantes. En lo que respecta a Dean, no se preocupe por él. Estaremos fuera unas cuantas horas. ¿Cabalga bien?
— Sí, su padre le enseñó hace años. Tiene buena mano. Por supuesto, no ha cabalgado en los últimos dos meses...
— Eso no es problema. Tengo un rocín en el establo que le; vendrá de maravillas. Ah, Amelie...
— ¿Sí?
— ¿Cenará conmigo esta noche?
Su voz era cálida y Amelie sintió que algo se deslizaba por cada segmento cubierto o descubierto de su piel.
— Si usted quiere —respondió y lo vio por un momento desnudo hasta la cintura, luchando con Laura Beth en la tina. Escuchó su risa, lo vio levantando a la niña hasta el techo y envolviéndola en una enorme toalla.
— Sí, quiero. No se preocupe por Dean. Lo cuidaré bien.
— Sé que lo hará.
— ¿Le contó... algo de lo que sucedió? —preguntó esto en una voz que trató de parecer natural.
— Sí. Dean es muy honesto. Me preguntó si pensaba que estaba bien que se divirtiera tanto cuando había sido tan malo.
— ¡Malo! Por el amor de Dios, ¡tiró un estúpido libro! —Jared señaló al volumen destartalado que se encontraba a sus pies.— Este es el libro que tanto lo perturba... Dudo que valga siquiera el papel en el que está escrito. —se agachó y recogió el libro.
— Dean se toma las cosas muy en serio, incluyendo cualquier defecto que cree tener. Dañó algo que le pertenecía a usted. Pero le dije que haciéndole compañía iba a cumplir su buena obra del día.
— ¿Qué? —Jared estalló en carcajadas—. Qué jugada maestra, Amelie. Bien hecho. Bueno, imagino que el muchacho no tiene dinero y...
— Le di cinco chelines.
Jared maldijo y Amelie lo miró con curiosidad.
— Perdóneme, pero habría preferido que usted no lo hubiera hecho. Quería prestarle el dinero y hacerle trabajar para pagarme. Necesita su propio dinero, aunque sea sólo unos chelines por semana.

Amelie no podía creerlo. No había querido tirarle las orejas a Sam por el desastre de la masa de pan, se había reído de la destrucción de Laura Beth con el tintero e inclusive él mismo se había ocupado de bañarla y ahora estaba pensando en qué hacer por el querido Dean.Para su horror, y por primera vez desde la noche de la muerte de Tris, Amelie estalló en lágrimas.Jared se quedó atónito. ¿Lágrimas porque había dicho que Dean necesitaba unos chelines por semana?

Era la cosa más natural del mundo que la tomara entre sus brazos y que le apoyara el rostro contra su hombro. Era incluso más natural que le murmurara al oído nimiedades para calmarla y que le acariciara la espalda. Y era la sensación más placentera respirar en su sutil aroma. ¿Era jazmín o tal vez lavanda? O quizás simplemente Amelie...

— Usted... usted hace salir lo que tengo de mujer — susurró contra su hombro, y sus dedos se aferraron a las solapas de la chaqueta.— ¿Hago salir lo que tiene de mujer? Ese es un nuevo concepto para mí. Me gusta como suena. —estaba complacido de poder hablar con tanta ligereza y que su voz sonara burlona.Ella le ofreció una sonrisa húmeda.

— ¿Qué está haciendo, señor?
— Mi Dios —dijo Jared y apartó con suavidad a Amelie—. Su protector, querida, tiene los puños preparados.—sonrió al ver el aspecto feroz de Sam que estaba al pie de la escalera, con las piernas separadas y los puños en la cintura.
— ¿Bien, señor?
— Bien, nada, Sam. Pon tus puños en los bolsillos y deja de llamarme señor. Soy tu primo Jared. Ahora, tu madre estaba llorando porque no tuvo pan en el desayuno.
— Pero yo sí, primo Jared.
— Pero tuviste pan viejo. Mi cocinero, Cuthbert, sabes, bueno, él no quiere hacer más porque un niño que vive aquí no sabe que el pan va a la panza y no al pasamanos de la escalera.
Sam se golpeó contra el pasamanos. Estaba riendo tan fuerte, y Amelie también reía, un sonido claro y dulce que inundaba a Jared de tanto deseo que quería gritar.
— Es lo máximo, señor — dijo Sam entre carcajadas.
— No lo olvides, niño. Ah, ahí está Dean. Te ves bien, muchacho. Y Laura Beth no está lejos. ¿Cómo estás, chiquitina?
— Quiero otro baño —exigió Laura Beth y volvió a ponerse el dedo en la boca—. Y jugaremos de nuevo con la toalla.
— ¡Laura Beth! — exclamó Dean, horrorizado.
— Tal vez en unos días —terció Jared—. Primero debo recuperarme de nuestra primera sesión. Casi me ahogaste.
Laura Beth echó a reír, y Jared sintió la urgencia de levantarla en sus brazos y besar sus mejillas rosadas. En lugar de eso, sonrió al esperanzado Sam y le dijo con gentileza: — No, Sam, no puedes ir con nosotros hoy. Cierra la boca y no hagas pucheros. Los niños no hacen pucheros. Haremos una excursión en Richmond la próxima semana, ¿está bien?
— ¿Qué es Richmond? —preguntó Laura Beth.
— Tonta, es un lugar que es muy lindo y tiene sectores para hacer un día de campo.
— Excelente descripción, Dean —felicitó Amelie.
— Ahora, Dean, nos vamos. Tu madre te dijo que tu obligación es hacerme compañía esta tarde. Sam, Laura Beth, hagan caso a su madre y no destruyan la casa...
— O a sus habitantes —agregó Laura Beth.
— Habitantes —corrigió Dean.
— Exactamente —terminó Jared—. Amelie, la veré en la cena.
— Si lo desea.
— Desde ya que sí. 

Noche de Sombras || Jared Padalecki FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora