Changbin pensó que aquel caso en el cual trabajaría seria como los demás; un caso fácil. Pues como uno de los mejores abogados de Corea, en los años de Carrera que llevaba jamás habían fallado en su contra. Pero no siempre se trata de ganar, pues aq...
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Su novia se veía totalmente hermosa en aquel vestido verde que llevaba puesto, aunque nadie en aquella fiesta notara quienes eran sabían sobresalir entre todos sin importar sus identidades.
El show en aquella pista apenas comenzaba, el ambiente estaba lleno de música tranquila y a Seo le pareció magnífico, pero en aquel lapso de tiempo donde tomaría asiento aquella música cambió, bufo. Quiso quitarse aquel antifaz que llevaba puesto y gritarle al DJ que no era una discoteca de categoría baja para colocar aquel tipo de música. Pero debía admitir que el ambiente se notaba mucho menos aburrida.
— cariño, iré al tocador. — anunció su mujer.
— Está bien, ten cuidado.
Se despidieron con un corto beso , changbin observaba con atención a todos logrando adivinar quienes eran algunos de aquellas personas que asistieron a esa "gala". Todo de repente rodearon la pista gritando con euforia por lo que ahí acontecía, por curiosidad se acercó y observó el causante de todo aquel show.
— ¿Felix?
Dijo en voz baja, mordió su labio inferior pensando en cómo sacar al menor de ahí, seguro estaba borracho y a pesar de su rivalidad no quería que el menor se humillase. Se escabulló por la multitud halando al chico que bailaba con su contrincante para sacarlo de aquella pista, la manera en la cual se frotaban en un lugar decente le hizo mierda la cabeza.
— ¿Qué carajos te sucede? — dijo aquel anónimo.
— No te acerques a él, — gruñó — o te meteras en problemas.
Aprovecho su gran tamaño para espantar a aquel intruso, pronto la pista de baile se encontró más vacía, la música fue reemplazada por una más suave, que incitaba a lo sensual. Una dulce voz lo sacó de sus pensamientos.
— Mi amor, ¿Puedes buscarme un poco de Champán? — preguntó su Dulcinea.
— enseguida.
Se quedó parado observando a la fémina tomar asiento, fue por dos copas agradeciendo al camarero por la atención y gran servicio, cuando iba de regreso con su chica su vista se perdió en cómo aquel bailaba, la manera en la cual aquellas caderas se movían sobre esa silla.
Por unos instantes deseo ser aquel objeto inanimado.
Aclaró su garganta siguiendo su mirada a su futura esposa, aunque no le había propuesto matrimonio aún; ella lo era. Entregó la copa a su mujer y se sentó a su lado observando el show erotico armado por Lee Felix.
No iba a negarlo, sus ojos no podían despegarse de aquella sensual silueta, colocó su mano sobre la pierna de su chica dando un pequeño apretón , trató de relajarse más al ver al rubio siendo llevado por otro hombre notoriamente más alto, se alarmó. No es que aquel niño le preocupase, solo quería ganar aquel juicio y para eso dependía que aquel pecoso estuviera bien.
— Jihyo, ahora regreso.
Acomodó su saco levantándose de su cómoda silla, bebió el último trago de su copa antes de dejarla por ahí, no le importó en absoluto. Fue tras aquellos dos que se escabullían por entre la multitud de gente, agradecía ser alto y que aquel llevase un rubio que destacaba por entre las personas.
Les vio entrar en una habitación y de inmediato se acercó a abrir, por suerte aquellos descarados no habían puesto si quiera el seguro.
— ¿Qué mierda? — gritó aquel hombre que ya hacía sobre el cuerpo del pecoso. — lárgate amigo, esta habitación está ocupada.
— Aléjate de él, ahora. — Seo miro a aquel hombre con atención de manera fría.
— Ve a buscarte otro culo.
Aquello colmó su rabia, tomó del smoking al intruso y le sacó de aquella habitación sin dificultad alguna, cerró la puerta para evitar que entrase nuevamente.
— ¿Qué te pasa? Dios. — el rubio se veía frustrado. — ¿Que no ves que me lo iba a follar?
— Lee, vete ahora a tu casa. No sabes que tipo de gente hay entre esas máscaras. — el menor rio.
— ¿y qué hay debajo de tu máscara? ¿Acaso me dejarás ver?
— ni siquiera traes una. Todos saben quién eres, tú no sabes quienes son ellos. — reprochó con molestia el mayor de ambos.
— Es más satisfactorio, ¿no crees?
— Estás borracho. ¿Cuánto has bebido? — el menor se acercó al otro formando una sonrisa coqueta.
— no mucho en realidad, pero no soy bueno con el alcohol. — el menor tomó lugar en la cama quitado su camisa dejando ver sus pezones duros por la estimulación que le dio el anterior hombre. — ven, tú me quitaste a mi polvo, ahora debes pagarlo.
Seo changbin en ese mismo instante dudo de su sexualidad, su vista estaba posada en aquellos duros botones que se asomaban por el pecho plano del otro. Luego subía a sus labios y viceversa, debía salir de ahí.
— Llama a alguien para que te lleve a casa. — dijo quitando el seguro de la puerta pero al escuchar el hombre del otro lado tuvo que volver a cerrarla.
— no.
El mayor se recargó contra la pared pensando en algún modo de salir de ahí, pero su mirada se perdió cuando el menor se acercó, tomó las mejillas de Seo dándole pequeñas caricias mientras aquellos ojos cafés lo veían con atención, casi rogando por un poco de afecto.
Felix tomó las manos del mayor quien estaba completamente estático en su lugar y las colocó sobre su cintura, él abrazó el cuello del Mayor y se acercó a su rostro. Seo se apartó por de inmediato empujando al menor sin hacerle daño.
— Félix detente. — sentenció el mayor retrocediendo hasta quedar contra la pared.
— Detenme.
El menor nuevamente se le acercó, aprovechando una pequeña silla que había ahí para subirse en la misma y acorralar al mayor, sus labios casi rozaban con los de Seo a lo cual el mayor trago grueso.
— ¿Por qué te resistes? Se que quieres.
El pecoso finalmente beso los labios de Changbin haciendo a este último abrir sus ojos más de lo normal, seguramente el rubio se arrepentiría mañana.
Pero en ese momento, no era mañana.
Seo podía aprovecharse de la situación y así lo hizo, correspondió al beso volviéndolo hambriento, no sabía por qué pero aquello se sentía correcto hasta que recordó el rostro de su novia lo cual le obligó a separarse. Salió de aquella habitación sin importarle mucho lo que el menor hiciera. Busco a su novia y salió de ahí lo más rápido que pudo.
Sentía los labios de Félix aún sobre los suyos.
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