Changbin pensó que aquel caso en el cual trabajaría seria como los demás; un caso fácil. Pues como uno de los mejores abogados de Corea, en los años de Carrera que llevaba jamás habían fallado en su contra. Pero no siempre se trata de ganar, pues aq...
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Aquel fin de semana Félix se encontraba observando la bella ciudad a través de su ventana gigante que cubría por completo la pared de su departamento. Estaba ansioso por que llegase aquella fecha y así poder demostrar que su calificación no era en vano.
Estaba cansado, agotado, sus ojos ardían como si tuvieran vinagre dentro. Luego de aquella visita con la parte opuesta del caso, estudió, repasó nuevamente todos sus años de carrera en la universidad.
Necesitaba ganar ese caso aunque su vida dependiera de ello.
— cariño, debes descansar. – la dulce voz de la mujer de su vida resonó por la habitación.
– Mamá, deberías estar durmiendo, es tarde para tí. — Félix se acercó hasta su amada madre besando su frente con suavidad. — recurda que el doctor te dijo que debes tener reposo, no queremos otra recaída.
Su madre era la mujer más hermosa que nunca antes en su vida había apreciado, una bella diosa que le dio la oportunidad de venir al mundo y estaba más que agradecido; Con la vida, con el destino y sobre todo con su madre.
La amaba como a nadie.
— Lix, estoy aquí y no pasará nuevamente. El doctor también dijo que era mínima la posibilidad de que el cáncer regrese. — exclamó la femina con tranquilidad.
— Te amo mamá. — una sonrisa se formó en ambos rostros.
— Te amo Lix. Y espero el día que encuentres un amor, no quiero morir hasta que eso suceda. — una mueca de disgusto se formó en el rostro del rubio. — No todo en la vida es estudiar o trabajar, mereces ser feliz.
— Ya tendré tiempo para eso.
No sabía como decirle a su madre de su orientación sexual, sabía que la mujer que lo engendró no iba a odiarlo y mucho menos despreciarlo, pero tenía miedo a la decepción.
Félix no se había enamorado nunca, o eso creía. En su mente no había alguna cita, salida o romance anterior a sus días actuales, aquella mierda del cliché le parecía tan absurdo, una gran perdida de tiempo y dinero. Pero a quién le mentía, ni a sí mismo podía, Lee soñaba con ir de la mano con alguien, compartir el poco tiempo libre que tenía.
Pero no por ahora.
Su madre salió de su habitación, dejándolo completamente solo en aquel abrumador silencio, Observó nuevamente las luces de los edificios perdiéndose entre aquellas luminosas, el solo recuerdo de su madre enferma le hizo querer llorar.
Su querida madre había pasado por tanto que no merecía, iniciando por el echo de Félix; fue a producto de una violacion. Y el agresor de su mamá seguía en las calles, siendo feliz, con una vida normal.
Sintió rabia.
Su celular vibró sacándolo de su interface de recuerdos, aquel tono de mensajes se repetía una y otra vez, aquello lo alarmó. Las notificaciones no paraban, una tras otra, trataba de leerlas lo más rápido antes de ser desplzadas por las demás que llegaban, hasta que pararon.
Una llamada.
— Señor lee, soy Minho... — su voz sonaba agitada — Estoy en peligro... Bang me encontró, él está aquí, si algo me pasa por favor muestre los archivos que acabo de enviarle... — un grito sonó en el fondo, un sonido ensordecedor.
— Minho, ¿Estás bien? Por favor envíame tu dirección, ahora mismo. — su respiración se agitó también, tomó su abrigo y llaves. Escuchó el timbre de la notificación.
— Me dispararon... por favof ven rápido... — ambos lees tragaron duro, Si Minho moría todo sería mucho más difícil.
— No me cortes, voy para allá, llamaré a una ambulancia para que llegue por tí, nos vemos, — otro sonido de bala se Escuchó en el fondo seguido de una risa. — aguanta, joder.
Salió lo más rápido que pudo incluso sorprendiéndose a sí mismo, subió al ascensor acopañado por el dueño de la suite al lado de la suya. Un chico atractivo, lleno de tatuajes y piercings, Lee siempre le dio curiosidad por aquel pero solo sabía su nombre; Yeonjun.
Una vez aquellas puertas automáticas se abrieron, corrió, corrió como si su vida estuviera corriendo peligro, era la de su cliente y era igual o más importante ahora. Encendió su auto una vez ingresó al mismo, aceleró importandole poco las leyes de tránsito.
Llamó a la policia y una ambulacia, su sagre bombeaba, la taquicardia le hacía sudar frío quizás estaba teniendo un ataque de pánico como los que tenía cuando era pequeño.
Se detuvo al llegar al lugar, bajó rápidamente observando el lugar, dos autos parqueados a un costado y uno de ellos era el de Minho, trató de tranquilizarse antes de avanzar acomodó sus ropas y cambió su expresión a una seria.
— ¡Minho! — gritó con todas sus fuerzas. — Bang, se que estás aquí. Deja a Minho en paz.
— Oh, rubiecito. — Aquella voz que salió de la oscuridad de aquella calle desolada le hizo estremecerse de temor. — ¿Qué haces aquí? Deberías irte, no querrás ser testigo. Qué lástima sería matar a un hombre tan sexy.
Bang río de manera sádica.
No iba a mentir, tenía miedo, mucho miedo. Pero no se iba a doblegar ante un hombre egocéntrico así su vida literalmente estaba en las manos de aquel hombre más alto que él.
— Matame, Si es que tienes los huevos para hacerlo. — Retó Lee. — Hazlo, si no quieres dejar testigos y pasar años en la cárcel.
— Por satan. Que sexy eres. — Chan cargó su arma apuntando hacia el pecoso. — Lástima que tendrás un hueco en ese bonito rostro.
Félix pensó en su mamá, en su familia, en su carrera, metas, sueños, toda su vida estaba pasado por sus ojos. No sabía si era por el Shock o por pensar tanto que nisiquiera se inmutaba.
— Hazlo Bang.
Entonces Bang jaló del gatillo.
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