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•ETHAN•

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ETHAN

Me encontraba revisando la receta de las galletas una vez más, tenía que convencerme de que estas serían las indicadas para la ocasión.

Quería hacerle unas galletas a Olivia para disculparme con ella, el día de ayer hubo un pequeño momento de incomodidad entre nosotros y yo no he logrado estar tranquilo desde entonces, a pesar de que ella me aseguro de que todo se había resuelto.

Sigo mirando la receta meditando si esta es una buena idea, aunque creo que más bien estoy tratando de prolongar este hecho lo más que pueda, porque sé que significaría para mí si empiezo a preparar el postre.

Desde que era pequeño me gustaba ayudar a mi madre en la cocina, ella me ponía a hacer cosas sencillas, como pelar los vegetales o revolver cosas, con el paso del tiempo éramos ella y yo cocinando. Cuando estaba en secundaria me interesé demasiado por los postres, fue cuando mi madre empezó a trabajar turnos extras como enfermera y sentía la necesidad de ayudarla en algo, poder hacer de su carga un poco menos pesada, ya que ella siempre había hecho de todo por mí, así que decidí empezar a hacer postres para ella, aprendí por mi cuenta, claro.

Desde ese entonces solo he hecho postres por y para ella, no ha habido nadie más que me importara tanto como para incluirla en esto que era tan privado y especial para mí.

Hasta que llego cierta personita...

Suspiro.

Convencido de seguir adelante con el plan tomo la cacerola y parto dos huevos en ella, dejando solo las yemas.

Las galletas son de tipo brownie, tengo la sensación de que a Oliv le encanta todo lo que tiene que ver con el chocolate. Llevaba casi una hora cuando por fin pude tener las galletas las primeras galletas en el horno.

Lo único que me sacó de mi concentración fue el sonido del timbre y segundos después la puerta abriéndose, dejando entrar a dos personas que piensan que mi casa es hotel. Orlando entra tirándose directo en el sofá de la sala y Wendell camina hasta sentarse en uno de los taburetes que tiene la meseta de la cocina.

Mi casa no es enorme, tiene el tamaño normal y adecuado para dos personas, pero ellos dicen que se siente más hogareña que las suyas, por eso casi siempre están metidos aquí.

Wendell echa una ojeada a todos los ingredientes, están acostumbrados a verme en este estado de desorden que ya no preguntan, solo esperan a que termine.

Sin embargo, esta vez Wendell parece no entender nada.

—¿Qué no ayer habías preparado el postre de esta semana? ¿Por qué haces otro?

Si lo de inteligente no lo tiene de adorno.

Lo miro detenidamente, planteándome si darles la explicación real o una falsa.

A ver, no es que me avergüence de contarles sobre Oliv, sino que conociéndolos harán muchas preguntas y sacaran conclusiones precipitadas. Al final mi silencio dio lugar a sospechas y ya es demasiado tarde como para ocultar la verdad.

La Chica De Las Notitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora