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•OLIVIA•

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OLIVIA

Mi mirada seguía fija en el timbre de la puerta, como si este se fuera a tocar solo en cualquier momento.

Estoy analizando la situación y pensando que tan viable seria salir corriendo e inventarle una excusa a Ethan del porque no pude quedarme a nuestra primera tutoría de algebra, pero sé que eso no sería muy responsable de mi parte. Con resignación decido dar el paso que me faltaba para tocar el timbre y llamar a la puerta, que pertenece a la casa de Ethan.

LA. CASA. DE. ETHAN.

Aun no me lo puedo creer.

Tardan más de lo que esperaba en abrir la puerta, claro, para una chica impaciente como yo espera que abran la puerta al segundo.

Es algo que hay que mejorar...

Un par de ojos me miran con sorpresa cuando la puerta se abre por completo.

Ethan parece desconcertado, mira el reloj que traía en su muñeca antes de fijar la vista nuevamente en mí.

Yo, por el contrario, no he despegado mi mirada de la suya, sonriéndole con entusiasmo para que los nervios que me están comiendo por dentro no se vean tan obvios.

—Oliv, ¿llegaste muy temprano o yo anote mal la hora? —vuelve a mirar el reloj de su muñeca— No importa, anda pasa —hizo un gesto con su cabeza indicándome a pasar.

—Estaba por la zona y decidí llegar antes, perdón por la inconveniencia...

—Para nada Oliv, no te preocupes. Para mi mejor, así podemos empezar antes.

Cuando paso a su costado un aroma de levadura, vainilla y canela inunda mi nariz, es entonces que después de haber entrado a su recibidor me detengo un segundo para verlo.

No me había dado cuenta de que Ethan lucia desaliñado y con un... ¿mandil?

Lo mire enarcando una ceja con gracia, algo que no pasó desapercibido para él, cuando se dio cuenta que es lo que yo estaba viendo soltó una pequeña risa antes de negar con la cabeza delicadamente.

Llevaba un mandil con estampado de vaca y se veía graciosísimo. Y LINDO.

—No te burles —me apunto con su dedo índice, segundos antes de que yo ya no pudiera aguantar más la risa y estallara en una carcajada— Tenía planeado darme una ducha antes de que llegaras.

Su sonrisa seguía siendo

—No pasa nada, que me gusta estudiar algebra con una vaquita que huele a— olí de nuevo el aroma que desprendía la casa entera, era como si estuviera haciendo algún tipo de pan— ¿Pan?

Mi curiosidad crecía cada vez más...

—Ven —pasa en frente de mi para guiarme al final del pasillo donde se encuentra una cocina chica, pero acogedora— La verdad es que me has encontrado en un momento personal...

La Chica De Las Notitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora