•OLIVIA•
Iba tarde, eso ya lo sabía.
Por las prisas no logré peinarme adecuadamente y el viento no estaba a mi favor el día de hoy, me trataba de hacer una coleta decente mientras caminaba en dirección a la heladería.
Caín me había mandado la dirección del lugar, cosa que era innecesaria porque me la sabía de memoria.
Como si fuera algo normal, mi corazón empezó a acelerarse mientras iba llegando al local y no era porque tuviera que estudiar con Caín, sino por el hecho de que muy pero muy probablemente Ethan estuviera ahí y me lo pudiera encontrar.
Ojalá eso no pase.
Si, sé que quizás tengan algunas preguntas sobre el por qué estoy yendo a una cita de estudio en una heladería con Caín.
Les explico rápidamente.
El día de hoy en el Decathlon la maestra me mandó a llamar, resulta que se enteró por un pajarito -Caín- que yo estoy interesada en aprender la lengua se señas y ella se tomo la libertad de asignarme una clase con Caín, ya que es quien le enseñó a todos.
¿Por qué últimamente los maestros piensan que necesito un tutor para aprender y que no podría hacerlo yo sola?
En fin.
No me quedó de otra que aceptar la instrucción de la maestra, sin embargo, le dije que solo sería en esa ocasión porque yo ya me había inscrito a unos cursos en línea y pagado por ellos.
Lo cual era mentira, pero ocupaba una excusa para librarme de las clases con él.
De verdad quería aprender esto por mi cuenta.
Me encontraba justo delante de las puertas de cristal de la heladería, apenas al abrirlas logré sentir el aire acondicionado de adentro.
Podía hacerlo, solo tenía que entrar y concentrarme en las clases, nada más.
Una vez adentro me enfoqué en ir hasta la mesa donde se encontraba Caín, no fue difícil ubicarlo ya que era la única persona con el cabello pintado de rojo. Me detuve a unos cuantos pasos cuando en ella encontré dos malteadas, una de fresa y otra de chocolate.
A lo mejor las ha pedido por amabilidad.
Si como no...
—Pensé que no vendrías.
Vaya, ni un hola.
—Me atrasé un poco....
Un poco no, demasiado.
Digamos que no soy una persona que llega particularmente tarde, pero el día de hoy me confié y puede que me haya quedado dormida. El resultado fue que llegué 37 minutos tarde.
En cuanto me senté, Caín me pasó la malteada de fresa.
—Me tomé la libertad de pedir bebidas, de fresa para ti y de chocolate para mi. Recordé que una vez pediste ese sabor en la cafetería de la escuela.
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La Chica De Las Notitas.
أدب المراهقينElla ha estado enamorada de él desde hace tiempo, pero no sabía cómo hablarle sin morir en el intento. Por eso cada día le dejaba una notita en su cuaderno. Él nunca se había fijado en ella, ni siquiera sabía quién le dejaba las notas, pero la esper...